Las Rémoras (1)
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Las Rémoras (1)
Parte fue a través de la complicada red legal que el moreirato implementó, otra más por las facturas necesarias debido al apoyo en la campaña, pero la administración de Riquelme después de ocho meses debe necesariamente pasar a la fase del acomodo o golpe de timón, para poder consolidarse como mandatario coahuilense y no un agazapado de la tiranía rubeniana.
Las rémoras, entonces, anidan en el intrincado mecanismo burocrático y navegan lo más alejado a los reflectores a fin de permanecer en el poder y en el presupuesto. Triste calavera de esos personajes que encontrarán su juicio a los pocos meses.
Un sorprendido Chema Fraustro apenas atinó a acercar su aliento al oído de Riquelme para musitar: “Me engañaron, señor gobernador, me mintieron”; lo anterior en una reunión a la que acudieron los maestros de la disidencia y los glotones líderes de la Sección 38, con motivo al seguimiento a los compromisos adquiridos por el gobernador con las bases magisteriales y pensionados.
Riquelme, confiado por la información de Chema, había declarado que parte de la problemática del desabasto de medicamentos se había solucionado con la entrega del cheque de 60 millones de pesos al sindicato y su líder “inmoral” Carlitos M.
Cuando el grupo disidente mostró los resultados de la auditoria en la que se reflejó que la escasez subsiste; para toda dolencia las clínicas no pasan del mentado paracetamol. El enojo del lagunero fue evidente y de ahí el susto del acomodaticio funcionario que ya tiene fecha y sucesor.
El secretario general de la 38 (de mentiritas) aclaró que el medicamento estaba cotizándose y que sería hasta dentro de un mes que pudiera existir en las clínicas, rompiendo con ello una promesa del gobernador.
(En realidad ese dinero en parte fue utilizado, según antenitas de vinil, para la boda de la hija de Carlitos M. y recuperado al mes mediante las dividendos de las inversiones del fondo de pensiones del magisterio, por eso la insistencia de que debería cotizarse el medicamento. ¡Si pendejos no son!).
Chema es secretario de Gobierno debido a una imposición, y el cobro de la factura en los meses del sexenio ya fue cubierta, sobre todo con la última de sus adquisiciones: el restaurante La Canasta, claro, a través de socios de mentiras. Meses antes en Piedras Negras se inauguraba otro de sus negocios, El República, que junto con el de Saltillo constituyen su arribo al negocio de la gastronomía.
Ejemplo del ejercicio de los negocios a través del poder, le sería imposible comprobar que con sus ingresos pudiera ser copropietario de edificios, casas y ranchos. (Frente al Muguerza, los terrenos de la antigua Forestal, ranchos en General Cepeda, Sabinas y Zaragoza, además de su tajada en el Country Club Río Grande).
Las reglas de la política son simples: no opacar al jefe; evitarle sorpresas; llevarle soluciones, no problemas; y ser leal a uno y traidor a otro. Chema, con esta exhibida que le dio a Riquelme, pintó su calavera.
Por lo que hace a la otra rémora, no menor, Carlitos M. está confiado en que su hermano lo sigue protegiendo y que este poder es eterno, sin embargo, se equivoca. Bloqueado por la nueva ola que vendrá a sustituir a los actuales dirigentes del SNTE y con las evidencias del dispendio y saqueo, exhibidas en las grotescas fotografías del evento de San Miguel, su exclusión es adivinable. (Esa boda con los dirigentes operados, las gordas con sus vestidos chillantes por metro cuadrado, las joyas de fantasía y el marco del derroche a cuenta de la 38, aquello fue el festín de los piojos resucitados. Solo los más prudentes no asistieron sabedores de las consecuencias).
Tan simple que es soltar a los contadores de la auditoría para conocer el destino del dinero de los coahuilenses, de esos quisquillosos que hasta los corn flakes cuentan para cerciorarse, para que el saqueo quede demostrado, ya que es tan burdo el actuar de los que tenían ganas de tener, que dejan evidencias por todos lados. ¿Cuánto tiempo más, gobernador Riquelme, para legitimar su sexenio?