Las mil y una rutas hacia el orgasmo femenino, contadas por mujeres

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Las mil y una rutas hacia el orgasmo femenino, contadas por mujeres

Cada mujer, e incluso cada hombre, es un mundo con su personal, intransferible y patentable ruta para llegar al clímax. Foto: Vanguardia/ Archivo
Un blog que ya se ha hecho viral recoge testimonios anónimos y femeninos respecto al placer sexual supremo y cómo conseguirlo

“Imagínate que mi vagina es el mapa de Manhattan. Si estoy tumbada sobre mi espalda, Central Park podría ser una pista de aterrizaje y Carnegie Hall sería mi clítoris. Bajando de la 57 a la 42, y entre la 10º avenida y Lexington, estarían los barrios de más categoría. Times Square sería, por supuesto, mi trasero. Y deberíamos llegar a un acuerdo antes de ir allí”. Este símil entre los genitales femeninos y la geografía de la zona más cinematográfica de la Gran Manzana, tiene como objetivo explicar, a modo de mapa del tesoro, uno de los muchos caminos para llegar al orgasmo en el blog de Tumblr, How to make me come. Su propósito es recopilar testimonios anónimos de mujeres sobre lo que más les pone, los botones que hay que presionar para que se produzca la ansiada descarga, o cómo encontrar el detonante que haga saltar por los aires la entrada a la escondida cueva del placer.

Así a simple vista, uno puede pensar que muy bien, que el orgasmo femenino, bastante menos mecánico que el masculino y mucho más huidizo, siempre ha dado para mucha literatura. Cada mujer, e incluso cada hombre, es un mundo con su personal, intransferible y patentable ruta para llegar al clímax. Interesante para quién la posee y para su pareja, pero nada más. Sin embargo, un repaso a los posts de este blog es un interesante recopilatorio, con testimonios de primera mano, sobre lo que les gusta a las mujeres en la cama o, si se quiere presentar en negativo –por eso de que el positivismo esta ya muy visto-, un manual sobre lo que no hay que hacer para que una mujer llegue al orgasmo, que todo mastuerzo debería leer. El post número uno es ya toda una declaración de intenciones y cumple como nadie la regla de 'lo bueno y breve dos veces bueno', ya que se limita a una sola frase: “No es solo lamer”. Una única norma que, para muchos, serviría ya como ejercicio a realizar a lo largo de toda su existencia.

Otro de los posts más ingeniosos de este blog, el número 13, trata de trazar una ruta interactiva para encontrar el misterioso punto G y empieza así, “gentil guerrero, yo te elogio por tu valentía, fortaleza y resistencia en cada intento por embarcarte en lo que la mayoría consideraría una desafortunada misión porque, por lo que yo sé, mi vagina es un terrorífico y misterioso lugar. Muchos han entrado en él. Pocos han vuelto… con vida”.

La idea de empezar este blog, como explicaba su autora, Sylvia, una escritora norteamericana de 27 años, que también desea permanecer en el anonimato, a The Cut, creció tras contarle una experiencia sexual a una amiga y sincerarse con ella como nunca antes lo había hecho con nadie. “Cuando la dejé, me sentí positivamente removida. Aunque nos conocíamos desde hace años, aunque habíamos hablado mucho de sexo, me di cuenta que nunca había tratado el tema con ese grado de especificidad y vulnerabilidad. Si así es como me sentía después de hablar honestamente de orgasmos femeninos con una mujer, quería tener este tipo de conversación a gran escala, y para eso necesitaba más mujeres”.

El género femenino lleva una larga tradición de siglos escuchando lo que es sexualmente adecuado, o no, para una dama. Por eso, las sensaciones de las mujeres no pueden estar totalmente desligadas de lo que pasa fuera del dormitorio. El título del post 52 del blog, es todo un resumen del papel que a ellas les tocó siempre representar: el de suministradoras de placer, antes que demandantes. “Si cada mujer a lo largo de la historia de la humanidad hubiera pedido a su pareja tener un orgasmo, probablemente seríamos ahora un género que tendría la capacidad de tener orgasmos en casa relación”. De hecho, fisiológicamente estamos preparadas, pero las estadísticas demuestran que no llegamos a desarrollar todo nuestro potencial como deberíamos. Un estudio del Instituto Kinsey de la Universidad de Indiana, publicado el pasado año en The Journal of Sexual Medicine, revelaba que el género y la orientación sexual cuentan, y mucho, a la hora de obtener placer. Mientras los hombres alcanzan el orgasmo en el 85,5% de sus encuentros, la media en las mujeres baja hasta el 62,9%. Las diferentes orientaciones sexuales tampoco tienen una gran variación entre los varones; con una media de orgasmos del 85,5 % para heterosexuales, el 84,7% para homosexuales y el 77,6% para bisexuales. Sin embargo, las cifras fluctúan más para ellas; con un 74,7% para las lesbianas, un 61,6% para las hetero y un 58% para las bisexuales.

