Las faenas

Usted está aquí

Las faenas

ESMIRNA BARRERA
Nos ofrecieron comer de sus propios alimentos y me percaté de la rica heredad ancestral que tienen los pobladores de esta zona cuando conversaron sobre sus danzas y su gastronomía

No soy experto en tauromaquia y entonces no podría hacer comentarios sobre las faenas de los toreros. Las faenas de las que pasaré a comentarles están ligadas a los usos y costumbres de los pueblos originarios en la sierra norte de Puebla, vinculando el trabajo honorífico de hombres que se reúnen en tareas comunitarias.

Transitando por los pueblos mágicos de Xicotepec y Pahuatlán, y por el municipio de Tlacuilotepec conocí comunidades entrañables como la de San Agustín Atlihuácan, en Xicotepec, que por cierto cuenta con una alcaldesa joven y preparada en los conceptos del turismo sustentable, la politóloga Lupita Vargas. En el exterior de la iglesia de San Agustín me saludó don Liberio Meléndez Rangel, recio mayordomo de la iglesia de San Agustín que nos invitó a pasar para ver la obra que estaban construyendo en pleno domingo; un área bastante digna aledaña en la que los infantes de la zona recibirán formación religiosa. En esta construcción están reutilizando piedras que hace siglos fueron parte de una barda atrial. Uno de los hombres que estaban trabajando con el pico y la pala era el presidente auxiliar Edmundo Vázquez Arroyo, ni más ni menos la máxima autoridad de la comunidad.

Yo iba acompañando a la artista plástica Melania Fosado, presidenta del comité ciudadano del pueblo mágico de Xicotepec que llevó a Miriam Vargas Fosado y a Lorena Silva, maestras memorables dedicadas a la educación y que son parte del comité que preside.

Nos ofrecieron comer de sus propios alimentos y me percaté de la rica heredad ancestral que tienen los pobladores de esta zona cuando conversaron sobre sus danzas y su gastronomía. La comunidad cuenta con dos danzas, la de “los negritos” y la de “los charros toreros”. Cuando hay fiesta, las regidoras de la presidencia auxiliar preparan tamales de alverjón y mole para alimentar a los danzantes. Es un ejercicio de espiritualidad en acción.

Pasé luego a la comunidad totonaca de San Pedro Petlacotla, asombrándome con la participación de mujeres en la ceremonia de voladores. Este lugar es parte del municipio de Tlacuilotepec el que por cierto por su patrimonio natural y cultural merece el distintivo de pueblo mágico. Allí la fundación Mundo Sustentable gestionará una biblioteca.

Finalmente llegamos al pueblo mágico de Pahuatlán con sus calles empedradas que se elevan al cielo. Saludamos a Virginia Madahí Rico, presidenta del comité ciudadano del lugar, quien nos ofreció una comida que ella misma preparó y que degustamos bajo las arcadas de uno de los edificios más antiguos del sitio, famoso por ser la cuna mundial del papel amate que se produce con gran sentido de pertenencia en San Pablito.

Con el interés de conocer al alcalde electo esperé hasta que se desocupara de la práctica de la faena en un municipio con mucha población en la que ganó tres a uno la reciente elección.

Eduardo Romero Romero cuenta con dos licenciaturas y es un empresario de la segunda generación de una familia proveniente de cuna sencilla, pero muy digna; él compartió su interés de buscar alianzas con asociaciones civiles porque tiene una visión holística y porque quiere que Pahuatlán transite hacia la sustentabilidad. Comentó que para elegir a sus colaboradores no pensará exclusivamente en sus partidarios, más bien elegirá a los mejores perfiles de su comunidad, una práctica poco frecuente en los munícipes y en los gobernantes en general. Me comprometí a regresar, así como me he comprometido para visitar y ofrecer un taller para los colaboradores de los alcaldes electos de Huatulco, Oaxaca; Chiapa de Corzo, Chiapas; de Zimapán y Huichapan en Hidalgo y de Cuatro Ciénegas, Coahuila. Ya les compartiré si logro cumplir con estos compromisos tan alentadores.