Lo nuestro es irnos por la libre; vivir en sociedad exige colaboración

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Lo nuestro es irnos por la libre; vivir en sociedad exige colaboración

Irnos por la libre es una analogía que evoca la idea de que nos gusta hacer lo que queremos o lo que nos place. Sin embargo, vivir en sociedad, como el concepto lo insinúa, nos obliga a ser socios, a ponernos de acuerdo bajo determinadas reglas que no nos cayeron del cielo, que nosotros mismos hicimos, que estamos comprometidos a respetarlas y que si las hacemos nos asegurarán vivir adecuadamente.

Para eso, desde el principio, nos reunimos en pequeños grupos –tribus, aldeas, pueblos, ciudades– para vivir mejor. La existencia de la sociedad tiene como fondo los conceptos de protección, confianza, estabilidad y seguridad ante otros grupos humanos, de los animales o de la naturaleza misma.

Los acuerdos establecidos, que más tarde se convirtieron en normas, ayudaron a tener una mejor vida y a vivir en una sociedad más organizada, menos compleja, evitando que cada quien se saliera con la suya, y en la medida en que se aplicaba lo establecido, que en algunos casos lo ponían quienes gobernaban –el Código de Hammurabi o el Cilindro de Ciro– y en otros todos determinaban qué se iba a respetar y qué no. Así es como surgen las leyes. La ley se convirtió en el garante del equilibrio social.

Por tanto, hablar de una sociedad es hablar de una estructura y de organizaciones de todos los tipos, donde el punto de intersección lo constituye el sentido de cooperación. Nos asociamos para ser más fuertes, para poder hacer mejor las cosas, para apoyarnos y sobre todo porque en la medida en que somos más, con un destino común –en el entendido que el mundo es de todos– aseguramos mayores posibilidades de autorrealizarnos. Es decir, somos socios, y el desconocimiento de los derechos y las obligaciones nos ha complicado el tránsito hacia la posibilidad de vivir bien.

Socios que son, que sienten, que prefieren, que aman y que ven el mundo de manera distinta y que en la democracia encontramos un espacio plural y multicultural, donde la inclusión y la aceptación de las diferencias son fundamentales. La democracia a través de sus valores: el respeto, el diálogo, la tolerancia y la participación nos darán, en la diversidad, posibilidades de vivir bien, en donde irse por la libre no está presupuestado.

¿Qué sentido tiene entonces la existencia de la estructura organizacional de un país, de un estado, de un municipio? ¿Cuál es el motivo de la existencia del Estado y de las instituciones? ¿En qué consiste el Estado de Derecho?

Bajo el grito de “Hemos decidido”, “Llegamos a un consenso”, “Tomamos los siguientes acuerdos”, “La sociedad lo quiere” –falacias por generalización– muchas personas olvidan que vivimos en sociedad y tomar decisiones por los demás o hacer lo que nos venga en gana desdice la idea de quienes se asociaron.

Y así, en cada episodio que vivimos como sociedad, se ponen en juego las reglas de la democracia y, por supuesto, seguimos demostrando que nos sigue quedando grande este sistema. Acostumbrados a decidir sobre los demás imponiendo nuestras voluntades sin buscar consensos ni posibilitar consultas y, lo más peligroso, retando a la estructura que para algunas cosas, dependiendo en donde esté la rueda de la fortuna, favorecemos o denostamos.

Toca turno el “regreso a clases” y en esta región del País hay quienes han determinado el retorno inminente ¿basado en qué? En el entendido de que vivimos en una sociedad no sería pertinente que: ¿si estamos asociados viéramos qué ha dicho la Secretaría de Salud al respecto? ¿Qué ha dicho la SEP a nivel federal y estatal? ¿Se ha consultado al Colegio de Pediatras en Saltillo, Torreón o Monclova? ¿Cómo va el avance de la vacunación en el Estado? ¿A quiénes se ha consultado para querer tomar este tipo de decisiones? ¿Se ha preguntado a todos los padres de familia? ¿En qué color del semáforo estamos? ¿Asumirán las asociaciones de padres familia y las autoridades educativas los riesgos y las consecuencias que algunos actores sociales irresponsablemente no asumieron y repartieron culpas a diestra y siniestra?

Aunque la vacuna ya está en territorio mexicano parece que no hemos aprendido la lección y una vez más aparece la amenaza de poner en riesgo a los demás. Los contagios aún se siguen dando de forma masiva. No olvidemos que vivimos en sociedad y que la clave es la colaboración, no nos vayamos por la libre. Así las cosas.