Lecciones de la historia
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Lecciones de la historia
La primera elección a la que se presentó, perdió. A la siguiente, con un país dividido y una campaña llena de retórica, mentiras y xenofobia, ganó apenas con el 30 por ciento de los votos. Una vez que se hizo del poder, y con su nación dividida y una severa crisis económica, con una inflación fuera de control, alto desempleo y a veces hasta hambruna, se puso a buscar culpables y los encontró dentro y fuera de sus fronteras.
Se propuso eliminar a esos enemigos y casi lo logra. Migrantes, judíos y homosexuales fueron sus primeras víctimas. A unos los expulsó y a otros los segregó construyendo muros. Luego cerró sus fronteras y se hizo de territorios extranjeros. Nadie lo detuvo en 1933 cuando se convirtió en canciller. Tampoco nadie le puso un alto cuando se anexó Austria, invadió la entonces Checoslovaquia y, por último, Polonia lo que desató la Segunda Guerra Mundial. La reacción de la comunidad internacional llegó, como siempre, tarde y el resultado lo conocemos todos: más de 50 millones de muertos, el exterminio de 6 millones de judíos y un continente destruido.
Pero por increíble que parezca, algo similar está haciendo Donald Trump cuando arremete contra migrantes. en especial mexicanos, a quienes, dijo, confiscará las remesas que envían a nuestro País. Queda claro que México y los mexicanos despertamos poca simpatía en Trump, pues de lo menos que nos ha acusado es de violadores, delincuentes y que es necesaria la construcción de un muro en la frontera, muro que además nos obligará a pagar.
Del comercio entre México y los Estados Unidos ni hablar, ya ha dicho que suspenderá el TLCAN e impondrá multas a las empresas norteamericanas que inviertan en México. Pero no ha parado, y en diciembre pasado tocó el turno a los musulmanes, cuando pidió prohibir su entrada a Estados Unidos en respuesta al “odio” que, según él, siente parte de esa comunidad contra los estadounidenses. Trump, abogó por un bloqueo “completo y total” a la entrada de musulmanes en el país. Además se burla de mujeres y de las personas con discapacidad.
¿Le suena imposible que suceda o le parece una locura? Pues lo mismo se decía de Hitler, que proponía cosas impensables e imposibles pero que sucedieron. El discurso del odio funciona en sociedades racistas y divididas como es buena parte de Norteamérica, que hace apenas 50 años reconoció los derechos civiles de los afroamericanos. Es por eso que la elección de candidatos en ese país debería ser algo que nos preocupara más, mucho más. Los discursos viscerales y exabruptos de los precandidatos del Partido Republicano, en especial de Donald Trump, no son solo parte de un espectáculo, son una realidad.
Los otros dos (Ted Cruz y Marco Rubio), aunque menos mediáticos, están igual o peor.
Pero volviendo a Trump, recordemos que fue acusado por su exesposa de que entre sus lecturas están viejos discursos pronunciados por Hitler, por lo que a pesar de la derrota sufrida la semana pasada en Iowa, aún tiene una gran oportunidad de hacerse no solo con la candidatura, sino también de la Presidencia de los Estados Unidos.
Sus discursos demagogos, que incitan a la rabia y al odio hacia los migrantes, son dignos de estudios psiquiátricos. Es un hombre sostenido en un sistema delirante, que apuesta al caos y a la división, y por más absurdas que parezcan para nosotros sus declaraciones, en Estados Unidos hay muchas personas que creen en ellas.
Entre ellos está ciudadanos racistas, enojados, asustados e ignorantes. Xenofobia, odio, falta de inteligencia y sobre todo el miedo, son sus mejores aliados. El miedo que está infundiendo entre sus seguidores de que los mexicanos y los musulmanes somos sus enemigos; el miedo a que nosotros los robamos, violamos y quitamos sus empleos. El miedo a todo.
Ya lo dijimos, Hitler utilizó la bandera del racismo para hacerse del poder. Luego emprendió deportaciones de migrantes e impulsó una cruenta persecución judía a cuyos miembros acusó de los grandes problemas de su país. Después ocurrió el Holocausto. Todo eso está consignado en los libros de historia, la que por cierto nos deja como enseñanza que “quizás la más grande y mejor lección de la historia es que nadie aprendió las lecciones de la historia”. Esto lo dijo Adolfo Hitler.
@marcosduranf