Estas diferencias bastarían ya para justificar la existencia de How to make me come, pero su autora ahondaba más, en el artículo de The Cut, sobre el motivo de por qué es importante gastar el valioso tiempo hablando de cómo las mujeres consiguen el placer. “Creo que es un tema que merece una discusión, no solo porque el orgasmo femenino puede ser, a veces, algo difícil de conseguir, sino porque cuando hablamos de él hay implicaciones más profundas (…). He pensado mucho sobre cómo la manera en que nosotras tenemos sexo, tiene un cierto paralelismo con las implicaciones sociales y políticas que conllevan ser mujer. Si no puedes expresar lo que quieres en un momento en el que estás excitada, deseada y conectada con alguien; entonces tampoco podrás decir lo que quieres fuera de la cama, en el mundo. A medida que me metía más en este proyecto, empecé a contemplar el reverso. Una se puede sentirse segura en su día a día y luego, en los momentos privados y sexuales, puede que no sea así. Entonces una se ve a si misma como una impostora y empieza a pensar: a lo mejor no tengo tanta confianza en mi misma como yo creía. A lo mejor todavía no se cómo hablar de lo que siento. A lo mejor no soy realmente valiente, o solo lo soy cuando se trata de algo fácil y que me conviene”.

Sobre las implicaciones sociales de ser una mujer, o el panorama de lo “sexualmente correcto” que nos dibujaron hasta la saciedad, tratan -probablemente sin pretenderlo-, dos de los posts del blog, que se titulan, 'Fingí que no me estaba corriendo porque mi cerebro de chica de 17 años me decía que era muy raro que me corriese tan rápido' y “Si un chico llegara a descubrir las cosas que me ponen, probablemente saldría corriendo”.

En el blog se contemplan un amplio repertorio de experiencias. Está la de una mujer que solo ha tenido un orgasmo –vaginal- en su vida. A manos de su ex novio en el sofá del salón. Está la de otra que pide a gritos en el título de su artículo: “Haz lo incorrecto. Por el amor de dios, haz lo incorrecto”. Otra autora confiesa que le lleva 45 minutos empezar a estar excitada y que la masturbación es para ella “un jodido juego mental zen”; la que pide que la amen “como Sting ama a Trudy”, la que no puede correrse cada vez que su compañero de piso está en casa y la que dinamita el estereotipo que dice que las mujeres buscan seguridad, por eso les es más complicado llegar al clímax en el sexo casual. Desde el titular de su reflexión, una mujer discrepa. “cuando se trata de sexo, hay que ir caso por caso. Yo he tenido increíbles relaciones con hombres de una sola noche y mal sexo con un novio de muchos años”.

Cuando The Cut pregunta a la autora de este blog si cree que su proyecto ayudará a desmitificar el orgasmo femenino, Sylvia contesta, “de alguna manera, más bien creo que este blog puede tener un efecto contrario, mitificar todavía más el tema, porque refleja que hay millones de respuestas diferentes para la misma pregunta. Pero hay algo de este proyecto que puede servir a todo el mundo, y es que hacer que “me” corra es diferente a hacer que “ella” se corra”.

Si nuestras fisionomías no presentan ninguna tara y estamos biológicamente preparadas para el orgasmo, igual que los hombres, entonces, ¿por qué a muchas mujeres les cuesta tanto alcanzar la petite mort? Según Francisca Molero, sexóloga, ginecóloga, directora del Institut Clinic de Sexología de Barcelona y directora del Instituto Iberoamericano de Sexología, “hay varios factores. Para empezar, un desconocimiento de la mujer de su propia anatomía, que se ha controlado desde el punto de vista social. El órgano genital masculino es visible, manipulable y sufre modificaciones a lo largo del día, pero el de la mujer está oculto, necesita de un descubrimiento y aprendizaje, que, históricamente, se ha negado por cuestiones morales, con lo que muchas mujeres no saben muy bien como estimularse. Otras, en cambio, aunque fisiológicamente tienen orgasmos, son incapaces de reconocerlos. Es decir, su cuerpo ha llegado al clímax, pero su cerebro no es capaz de identificarlo. La causa de esto es por desconocimiento de lo que es realmente un orgasmo, o por falsas expectativas. El cine, los amigos, la sociedad entera, ha pintado un retrato ideal de lo que significa el placer sexual supremo y nosotros creemos que nuestras experiencias no están a la altura, no tienen la calidad necesaria para clasificarse en ese apartado”. Existen también, a juicio de Molero, pequeñas diferencias anatómicas que pueden influir en la mayor facilidad para conectar con el placer, aunque en un grado mínimo, como pueden ser “la distancia entre el clítoris y la vagina. Si ésta es más pequeña, hay una mayor facilidad de estimulación del clítoris con la penetración. Y la respuesta sexual, que también puede variar con la edad, al modificarse el sistema endocrino, hormonal y vascular. Según esto, una mujer joven debería tener más facilidad para llegar al clímax, aunque la buena noticia para las mayores es que la experiencia y la complicidad corporal con su pareja pueden suplir los pequeños inconvenientes del paso de los años”. Según Molero, “los ejercicios de Kegel, realizados al mismo tiempo que una fantasea con sus preferencias eróticas, es también otra fórmula para acercarse al clímax”.

Como comentaba la autora de éste blog a la revista Mic.com, “lo que How to make me come prueba es que las mujeres simulan orgasmos, los hombres asumen que las mujeres están teniendo orgasmos y ambas partes están demasiado asustadas para hablar de honestamente del tema”.

Por Rita Abundancia / El País