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Las mujeres de Lorca
Nadie sabe dónde está, sólo sabemos que desde hace 80 años Federico García está muerto. Hoy, su legado es fuente de múltiples análisis que buscan descifrar el discurso con el que sumerge a sus personajes en las situaciones de la España del siglo XX que él mismo padeció y que en ésta ocasión desciframos bajo su visión de la mujer en sus obras dramáticas.
Nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros en Granada España y mostró desde muy joven un interés por las letras y las artes, lo que lo llevó a estudiar Filosofía y Letras en la Universidad de Granadas y formar parte de la residencia de Estudiantes en Madrid.
Es reconocido por formar parte de la Generación del 27, misma que se caracterizó por mezclar la poesía tradicional con movimientos de vanguardia, abordar los mismos temas de manera similar y por hacer uso de la metáfora de la imagen.
El poeta y dramaturgo tenía 38 años cuando lo fusilaron. Rechazó el exilio en México y en Chile, por lo que fue acusado de ser espía de los rusos, haber sido secretario de Fernando de los Ríos y haber sido homosexual, lo que culminó en su asesinato el 19 de agosto de 1936.
Y aunque la poesía es el mérito por el que mejor se le conoce, como dramaturgo también fue considerado uno de los mayores representantes de España con obras como Mariana Pineda, Yerma, Bodas de Sangre y La Casa de Bernarda Alba.
La analista e investigadora española María Isabel Lorca Martín de Villodres publicó el artículo ‘Derecho y literatura: libertad y justicia en la obra dramática de García Lorca’, donde a partir de su profesión disecciona las obras mencionadas para poner de manifiesto algunos puntos sobre la escritura lorquiana.
En su investigación, María Isabel asegura que es posible identificar recursos comunes como el papel de la mujer en la sociedad, mujeres en contra de su rol respecto al del hombre y las ansias femeninas por liberarse de los convencionalismos sociales que las reprimen, representando así el impulso dominante de la justicia natural frente a la social.
Retomando este texto, conoce por qué la analista describe a las mujeres de García Lorca como marcadas, rebeldes y justicieras.
Mariana Pineda (1838)
Las protagonistas de la obra de Lorca están condicionadas por acontecimientos previos fuera de sus manos que llegan a definir su personalidad, como en el caso de Mariana Pineda que fue un personaje histórico ejecutado por Fernando VII y que de antemano el lector conoce el destino.
Ella se muestra superior en valentía y fortaleza a los personajes masculinos y decide morir en defensa de la libertad para entregar su vida a lo que considera justo, producto naciente de un contraste entre lo que la ley humana dicta y el sentido natural de la justicia.
Se entrega por la defensa de la libertad y para ella eso es justicia: “¡Morir! ¡Qué largo sueño sin ensueños ni sombras! / Pedro, quiero morir por lo que tú no mueres, / por el puro ideal que iluminó tus ojos: / ¡Libertad! Porque nunca se apague tu alta lumbre/ me ofrezco toda entera. ¡Arriba, corazón! / ¡Pedro, mira tu amor a lo que me ha llevado! / Me querrás, muerta, tanto, que no podrás vivir.”
Bodas de Sangre (1933)
En esta ocasión se trata de una mujer más fuerte que otras mujeres, y Lorca no deja pasar la oportunidad de mostrar cómo en la sociedad de su época el dinero era lo que determinaba las concreciones matrimoniales muy por encima de la voluntad y los sentimientos de los involucrados.
Mientras Madre del Novio y Padre de la Novia presumen las “virtudes” de sus hijos, Lorca pone de frente el canon social de que la mujer valiosa de aquellos tiempos era una mujer sumisa, dedicada a las tareas del hogar, callada y lo suficientemente fuerte para aguantar largas jornadas de trabajo.
La justicia se plantea en esta ocasión la disyuntiva entre lo femenino y lo masculino de nuevo contraponiendo a la justicia, por eso Madre, muy convencida de que los pecados de su nuera manchan su reputación y la de su hijo, está completamente segura de que el asesinato de su amante es lo que hay que hacer.
Con la muerte de los jóvenes se refleja el sentido de lo justo determinado enteramente por las fuertes tradiciones y convencionalismos que la autora considera muy distantes del sentido de lo justo por la ley.
Yerma
A partir de la primicia de una mujer estéril, Lorca es menos preciso en esta ocasión y se ocupa por desarrollar un carácter de lo femenino a lo largo de la obra, aludiendo nuevamente a los matrimonios concertados.
Cuando Juan y Yerma no han tenido hijos tras 24 meses de estar casados, a ella la domina la incesante necesidad de ser madre, pero sospecha que su esterilidad no es más que producto de no amar a su marido.
Sin embargo para Yerma es imposible siquiera pensar en concebir un hijo con un hombre que no sea Juan, pues la visión de la “honra femenina” la condicionan constantemente, y en la obra los refuerzos son el mismo marido, las lavanderas e incluso el sabio.
Con una obsesión por la maternidad (ya que en ese entonces era parte fundamental del ciclo de vida de la mujer) Yerma asesina a Juan cuando le dice que ambos son estériles, lo que provoca que ella haya tenido relaciones con el bajo el conocimiento de la condición de ambos, separando el sexo de la intención de reproducirse, único factor que la mantenía cercana a él.
Esto la hace sentirse abusada y la muerte de Juan representa para ella la liberación de su sufrimiento, la compensación de su frustrante situación como mujer y al final, una solución justa, restauradora plagada de desasosiego personal, alejado completamente de nuevo de la justicia legal.
La casa de Bernarda Alba (1936)
Esta fue la última producción teatral de García Lorca antes de su fusilamiento, una amplia muestra de creatividad donde interpone su sentido de la disparidad entre la justicia social o legal y la natural.
Nuevamente se trata de una mujer fuerte como protagonista que se ve inmersa en el universo femenino de Lorca visto en las obras previas como el ambiente rural, las ansias de libertad, el matrimonio, la muerte el destino, el fatalismo y un natural sentido de la justicia que será crítico para el final trágico
Mientras algunos críticos señalan que esta obra refleja a la mujer que se rebela ante su destino inexorable, otros le observan un sentido más bien político en el que ella es muestra de una predilección por la guerra civil española del escritor.
Marcada en inicio y fin por la muerte Bernarda somete a sus hijas a severos rituales de luto, es represiva autoritaria y defiende la ley social más rigurosa mientras su hija menor Adela es libertad y ley natural, busca romper convencionalismos sociales y a final le cuesta la vida.
Ella y sus hijas se ven víctimas del fuerte resguardo que Bernarda tiene por estos convencionalismo, cuidando a capa y espada la “honra” de su casa, llevándola a los extremos del asesinato bajo lo que ella considera justo.
El propio Lorca se muestra como un conocedor de la sociedad española del siglo XX, orillando siempre a sus personajes a la muerte que hace evidente desde el inicio de sus obras, mostrando a mujeres que ansían la libertad al ver realizada la justicia que entienden como natural dentro de su propia existencia.