Las enseñanzas de don Eustolio

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Las enseñanzas de don Eustolio

El sábado pasado murió uno de los grandes maestros que he tenido en la vida: mi abuelo don Eustolio Valdés Flores. Es imposible enumerar en un espacio tan corto como el que tengo para este editorial, todo lo que él me enseñó en los últimos años, pero en el presente artículo trataré de resumir en unas cuantas oraciones, las principales lecciones de vida que me deja mi abuelo.

Don Eustolio era una persona que encontró la felicidad en las cosas simples de la vida y nunca perdió de vista que lo fundamental en la vida era la familia y los amigos. Siempre tuvo una actitud positiva ante la vida, incluso en los momentos más complicados. Él prefería ver el mejor lado de la situación por la que atravesaba en dicho momento, que vivir en la nostalgia de lo que había pasado hace años.

No es extraño que a mi abuelo le encantara contar chistes, ya que en dicha práctica se combina su actitud positiva ante la vida, su visión crítica de la realidad en la que vivíamos y su intención de coadyuvar para que las personas que lo rodeaban pasaran un buen rato.

Recuerdo que se podía pasar horas jugando con nosotros sus nietos, nos contaba historias, hacía trucos de magia, nos compraba dulces, decía chistes, nos ponía a ver la televisión, nos llevaba a jugar golf o a algún juego del equipo de sus amores: los Saraperos de Saltillo.

De mi abuelo también aprendí que vivir enamorado por toda la vida, es posible, bastaba ver como se le iluminaban los ojos cuando hablaba de la primera vez que vio a mi abuela, para darse cuenta de que el flechazo fue tan intenso que nunca se pudo librar de él, de hecho, unos días antes de morir y en la cama del hospital, le dijo a mi abuela que si se quería casar de nuevo con él.

De igual forma, me enseñó que el trabajo duro siempre trae recompensas. Sin duda era una persona muy brillante y creativa, que siempre buscó innovar en su forma de hacer negocios, pero me queda claro que la parte más importante de su éxito profesional se debió a que nunca bajó la guardia, todos los días por más de 60 años se levantó de manera puntual para ir al trabajo y nunca descuidó sus responsabilidades.

Otro sello distintivo de don Eustolio en los negocios y en la vida, es que comprendía que todo mundo tiene derecho a buscar prosperar y a generar su propio espacio, él siempre vio la manera de no afectar a los demás en sus esfuerzos por salir adelante y de igual forma, no envidiaba lo que tenían los otros, ya que él tenía la creencia de que en el mundo siempre hay espacio para todos y que se logra más cuando las personas cooperan, en lugar de estorbarse las unas a las otras.

Una cuarta lección que aprendí de él, es tratar a todos con respeto y amabilidad, lo que su vez se traduce en la construcción de una red de amigos, ya que uno no puede lograr grandes cosas sin la ayuda de los demás. Don Eustolio ayudó a muchas personas de forma desinteresada a lo largo de los años y muchas veces sin conocer a las personas a las cuales ayudaba, pero de igual forma recibió la ayuda desinteresada de muchas personas, algunos de los cuales nunca tuvieron contacto con él.

Don Eustolio era una persona fiel, conservó amigos durante toda la vida, con algunos de los cuales seguía manteniendo contacto y con quienes le encantaba platicar, de hecho, era un gran conversador que tenía la facilidad de transformar un historia simple, en algo realmente interesante, que te mantenía al filo del sillón cuando él contaba a su modo el suceso.

Mi abuelo siempre fue crítico de su entorno, en especial de la clase política. Nunca tuvo empacho en criticar los excesos que tenían algunos gobernantes a la hora de ejercer el poder o los escándalos de corrupción que se cometían en los distintos niveles de gobierno, por ejemplo, le dolía mucho que mientras algunos políticos sin escrúpulos se robaban el dinero, miles de personas vivieran en la pobreza extrema y no recibieran los servicios públicos más elementales.

Pero su crítica nunca era visceral, es decir, que dejaba a un lado sus filias y sus fobias y siempre se centraba en los hechos, además, cuando se quejaba de algo siempre proponía una alternativa de cómo se podía solucionar el asunto, aún y cuando se tratara de una plática de sobremesa.

Por todas y cada una de estas lecciones de vida, muchas gracias abuelo, buen viaje y algún día nos volveremos a ver.

Aprovecho para agradecer a todas las personas que acompañaron a mi abuelo en sus últimos días, así como a todos los que se dieron cita en el velorio y en la misa, para darle el último adiós a don Eustolio.

victorsanval@gmail.com

@victorsanval