Lázaro, el lazarillo, un rufián entre rufianes

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Lázaro, el lazarillo, un rufián entre rufianes

Fotos: Omar Saucedo/VANGUARDIA.
El montaje de Taumateatro del texto de Arístides Vargas es una comedia de humor negro sobre la miseria y la pobreza, que está en temporada en Foro Amapola durante julio y agosto

El mundo de Lázaro de Matamandingas está lleno de rufianes. Él es uno de ellos, pero no llegó a ese punto por cuenta propia; contó con la guía de exóticas figuras en su vida, hombres y mujeres marcados por sus deseos aspiracionales, sus vicios y las condiciones de la sociedad en que viven y que, sin procurarlo del todo, legaron sus filosofías al joven.

“De cómo moría y resucitaba Lázaro, el lazarillo” es una obra del dramaturgo Arístides Vargas que toma inspiración del clásico de la literatura en lengua española “La vida de Lazarillo de Tormes” y se encuentra actualmente en temporada con una producción de Taumateatro, bajo la dirección de Saúl Martínez, todos los domingos de julio y el primer domingo de agosto en Foro Amapola en punto de las 19:00 horas.

El texto del argentino retrata la pobreza y la miseria a través de los ladrones y estafadores con los que termina involucrándose el protagonista y con quienes tendrá que lidiar para subsistir, entre eventos hilarantes y conmovedores, a la vez que otorga desde esta plataforma una mirada a la brecha entre las clases sociales y las aspiraciones basadas solamente en la riqueza material.

Si bien el libreto ha sido montado como monólogo, en esta ocasión los roles se reparten entre dos actores y es así como sobre el escenario la propuesta de Taumateatro presenta a Rebeca Campos como el titular Lázaro, con un acento fuerte y una picardía que se come a la autocompasión del personaje, pues a pesar de que reconoce su propia miseria no se detiene a lamentarse mucho, mientras que Francisco Ramírez interpreta a las cinco personas, empezando por la madre del protagonista, que servirán como tutores del joven rufián al mismo tiempo que de sus abusadores, en la mayoría de los casos.

Cada uno de estos encuentros estará marcado por las particularidades de los personajes a cargo de Ramírez, desde un limosnero ciego hasta un hombre que finge ser italiano para apantallar y un sacerdote glotón y embustero, con una energía que puede llegar a invadir por completo el escenario, mientras que Campos reacciona en su papel a los embates de dichos individuos tan bien como un joven en su situación podría lograrlo.

Las interacciones entre ambos a veces funcionan como relevos, de manera más notoria cuando Ramírez pasa de un personaje a otro y deja a Campos como Lázaro con sus ideas y reflexiones, pero también presente en las intervenciones del primero, donde el joven suele pasar a segundo plano mientras el tutor hace y deshace o monologa sin respuesta.

No obstante, aquellos momentos de choque o encuentro entre el Lazarillo y los adultos en su vida pueden llegar a ser algunos de los más divertidos de la obra y ponen a prueba las habilidades de ambos actores.

La escenografía hace su trabajo con eficacia. Al fondo los tutores de Lázaro cuelgan en sus prendas, esperando que Ramírez los porte en la escena indicada, de manera similar a como lo hizo hace unos meses el musical “Los últimos cinco años”, donde el cambio de vestuario quedó aparente también. Mientras tanto, un pequeño mueble con ruedas fungirá como silla, como cama, o lo que sea necesario para el momento.

A estos se suma una caja de galletas María, que también se transforma en diferentes objetos a través de la palabra, pero que principalmente sirve como recordatorio de la miseria en que nació y en que, es probable, continuará viviendo el Lazarillo de Matamandingas.

“De cómo moría y resucitaba Lázaro, el lazarillo” seguirá en temporada los días 11, 18 y 25 de julio y el 1 de agosto en Foro Amapola, con aforo reducido, en punto de las 19:00 horas y boletos en 150 pesos, los cuales se pueden reservar a través de las redes de la compañía y del teatro.