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Literatura post-mortem
Hay de últimas voluntades a otras. Mientras unos quieren sus cenizas contaminando el mar, otros solo esperan que se maneje responsablemente el material que no alcanzaron a ver publicado.
Sin el anhelo de quien concibió aquellas piezas, ambigua se vuelve la labor de hacer lo que los autores hubieran querido, con el ligero tropiezo de que no se puede hablar con los muertos (al menos no sin recurrir a cosas de espantos para que todo podamos seguros de que así es).
Tantas subjetividades han llevado a las “albaceas literarias” a ser vistas como figuras terribles, que se valen de un tesoro que no es suyo para incrementar sus bolsillos e incluso a ser llamados ladrones de los autores.
Estas son algunas de estas historias.