Laureana, pionera del feminismo en México

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Laureana, pionera del feminismo en México

Laureana Wright. Foto: Internet.

El año pasado escuché un programa de radio sobre las monjas escritoras novohispanas. Las historias eran alucinantes: novicias atormentadas por los demonios, religiosas que veían a la Virgen, poemas místicos perdidos en los archivos de los conventos. Las biografías de ellas fueron tomadas de un libro no menos extraordinario titulado Mujeres notables mexicanas de Laureana Wright de Kleinhans (1846-1896). La obra es una compilación de semblanzas que nos muestran personajes femeninos sorprendentes, desde poetas y princesas prehispánicas, literatas y prioras de la época colonial, heroínas del movimiento de Independencia, hasta intelectuales, filántropas, cantantes y artistas “contemporáneas” (siglo XIX).

Laureana Wright logró reunir más de una centena de nombres de mujeres destacadas, lista que contrasta injustamente con las escasas apariciones de mexicanas célebres en los libros escolares de historia. En la primaria apenas conocí a doña Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario, Sor Juana Inés… creo que es todo. Como si la presencia de las mujeres fuera más un azar, una casualidad, que una realidad fundamental. A principios del siglo XX, Mujeres notables se imprimió como una lectura didáctica para las niñas en las aulas. Pocos años después también existieron otros volúmenes con la misma intención, como Lecturas para mujeres de Gabriela Mistral, quien fuera invitada por José Vasconcelos para publicar esta obra en la Secretaría de Educación.

En 1916 se realizó el Primer Congreso Feminista en México, pero las ideas de este movimiento habían llegado desde el siglo anterior. Laureana fue una de las precursoras más mediáticas. Hija de padre estadunidense y madre mexicana, recibió una educación esmerada y manifestó, muy pronto, su pasión por la literatura. Su pensamiento moderno no gustó a todo el mundo y más de una vez causó polémica con sus escritos, aun así fue profeta en su tierra. Entre sus múltiples trabajos me parece importante resaltar dos: su visión de la prensa como instrumento de formación cultural y el ensayo “La emancipación de la mujer por medio del estudio” que salió a la luz en 1891.

Desde la década de 1880, Laureana Wright ya colaboraba en periódicos dirigidos exclusivamente a lectoras. Poco tiempo después funda el famoso semanario “Violetas del Anáhuac”, donde las colaboradoras escribían textos de creación literaria a la par de ensayos, crítica y opinión. En este espacio aparecieron periódicamente las biografías de las “mujeres notables”. Otros diarios de la época hacían lo mismo, pero Laureana se distinguió por divulgar las vidas de las mexicanas y no de las europeas emblemáticas, como era común. 

Wright negó, en “La emancipación…” que las mujeres fueran “inferiores” y “débiles”, como muchos sostenían en aquella época (y en ésta, increíblemente). Argumentaba que esas etiquetas de opresión se debían a la cultura y sus mitos, como el de Pandora, donde la curiosidad femenina abrió la caja de los males; o Eva, la causante del pecado. “Sólo hallándose la mujer a la misma altura que el hombre en conocimientos, podrá levantar su voz, hasta hoy desautorizada, diciéndole: ‘Te reclamo mi reivindicación social y civil’”, escribió.

Otra hubiera sido la historia si libros como Mujeres notables mexicanas se conservaran entre las lecturas de formación básica. Comprenderíamos mejor los eventos del 8 de marzo como la continuación de una lucha histórica que nació desde el primer momento de desigualdad. Antes del feminismo como movimiento, fueron muchas las que alzaron la voz. Al igual que hizo Laureana, habrá que recordarlas y devolverles su lugar en la memoria.