Las sincronizadas del presidente

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Las sincronizadas del presidente

Hace algunos días el abogado y profesor asociado de la División de Estudios Jurídicos del CIDE, Saúl López Noriega, fue al programa radiofónico que conduzco con la maestra Gabriela Warkentin, llamado “Así las Cosas”, nos platicó de un maravilloso texto que publicó en colaboración con la abogada Paola Cicero Arenas en la revista Nexos titulado “Los gastos de la familia presidencial. El espejo de la Casa Blanca”, fueron poco más de 20 minutos de conversación acerca de la manera en la que en Estados Unidos se llevan con lujo de detalle y de manera transparente los gastos de la familia presidencial. Barack Obama paga todo lo que consume su familia; la lista del supermercado, las pizzas de los sábados, los whiskys con amigos, la tintorería, sus trajes, los vestidos de Michelle, todo se le descuenta de su salario mensual (incluso la mudanza para llegar a la Casa Blanca también la pagaron los Obama), y en realidad a nadie le importa que pidan una pizza de 150 dólares o un vestido de 3 mil, todo lo pagan ellos y cada gasto está abierto al público. Esta transparencia es una tradición de dos siglos, López Noriega dio decenas de ejemplos, presidentes que pedían comer las sobras de las cenas oficiales (éstas sí son pagadas por el estado) para ahorrar, primeras damas que tuvieron que hablar con su marido para detener el gasto en consumo de bebidas alcohólicas, en fin, prácticas de una transparencia bien aceitada. 

En contraste en México todo es opaco, según la revista Quién sabemos que al presidente le gustan las sincronizadas después de correr, y que su helado favorito es el de mamey y que no sabe en cuánto está el kilo de tortillas porque “no es la señora de la casa” y agregaría, porque seguramente no se las cobran mensualmente. El siguiente párrafo del trabajo periodístico de López y Cicero retrata la situación de rendición de cuentas actual “sin considerar la calidad de las interrogantes, el común denominador de las respuestas gubernamentales ha sido o la inexistencia de la información —es decir, que ninguna de las áreas que integran la presidencia de la República tiene registrado un gasto al respecto— o bien la reserva de ésta por motivos de seguridad nacional. Otra respuesta comodín, no menos absurda, ha consistido en señalar que la primera dama no es servidora pública y, por tanto, está exenta de la rendición de cuentas y de la asignación de recursos federales en el Presupuesto de Egresos de la Federación —a pesar de que el Estado Mayor Presidencial tiene entre sus funciones organizar su participación en eventos públicos—.”

Entusiasmado por el artículo, lo compartí con la mayor cantidad de gente posible, persona que me encontraba, comida a la que asistía ponía el tema sobre la mesa, me sorprendió la reacción de varios al decir que “era una exageración”, “no le vas a estar cobrando las tortillas al presidente”, y como ¿por qué no?, no estamos acostumbrados a que nos rindan cuentas, ¿por qué el presidente no debería de preocuparse por el precio de los alimentos? ¿por qué deberíamos de pagar su comida del fin de semana? ¿por qué tendría que pagar su sincronizada después de correr? Aquí viven como reyes, pregonan cada que pueden la transparencia, pero son incapaces de decirnos cuánto gastan en hacer su vida, el representante del pueblo mexicano no vive como tal, los Pinos esa eterna burbuja en dónde todo sale gratis.