Muchos lo conocen como el hombre que tuvieron que divorciar a la fuerza porque se exmujer se casaría con el que fuera candidado a la Presidencia de México, Enrique Peña Nieto, y con la que procreó a Sofía, Fernanda y Regina, pero otros de sus grandes amores, con quien llevó una larga duración y se convirtió en una de las parejas más poderosas de la pantalla chica, fue Angelique Boyer. 

La relación arrancó en 2010 y terminó en 2014 y fue hasta ahora, gracias a entrevista con Aurora Valle en su programa "Confesiones", que él habló de manera directa y sin rodeos, sobre qué fue eso que hizo que separaran sus vidas.

El actor, quien ahora tiene 54 años y es 23 años mayor que Boyer aclaró que pese al rompimiento, "fue una buena relación" y además agregó: “Terminó, era algo que yo creo que estaba previsto que pasara".

Cuando se le preguntó de forma directa si algo tuvo que ver la diferencia de edades entre ambos: "Siempre fui consciente (sobre la diferencia de edades)", agregó, "y realmente lo platicamos algunas veces, era algo que tenía que pasar".

Y aunque el productor ha tenido otras novias a las que regularmente les lleva varios años, con Angelique acepta que finalmente le terminó pesando la edad: "era mucha", algo que al final pesó: "Ni modo, a seguir adelante".

Y aunque se dio en buenos términos, a él, en lo personal le pegó y la pasó bastante mal: "Yo creo que cuando terminas nunca es fácil, nunca es sencillo, por mucho que lo puedas pactar, si hay sentimientos, te duele".

Pero finalmente con lo que se queda son con las cosas buenas: "Lo que guardo (de Angelique Boyer) son las cosas buenas", dijo, “acordarme de lo malo no ayuda".

Y ya entrado en el tema admitió que la "brecha generacional entre ambos era mucha", algo que al final pesó: "Ni modo, a seguir adelante".

Además, admitió que luego de la ruptura sí la pasó mal: "Yo creo que cuando terminas nunca es fácil, nunca es sencillo, por mucho que lo puedas pactar, si hay sentimientos, te duele".

"Lo que guardo (de Angelique Boyer) son las cosas buenas", dijo, “acordarme de lo malo no ayuda".