Las historias que contaremos…

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Las historias que contaremos…

A mi querido

tío Benjamín.

La tarde nos encuentra fascinados frente a la redondez plena de la naranja. Un color que estalla en medio del follaje verde del árbol que le da refugio. Maduras, esperan la llegada de la pizca que se hará según el ritual de invierno al que la familia convoca con la llegada de la esperada fruta.

Es una de tantas miradas. Las otras recaen en espléndidas granadas en formación, y otras más en las ramas desnudas del chabacano. Sonrisas al recordar las palabras del amigo que bromeaba con la forma en que los duraznos se adelantaban a su primavera y florecían a la menor provocación de un día cálido, y encontraban en abriles helados fuertes vientos que harían caer sus osados pétalos.

¿Qué ha traído para unos y para otros la pandemia? Con las muy dolorosas despedidas de seres amados, cada cual ha decidido afrontar esta temporada de alejamientos y de duelos de muy distintas formas.

Para unos ha sido el reconcentrarse en momentos de contemplación como lo que se sugiere en las primeras líneas. Detenerse en los espacios, meditar en ellos, observar el cierre de los ciclos y cómo se van abriendo otros: la luz para unos; la oscuridad para otros. Días grises; días de tenue iluminación; jornadas brillantes.

Unos se encontraron con la naturaleza y los otros con la poesía. Los primeros con la mirada en el paisaje; los segundos concentrados en las palabras y la luminosidad que de ellas emana.

Esta temporada hizo a muchos volver la vista atrás y atender a los recuerdos. Las prisas del día a día, las cotidianas actividades y los apremiantes deberes, antaño imposibles de postergar, fueron rotos por el confinamiento o la obligación de, si no total, tomar cierto alejamiento de amigos y familia.

Atender a los recuerdos fue ir, prácticamente, al álbum familiar del corazón. Mientras unos tuvieron tiempo de sentarse y dar repaso a las imágenes, otros lo que hicieron fue escribir. Escribir fue una manera de reencontrarse con un yo alejado, quizá alejadísimo, en el tiempo, haciendo memorias. ¿Quiénes fuimos y cómo llegamos a ser quienes ahora somos?

El ejercicio ha resultado de gran interés, pues entonces habremos de encontrarnos seguramente pronto con los productos de esas memorias, algunas adelantadas en plataformas digitales. Interesantes legados que hablarán de una época marcada por la incertidumbre, pero también templada de esperanzas y promesas.

Ejercicios liberadores que tienen que ver mucho con la forma en que nos percibimos y en que percibimos el entorno que ha tocado vivir.

Mucho de lo que encontraremos serán memorias, esos recuerdos a veces tamizados, y también el fruto de la contemplación expresado en poesía y muy probablemente cuentos o novelas. La crónica de la época se estaría escribiendo ahora y son muchos los que han puesto su mirada tanto en el pasado como en un presente cargado de imágenes y colorido.

Mientras mucho se hace gracias a la tecnología, el trabajo en casa, las clases en línea, conferencias y reuniones virtuales, el ser humano de la época moderna sostendrá este momento gracias a la manera en que pueda contar esta historia. Su propia historia. Miradas hacia el pasado; oídos puestos en las voces de las aves en el patio; contemplación y meditación. Las historias que se reúnan darán cuenta, un día, de cómo es que se ha vivido este momento y cómo es que ha sido posible enfrentarlo.

Al tiempo que aquí escribimos, en uno y varios y muchos sitios, las miradas convergen en la plenitud madura de una fruta; se emocionan ante el tulipán que se abre de día y cierra de noche, y fijan las sensaciones cuando el viento agita dulcemente las hojas de los árboles. En tanto aquí dejamos registros, algunos, muchos, estarán igualmente escribiendo sus historias que, un día, contarán el relato de una época. Esta época.