Legado tlaxcalteca

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Legado tlaxcalteca

En la historia de México, el tema de la alianza tlaxcalteca con los españoles durante la conquista y colonización de la Nueva España ha sido motivo de fuerte polémica. La participación de los tlaxcaltecas en la conquista se ha visto como un apoyo a la crueldad de los conquistadores en el sometimiento de los conquistados. Afortunadamente, a la vuelta del tiempo podemos ver con otros ojos su intervención en la colonización del norte de la Nueva España y juzgarla como una importante contribución en la fundación y florecimiento de algunas ciudades como Saltillo, por ejemplo. Sin los tlaxcaltecas, probablemente Saltillo no sería lo que hoy es, probablemente ni siquiera existiría como ciudad, pues creció y se desarrolló gracias a su aportación y apoyo. Aún hoy puede verse en la ciudad su importante legado cultural.

La historia es conocida. Los tlaxcaltecas fueron traídos a Saltillo por los españoles hace 425 años. El 13 de septiembre de 1591, se fundó el Pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala en terrenos cedidos por los pobladores españoles para que los tlaxcaltecas se asentaran al lado poniente de la villa y les ayudaran en la defensa de su territorio, reclamado por los grupos de indios nómadas de la región, principalmente los borrados, y les apoyaran en el fortalecimiento de su población. Gracias al carácter de los tlaxcaltecas, la villa del Saltillo, a punto de desaparecer antes de su llegada, logró sobrevivir. Todavía hoy perviven en su imagen y personalidad rasgos del arte y la cultura tlaxcaltecas.  

Los “tecos”, nombre un tanto despectivo afortunadamente ya en desuso, vivieron alrededor de 250 años en perfecta vecindad en su Pueblo de San Esteban. La paz y el orden eran mantenidos por sus propias autoridades, quienes velaban por el cumplimiento de las capitulaciones firmadas con el virrey en las que habían asentado sus compromisos y obligaciones, y las leyes que los regían. Su laboriosidad y dedicación le permitieron al pueblo crecer rápidamente, y su crecimiento le trajo grandes beneficios económicos a la vecina villa del Saltillo, propiciando a la vez su propio crecimiento. Subsisten en la nomenclatura actual del poniente de la ciudad nombres tlaxcaltecas:  Xicoténcatl, Moctezuma, Cuauhtémoc, Mixcoac, Mixcalco.

El legado de ese pueblo pervive en la cultura, el arte y la identidad de esta ciudad, al final formada con el amasijo del pueblo tlaxcalteca de San Esteban y la villa española del Saltillo. En la cocina mexicana, las tortillas y las gorditas de maíz, los chicales, el esquite, el atole de masa, los tamales, el mole y el pipián, provienen de la colonización tlaxcalteca. En lo regional, la cocina saltillense conserva reminiscencias de pura herencia tlaxcalteca en las típicas enchiladas, la calabacita con elote, la cajeta de membrillo, las frutas cristalizadas y el pan de pulque, perfecta simbiosis este último de la cocina europea y la tlaxcalteca, y una de las más sólidas tradiciones saltillenses. En el aspecto agrícola, los tlaxcaltecas propiciaron una intensa producción de frutales, cereales y legumbres. En la construcción, muchos de los templos existentes en el noreste fueron erigidos con mano de obra y técnica tlaxcaltecas, y su destreza en el tallado y la pintura de la madera extendió su herencia a las imágenes de sus altares y de las casas particulares, y su dominio de las técnicas de la cerámica horneada utilizando los yacimientos de barro de la región dejó su huella en las fachadas de ladrillo y los antiguos pisos de barro de múltiples casas en el centro. Sus notables habilidades como tejedores nos legaron las frazadas y el sarape de Saltillo, símbolos emblemáticos de la mexicanidad. Nadie puede negar que las pastorelas regionales y la danza de los matachines, tan diferentes de las del centro y sur del País, llevan en su esencia la impronta tlaxcalteca.