Lo inhumano para un derecho humano: la caótica vacunación

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Lo inhumano para un derecho humano: la caótica vacunación

Transcurrió una semana del inicio de vacunación contra el COVID-19 en Torreón, la segunda ciudad más poblada de Coahuila, y sobran adjetivos para describir un proceso que cuando menos ha resultado atropellado y mal planeado. Esta semana sólo evidencia la falta de preparación, ausencia de comunicación entre gobiernos, una logística inentendible y un control autoritario.

Primero, autoridades federales informaron que las dos sedes de vacunación serían en el Instituto Tecnológico de La Laguna para personas que llegaran a pie, y el segundo en las instalaciones del Coliseo Centenario en modalidad “drive thru”.

De allí mal. Nadie informó la justificación para escoger esas dos zonas y dejar de lado a todo el oriente de la ciudad, donde existe gran número de población. Esa decisión, del número de sedes y sus lugares, seguro provocó una mayor movilidad de la población del oriente.

Se precisó al inicio que primero serían vacunadas las personas mayores de 80 años. Según el censo del Inegi 2020, hay en Torreón 10 mil 766 personas mayores de 80 años. Esa cifra dividida en dos sedes, sería de 5 mil 383 dosis por sede. Imaginemos que hubieran sido cinco sedes, entonces se habrían repartido 2 mil 153 dosis por sede. Y repartido todo por siete días, se hubieran aplicado 307 vacunas diarias. Algo que suena lógico y funcional, no se realizó.

Se decidió concentrar todo a dos sedes. Y todo terminó en caos, largas filas, familias que durmieron en los lugares esperando asegurar la vacuna, enojo.

Otro error: no mantener el protocolo. Desde un inicio se indicó que serían los adultos mayores de 80 años. Pero conforme pasaron los días, todo se derrumbó. Ante la evidencia de inoculaciones a personas menores de 80 años, las autoridades federales no tuvieron de otra que cambiar el mensaje: “Pueden ir, pero no es seguro que los vacunen”.

Si se dijo desde el inicio que serían las personas mayores de 80 años, se debió respetar hasta el final, pues en el momento en que se flexibilizó el protocolo y las edades, todo se descontroló. No es un secreto, cualquier habitante de Torreón lo puede corroborar. A cualquier grupo de WhatsApp llegaron decenas de mensajes que revelaban la vacunación a personas menores de 80 años, inclusive de 50 a 60 años. “Vayan, a mis papás ya los vacunaron”, se leían mensajes.

En la sede del Tec Laguna vinieron las quejas: no hay baños, no hay sombras, no hay bancas, no hay suficientes sillas y no hay respeto.

En la sede del Coliseo Centenario las quejas fueron: no hay nadie que oriente, no hay señalización, las entradas convergen con la zona industrial, ¡la zona industrial de Torreón! Donde hay tráileres y transportes de carga.

Finalmente, el error de comunicación y coordinación. Primero, autoridades de Coahuila dijeron que sí se vacunaría en los días santos, después que siempre no. Posteriormente, el delegado del Gobierno Federal, Reyes Flores, señaló que las actividades se suspenderían únicamente el viernes. Y al final, que el módulo del Coliseo funcionaría el fin de semana, pero no el del Tec de La Laguna. Vaya cortocircuito.

El proceso de vacunación también evidenció el fracaso del sistema de registro en la plataforma, tan cacareada por autoridades nacionales. La realidad es que en la práctica no sirvió. Las citas y horarios fueron un espejismo.

AL TIRO

Si bien es cierto, también hay responsabilidad en la ciudadanía que no respeta indicaciones ni protocolos, que únicamente piensa en el individualismo, que no piensa en el desorden y caos que puede generar una decisión, la realidad es que no hay por dónde defender el proceso, metodología y logística de vacunación.

Aguantar horas y horas, sentado, de pie o en coche, es inhumano. Un trato inhumano para un derecho humano. Un trato inhumano para un derecho que el Estado tiene la obligación de garantizar: la salud.

Lo más preocupante es que conforme pasan los días no parece que se corrija. Algo quizá más preocupante es el afán de querer controlar todo por parte del Gobierno Federal, pues el control perverso llega a reflejar un mensaje: yo controlo cuándo, dónde, cómo y a qué hora te vacunas. ¿Con qué fin?

En Saltillo hay 89 mil 453 adultos mayores de 60 años. A ver qué les espera en los próximos días.