LLORONA (versión saltillense)

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LLORONA (versión saltillense)

LLORONA (versión saltillense)

No sé qué tienen tus ojos,

Llorona,

y el filo de tu mirada:

parece que ofrecen todo,

Llorona,

y al final no entregan nada.

 

La fiesta del polvo sube,

Llorona

cuando lo azota tu falda.

En la tarde me sonríes,

Llorona,

de noche me das la espalda.

 

Llevas el santo a la nube,

Llorona

y luego lo precipitas.

Yo siento que ya te tuve,

Llorona

y nunca fuiste a la cita.

 

Las lágrimas de la Virgen,

Llorona

recuerdan cuando eras buena.

Mas cambian tiempos y estirpes,

Llorona

y ríes como Magdalena.

 

Un día caerás, Llorona

en ese pozo sin fondo.

En lontananza pregona,

un pájaro tu caída,

Llorona

y que caerás más hondo,

si yo lo hago sin medida.

 

Llorona, te desvaneces

en risas y coqueteos.

Pregona

tu cuerpo a los mudos peces

que es pozo de los deseos.

 

Eres como el girasol,

Llorona

en un mundo de cabeza:

gira en torno tuyo el sol,

todo vuela y nada pesa.

 

Nunca muestras el camino,

a quienes contigo van.

Saben que es un desatino

–Llorona–

y que nunca volverán.

 

 

Solloza y sube a la torre,

Llorona,

el viento que te persigue.

Y dejas que el polvo intrigue,

Llorona,

al pie del agua que corre.

 

Llorona, es como una cúpula

tu mirada.

Con tus párpados de súcuba

hallas la presa, Llorona

y la atacas por sorpresa

y en picada.

 

Abren un cielo tus párpados,

Llorona,

a medida que aletean.

Cómo te siguen, armada,

Llorona

aquéllos que te desean.

 

Resbalan sobre sus garras

como un gato,

la mente vuela en el yelmo

y esgrimen las cimitarras,

Llorona,

en su alegato

como fuegos de San Telmo.

 

Sobre ti misma reposas,

contenida,

sola y a solas te gozas,

sin medida.

Manas placeres, Llorona

y tu llanto te corona.

 

Con la corona y el manto,

saliste del templo un día

–ay, Llorona–.

Cuánto, te quisieron tanto

que aún llenan de algarabía

el camposanto.

 

Entre cerrojos y aldabas,

Llorona,

quiso encerrarte la aldea .

Sólo el sol, que te desea,

ay Llorona,

pudo ver cómo escapabas.

 

No sé qué tienen tus ojos,

Llorona,

que me alejas y me acercas.

Te poseo desde lejos,

ay Llorona,

y te digo adiós de cerca.