Libertad de prensa
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Libertad de prensa
La libertad en sí es una de tantas utopías que, por serlo, son inalcanzables. Es una aspiración de los humanos pero no es eterna. La mayor parte de la vida de la humanidad ha trascurrido o bien sin plantearse el problema o bien buscándole algún ángulo específico. Los griegos pensaron la libertad en oposición a la esclavitud y al dominio de las pasiones.
Libertad de expresión, de cátedra y de prensa son enfoques muy recientes. Opinar acerca de un tema religioso no siempre era bien visto. Alguien podía interpretar algunos pasajes de la Escritura y pagar con su libertad (ir a la cárcel) o con la vida. Es lo que le pasó al dominico Girolamo Savonarola después que predicó que la Iglesia se había alejado del Evangelio y atacó sin miramientos al Papa y los cardenales romanos. Se le enjuició y condenó. El expediente todavía existe y, en su defensa, Savonarola nunca argumentó que tuviese libertad de cátedra.
Lo quemaron vivo en la plaza de Florencia.
¿Cuándo nace el concepto moderno de libertad? Curiosamente nace dentro de esa misma Iglesia que no permitía opiniones contrarias a las “oficiales”. Y uno de los debates tuvo lugar cuando se abordó el tema del destino, porque si Dios conoce lo que va a suceder, sabe quiénes se salvarán y quiénes se condenarán. Ésto priva al humano de cualquier intento de libertad pues su destino está escrito. Y fue Erasmo de Rotterdam el que estableció que el humano es garante de sus actos y no debe pasarle a Dios su propia responsabilidad. La polémica entre él y Martín Lutero fue muy fuerte. Erasmo optó por el libre arbitrio y venció.
Para el psicoanalista argentino Miguel Benasayag (“Pensar la libertad”) es necesario criticar la teoría del destino y sublevarse contra la idea de que todo está bien como está. La tentación de asumir, como hacen los americanos, que son el país de la libertad nos muestra que están muy lejos de serlo. Desde el momento que tenemos necesidad de declarar nuestra libertad, la ponemos en duda. Y es que el fenómeno de la libertad no debería pensarse fuera de situación. ¿Cuándo puedes ser libre?, cuando ejerces la libertad ante una situación concreta que te lo impediría.
Don Vito Alessio Robles asienta en varias ocasiones que los bravos gallardos bárbaros del norte siempre aspiraban a su libertad. Entiendo lo que don Vito quiso decir pero los indios coahuileños nunca se preguntaron por la libertad, precisamente porque eran libres. Cuando llegaron portugueses, judíos y españoles a esclavizarlos cambió su situación.
Luchar contra cualquier determinismo religioso, científico, social, racial u otro, es ser más libres. Actualmente ha vuelto a resurgir el fatalismo, que es una de las caras del concepto de destino. La política y los políticos, los periódicos y periodistas, los astrólogos, varias ópticas cristianas, el terrorismo y el imperialismo, todos están orillándonos a creer que nada puede hacerse, que todo está decidido. La libertad queda en nuestros días como la aspiración humana más frágil y utópica. Y, a pesar de todo, siempre aspiraremos a ella y haremos nuestros mejores esfuerzos para construirla.
Ahora que VANGUARDIA cumple 40 años de existir debemos repensar lo que implica la libertad de prensa para los que escribimos o los que expresan informaciones por medio de la radio y la televisión.
Por lo pronto hacerles favores a los poderosos es negar su propia libertad y vender pluma, voz o imagen al mejor postor.
Bertolt Brecht (“Cinco dificultades para quien escribe la verdad”) propuso que no se debe criticar la barbarie a secas sin criticar a quienes la produjeron. Esta vieja recomendación parecería haber sido escrita hoy en la mañana y referirse a lo que pasa en México. Los hechos sacados de su contexto y de sus causalidades no superan el tono del chisme, de la ocurrencia.
Renunciar a la libertad de expresión es declararnos atados a las fuerzas del mercado y prescindir de lo que debería ser nuestra bandera. Savonarola situado ya en la hoguera, en vez de rendirse todavía increpaba no a sus verdugos sino al Papa y los mercaderes de la fe, como nombraba a los cardenales de Roma. La plaza estaba repleta de gente que gustaba del espectáculo: la multitud eran masa; él era un hombre libre.