Usted está aquí
¿Le teme al futuro?
En medio de una fría noche en 1799, George Washington despertó a su esposa para decirle que se sentía enfermo. Ella notó que su esposo respiraba con dificultad y su voz era débil. Preocupada, se ofreció para ir en busca de ayuda, pero él insistió en aguardar hasta la mañana siguiente.
Los médicos descubrieron que el General Washington tenía una seria infección en la garganta y que difícilmente sobreviviría. Mientras todos trataban desesperadamente de aliviar su dolor y salvarle la vida, Washington advirtió que uno de sus asistentes se veía particularmente afligido. Mirándolo a los ojos se armó de fuerzas suficientes para decirle: “No tema”.
Washington bien podría haber estado hablándonos a todos nosotros —de los generales y presidentes que tendrían que dirigir una nación sin él, a los hombres y mujeres comunes y corrientes que enfrentan nuevos retos a diario.
Por cierto que había razones para temer aquel día en que Washington falleció, al contemplar las penosas experiencias que aguardarían a esta nación. Pero también había razones para tener valor. Quizá la más inspiradora de todas fue el ejemplo mismo de Washington.
Recordamos a George Washington como el heroico líder de la Revolución Americana y el primer presidente de los Estados Unidos. Él fue el primero en firmar la Constitución y se le considera el padre de la nación, aunque él prefería verse a sí mismo como el “granjero Washington”. Libre de ansias de poder, él supo cuándo servir y cuándo renunciar. Mientras que otros grandes líderes se volvieron tiranos, solo para ver el poder escapársele de las manos, Washington tuvo el valor de desistir.
¿Será esa la razón por la que Washington pudo decirle a su preocupado asistente en momentos apremiantes: “No tema”?
Honramos a Washington y a otros grandes presidentes por las cosas buenas que hacen por los países, por dirigir con valor y por dimitir con valor. No sabemos lo que el futuro nos depara, pero si nos comprometemos a hacer lo correcto, podremos avanzar con confianza y decir a otras personas afligidas: “No teman”.