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Lección dura de vida

La vida nos da muchas lecciones, unas buenas otras malas, unas más fáciles, pero muchas difíciles. Y son en estas lecciones que debemos preparar a nuestros hijos para enfrentarlas, tolerarlas, aprenderlas y superarlas.

La semana pasada fui a una pequeña tienda de la esquina y al momento de pagar llegó un muchacho de 17 años (pregunté la edad) y el dueño le dice: “¿Qué hora es? Son las 8:30 de la mañana y te dije que llegaras a las 7:30. Llegaste 1 hora tarde. Quiero que regreses a tu casa y mañana la entrada es a las 7:30”. Y el muchacho se retiró a su casa. A los dos días después regresé a la misma tienda de abarrotes y le pregunté al dueño si llegó a las 7:30 de la mañana del día siguiente. Me respondió: “No. El chico ya no regresó a trabajar”.

La vida tiene lecciones duras de vida que nuestros hijos van a enfrentar tarde o temprano. ¿Cuál será su respuesta: afrontarlas o evadirlas? ¿Los estamos formando para superarlas? Creo que muchas veces no. ¿Cuántas veces las escuelas dan oportunidad para que lleguen sus alumnos tarde al mes? ¿Cuántas oportunidades les damos a nuestros hijos para enfrentar consecuencias de una mala decisión? ¿Ninguna, una, dos, tres o jamás nuestros hijos enfrentan consecuencias negativas ante sus malas acciones? ¿Cómo los preparamos?

Recuerdo que cuando estudiaba secundaria se cerraba la puerta a las 8 de la mañana y tenía que salir desde las 6:15 de la casa para llegar temprano, ya que tomaba dos camiones urbanos. Nunca llegué tarde a la escuela ya que mis papás me enseñaron que la puntualidad era fundamental en nuestras vidas. Hoy las escuelas permiten que los niños lleguen tarde y no pueden cerrar las puertas porque los padres los demandan. Entonces, ¿cuándo aprenderá nuestro hijo las lecciones de vida? Creo que nunca.

Si por descuido o negligencia el niño pierde un juguete no debe ser sustituido en forma inmediata. Deberá privárselo y claro que sufrirá por la pérdida, pero aprenderá que si no hay responsabilidad de pequeño perderá un juguete, pero de adulto será una familia o su empleo.

Enseñemos a nuestro hijo algunas lecciones de vida que son importantes:

Las buenas cosas no se consiguen fácilmente. Para una buena amistad, terminar una carrera profesional o tener un buen empleo se necesita trabajar muy duro y con esfuerzo.

El peor fracaso en la vida es no intentarlo una y otra vez. Nuestros hijos deben aprender que el fracaso no es una derrota sino un aprendizaje para hacer mejor las cosas.

Cada momento de la vida cuenta. Deben aprender que la vida se construye con cada una de nuestras pequeñas acciones y actitudes. No deben desperdiciar cada instante para crecer.

A cada acción viene una reacción. Cada conducta de nuestras vidas regresa con una respuesta positiva o negativa. Si llego tarde a una clase la reacción es un retraso, pero si llego a tiempo hay mayor aprendizaje y sin peligro de perder derecho a examen final.

La vida nos da muchas lecciones y golpes, pero son para aprender y crecer. No los sobreprotejamos, ni tampoco tenerlos en una burbujita porque tarde o temprano al enfrentarse a una adversidad no tendrán herramientas para afrontarla y surgirán los problemas de ansiedad, baja autoestima, depresión y hasta perder su sentido de vida.

@DrJesusAmaya

jesus.amaya@udem.edu