Las culpas de Chilo
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Las culpas de Chilo
Isidro López Villarreal tiene responsabilidad en las anomalías que le ha detectado la Auditoría Superior del Estado y tendrá que responder ante tribunales por los abusos cometidos por él y sus subalternos durante su ruinosa administración municipal, anomalías que actualmente ascienden a 350 millones de pesos que, de alguna forma, tendrá que solventar.
Pero don Isidro López (lástima de nombre) siempre ha sido muy escaso de entendederas y piensa que culpando a otros evadirá la responsabilidad de los hechos consumados, grave problema por el cual este personaje, que tiene nombre de calle, argumenta ser víctima de una persecución política cuando él jamás ha sido, ni será, un reconocido político.
Y es que las evidencias señalan que el gobierno de Isidro López no fue bueno ni efectivo y mucho menos honesto. Su pueril ingenuidad y falta de cacumen lo hicieron presa fácil de los funcionarios venales de su administración. La percepción general es que su gobierno estuvo conformado por una pandilla de ladrones dedicada a la rapiña y la corrupción.
Y es que Chilo se rodeó de un séquito de funcionarios inexpertos y voraces como el tal Iván Guerra, director del DIF Saltillo, que sin recato alguno benefició a la constructora que junto a su hermano constituyó para acaparar los contratos de obra municipal. Qué decir del director del Instituto Municipal de Cultura, José Palacios, quien se paseaba por Nueva York a costa del erario.
Sin olvidar que uno de los abusos más felones del gobierno de Chilo fue el asunto de las fotomultas, un despiadado sistema recaudatorio que castigó sin piedad a los saltillenses. Asimismo abusaron en dicho gobierno de sueldos y bonos, de malos manejos en el alumbrado público, desvíos de recursos para su partido político y sin olvidar al indefenso profesor que sus policías asesinaron a golpes; vergüenza zoológica para Isidro López, dizque muy bonachón.
Tampoco debemos olvidar la influencia de la entonces primera dama esposa de Chilo, remedo de Martita Sahagún pero en versión aldeana, que empoderada y llena de soberbia cogobernó con Isidro la ciudad capital, una patética caricatura de la “pareja presidencial”.
Es claro pues que en el gobierno de Isidro López se abusó del poder y que las investigaciones que hoy enfrenta no son por cuestiones políticas sino culpa de él, que se pasó de buena gente, y de sus allegados que lo traicionaron.
Y ese fue el peor error de don Chilo, ser bonachón y no tener malicia, ingredientes fatales para la política real. Se lo dice el tortuoso Tácito de la Canal al presidente Terán en “La Silla del Águila”: “Usted señor presidente debe tener el don imperial del mando. Deje que otros sean buenas gentes. Usted no tiene derecho a serlo. El pueblo se inclina con respeto ante el poder y no acepta la bonhomía, mucho menos la simplicidad ranchera en la figura presidencial”.
Cuando la señora Naranjo tuvo el don de mando la figura del alcalde se esfumó. Jamás se le quitará a Chilo esa amarga sensación que deriva de las grandes oportunidades perdidas. Isidro López Villarreal no está hecho para el poder.