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Las primeras reporteras mexicanas
El primer acercamiento de las mujeres al periodismo en nuestro país fue a través de la imprenta. La historia recuerda a Juan Pablos como el primer impresor de América, al comenzar este oficio en la Ciudad de México en 1539. Pero no siempre se cuenta la otra parte: Al morir Juan Pablos, su esposa Jerónima Gutiérrez se encargó del negocio, convirtiéndose en pionera de la cultura impresa. Es decir, la presencia femenina ha estado ahí dese el inicio, aunque no aparezca en los libros. Esta anécdota la narra Elvira Hernández Carballido en Mujeres de primera plana. Las primeras reporteras mexicanas (Elementum, 2020), donde hace un recuento de la participación de las escritoras en los periódicos.
Hernández relata, citando a Irma Lombardo, que el primer diario de nuestro país fue La Gaceta de México y noticias de la Nueva España en 1722. “Desde entonces, la presencia masculina en las páginas de las publicaciones ha sido numerosa y predominante”, explica la autora, quien agrega que “acerca de las mujeres, la historia apenas empieza a escribirse”. Las primeras colaboradoras surgen en 1805 a través del Diario de México y la Gaceta de Valdez, pero muchas de ellas firmaban con seudónimo y no siempre es posible reconocerlas.
En este siglo XIX aparecieron diversos periódicos dirigidos a las mujeres, pero fue hasta 1873 cuando por primera vez en México una mujer quedó al frente de un medio impreso. Se trata de Ángela Lozano, fundadora de la revista literaria El Búcaro, junto a Manuel Acuña y otros literatos, como argumenta Hernández Carballido. Otras publicaciones emblemáticas fueron la famosa Violetas del Anáhuac (1887-1889), a cargo de Laureana Wright, y el semanario Vesper, fundado por Juana Gutiérrez de Mendoza y Elisa Acuña Rosette, que estaba “totalmente destinado a cuestionar de manera severa la dictadura de Porfirio Díaz”.
El libro de Elvira Hernández se centra en narrar la historia de las reporteras. Si bien, las mujeres poco a poco se abren camino, con todos los impedimentos de la época, en el mundo masculino del periodismo, no se les permitía ser “reporteras de a pie”, como dicen; tampoco las dejaban formar parte del equipo de redacción. Las autoras publicadas solían ser colaboradoras que desde su casa escribían sobre diversos temas y los textos eran acomodados en una página específicamente “para mujeres”.
Las primeras décadas del siglo XX fueron agitadas; entre la Revolución Mexicana y la situación cultural del país, surgen los movimientos feministas que exigían el derecho al voto y a la educación de la mujer. En medio de este ambiente, la escritora presenta numerosas periodistas que se adentraron en el mundo de la palabra impresa, pero dedica su libro a cuatro de ellas.
La primera es la coahuilense Magdalena Mondragón (1913-1989). Luego de hacer una carrera comercial, estudiar inglés en Texas y colaborar en algunos diarios descubre que su vocación es la escritura. Se va a la Ciudad de México, donde por problemas económicos no concluye su carrera en Letras, y pide trabajo en el periódico La Prensa. Elvira Hernández relata que el director estaba sorprendido ante las agallas de aquella mujer que quería un puesto así. Para retarla le da la fuente policiaca y ella aceptó. Sorprendió a todos con su destreza periodística y fue ascendiendo hasta que la reconocieron por sus entrevistas al entonces presidente Cárdenas, a Calles y a Roosevelt, en una rueda de prensa en la Casa Blanca. Su escritura fue siempre política en los periódicos, así como en sus novelas. De prosa inteligente y con una profunda conciencia social, Mondragón se perfiló como una de las plumas más sagaces de su época.
Después aparece la historia de María Luisa Ross, quien desde niña tuvo una excelente educación. Se graduó como maestra normalista y cursó literatura estética en la escuela de Altos Estudios. Admirada por Luis G. Urbina y Justo Sierra, comenzó a publicar columnas en periódicos. Representó a México en España a través de una serie de conferencias y creó la Unión Feminista Iberoamericana. Formó parte de la redacción del periódico El Universal por varios años y fue cofundadora de la radio de la Secretaría de Educación Pública. Cuando estaba en el diario le encargaron la sección de “Modas”, pero lejos de limitarse a hablar de vestidos y zapatos, Ross se las ingenió para colar artículos sobre literatura y feminismo. Tiempo después fue una de las primeras mexicanas en trabajar como corresponsal en Europa cuando estaba la Primera Guerra Mundial, ya que ella dominaba el italiano, inglés y francés.
La vida de Elvira Vargas (1906-1967) también es conmovedora. De origen muy pobre, consigue ingresar a la Facultad de Derecho, pero tuvo que trabajar siempre para sostenerse. Ella misma construyó con sus manos su propia casa y comenzó en los diarios como parte de sus múltiples empleos. Cuando se convierte en reportera, ven en ella un acierto. Gran olfato periodístico, sensibilidad, inteligencia. Es la encargada de cubrir la campaña presidencial de Lázaro Cárdenas. Después, durante el gobierno de éste, realizó importantes reportajes sobre las malas condiciones de los trabajadores del petróleo. Durante su carrera redactó artículos y notas con temas de compromiso social que la colocaron como una de las figuras periodísticas más destacadas.
La última estrella del libro es Esperanza Velázquez Bringas (1889-1968). Su carrera periodística “no fue tan extensa comparada con la que hizo de funcionaria”, comenta Hernández. Pero se dedicó a un género “que ninguna mujer hasta ese momento había intentado redactar: la entrevista”, agrega. Fue en el periódico El Universal donde publicó sus entrevistas más emblemáticas a personajes como Gabriela Mistral. Otros entrevistados célebres fueron Ramón María del Valle Inclán y José Vasconcelos. Escribió otros libros importantes de política y crónicas de viaje.
La obra de Elvira Hernández Carballido es una introducción a este universo olvidado: el protagonismo de las mujeres. No sólo el periodismo (o quizá el discurso histórico, mejor dicho) ha ignorado a sus pioneras, la presencia femenina suele ser omitida de toda disciplina, aunque las cosas han estado cambiando. En los últimos años han crecido los estudios de investigación que muestran otra manera de entender el pasado. Mujeres de primera plana se suma a este movimiento editorial que difunde el trabajo de las escritoras de ayer, quienes pelearon para que las reporteras de hoy puedan participar con mayor libertad en el ejercicio periodístico.
Libro: Mujeres de primera plana. Las primeras reporteras mexicanas.
Autora: Elvira Hernández Carballido
Editorial: Elementum
Año: 2020
Número de páginas: 143
Contacto: editorialelementum@gmail.com