Libros y autores

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Libros y autores

Ilustración: Alejandro Medina

Debido a compromisos que fui dejando de lado ahora que tuve vacaciones me puse a resolverlos lo que me impidió pensar en un tema para este artículo. Se me ocurrió imitar a articulistas que han hablado de los libros leídos. En 2019 mis lecturas cubrieron tres aspectos: las de placer, las que exigen mis clases y las casuales (problemas como ecología o violencia).

Las de placer son las que pertenecen a grandes autores del pasado y presente, es decir, los clásicos y los que recomienda su éxito: más vendidos o premiados. No me voy con el engaño: hay autores que ganaron el Nobel de Literatura que no me agradaron. Intenté leer a Sándor Márai y sus libros me aburrieron. Puede condenarme.

Entre los que leí por gusto está “El Quijote”, maltratado por las hojas que le doblo o anotaciones que hago a lápiz. A otro también la gustaba. En la correspondencia entre Gustavo Flaubert y George Sand, Flaubert dice a su amiga: “Ahora releo Don Quijote. ¡Qué libro gigantesco! ¿Hay otro más hermoso?

Leí esa “Correspondencia” entre dos personas muertas hace un siglo, lo que parecería ejercicio inútil; no fue así. Carta iba y respuesta venía en una casi novelada relación. George Sand, como cualquiera sabe, era mujer que se autobautizó como varón y vistió como tal porque en su época las mujeres eran menospreciadas en el campo de la cultura. En no pocas cartas dice a Flaubert que no soporta su lejanía, que lo único que desea es ir a besarlo. El autor de “Madame Bovary”, responde en términos parecidos. ¿Estaban enamorados?, no, por supuesto no; su relación era de profunda amistad. Ella tenía su familia y vivió siempre lejos de él; él era 17 años menor que ella. Ambos encontraron en su amistad el fuego para seguir escribiendo. Él muy estreñido, produjo pocos libros mientras que Sand fue muy prolífica, estrenaba dos por año.

De Carlos Monsiváis leí “Escribir, por ejemplo”, un sólido libro que presenta a diez grandes escritores mexicanos. En particular disfruté las páginas que dedicó a Julio Torri y a José Revueltas. Me disgustó el trato que dio a Agustín Yáñez y Carlos Fuentes. 

Sin embargo, Monsiváis es Monsiváis, es decir, una garantía. El capítulo sobre Augusto Monterroso me agradó demasiado. Soy fanático de éste y releí “La letra E”, “La palabra mágica” y “La oveja negra”. Si no los conoce inténtelo. Son textos breves, divertidos, críticos, perfectos. No es tan bueno leer cuanto releer, dijo Borges, y seguí su consejo. De Borges releí su “Arte poética”, seis conferencias dictadas en Harvard que dejaron enloquecidos a sus oyentes
 y a mí su lectura.

No puede uno impartir una clase a nivel universitario que no esté apuntalada en un conocimiento profundo del tema. Destaco libros que nunca hubiese leído si no fuera por la obligación de hacerlo. Ejemplo: escribí un artículo sobre 43 menciones a “antropofagia” que encontré en manuscritos de archivo (locales, nacionales e internacionales). El tema es delicado y fue utilizado por los españoles para justificar la esclavitud y explotación de los indios del Noreste de la Nueva España. ¿De verdad comían gente? Cuando publique el ensayo usted lo sabrá, por ahora señalo unas obras que debí leer, anotar, citar e iluminar ese trabajo: Kelly Watson “Insatiable Appetites. Imperial Encounters with Cannibals”; Alberto Cardín, “Dialéctica y canibalismo”, Carlos Jáuregui “Canibalia” y Claude Lévi-Strauss “Nous sommes tous des cannibales”.

No puede uno ignorar al mundo. El gran historiador socialista inglés Eric Hobsbawm me deslumbró con “Guerra y paz en el siglo XXI” donde explica con erudición las guerras actuales, sus causas y perspectivas para las sociedades que las emprenden o las que las sufren. Las masacres habidas en el siglo 20 son para avergonzarse, pero no las retoma: en vez de ir al pasado habla del presente siglo.

Hubiera deseado presentar el libro de López Obrador “Hacia una economía moral” y no tengo espacio. Lo que adelanto es que el título no se refiere al concepto marxista de Edward Thompson “Economía moral” o al de James Scott, “Moral Economy”, que ni siquiera cita. ¿Los desconoce?, por lo visto sí. Y no es un pecado, porque AMLO habla del México que recibió y de sus proyectos.

Carlos Manuel Valdés
De habla y tiempo