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Las conferencias mañaneras, ¿una buena práctica?
Todos los días el actual gobierno federal emite entre una y tres horas al día una conferencia de prensa, que en principio se pensó como un espacio para la rendición de cuentas y para informar a los ciudadanos sobre los principales temas de la agenda pública, al tiempo que se permitía cuestionar al Presidente sobre las decisiones tomadas.
Sin embargo, el espacio rápidamente devino en algo diferente, hoy el 80 por ciento de los reporteros presentes son afines al gobierno en turno y en ocasiones ni siquiera disfrazan su intención de hacer preguntas a modo. El Presidente utiliza el espacio para atacar a adversarios políticos (incluso en proceso electoral) y a medios críticos, más que para informar a la población, además de que se pierden muchísimos minutos abordado temas que son francamente irrelevantes para la vida pública del país.
Debido a lo anterior, cabe preguntarnos si las conferencias mañaneras en estos momentos están generando un bien público o sí, por el contrario, la inversión en dinero, energía y tiempo del mandatario y su equipo en dos horas de transmisión al día, con su necesaria preparación, es lo óptimo para el país, es buena.
Por ejemplo, se podría pensar en una cápsula diaria de unos 15 minutos con los avances del Gobierno, o incluso el esquema que se utiliza en los Estados Unidos donde, es un vocero o jefe de prensa quien responde los cuestionamientos y sólo de manera esporádica, asisten a la conferencia el Presidente o algún integrante del gabinete.
O bien, una conferencia semanal, con tiempos definidos, en donde la mayor parte del tiempo se destine a las preguntas, más que a las exposiciones unilaterales.
Yo en realidad pienso que en un país con los problemas que hoy afronta México en el plano de la salud, economía, seguridad pública, educación y combate a la pobreza, lo óptimo es que ni el Presidente, ni sus secretarios de Estado pierdan tanto tiempo en conferencias.
Entiendo que lo que busca el Gobierno no es tanto propiciar un ejercicio de rendición de cuentas, sino más bien es un espacio publicitario, que al contener tanta información, genera muchas notas de medios y termina monopolizando la agenda pública, además de ser una plataforma para visibilizar a la figura presidencial.
Sin embargo, aquí cabe preguntarse si es correcto utilizar recursos públicos para la promoción personal del gobernante en turno, es decir, lo que se debe buscar es informar sobre lo hecho en una administración, no el otorgar una tribuna permanente desde la cual el Presidente se pueda referir a quienes le incomodan, sin la posibilidad de que las mismas personas tengan derecho de réplica en igualdad de condiciones.
Por ello, considero que debe cada vez más cuestionarse la utilidad pública del espacio de las mañaneras, empujar para que el mismo se transforme en algo positivo para la sociedad, que permita que la prensa cuestione sin ser juzgada de conservadora, vendida, neoliberal o de proteger a intereses de la oligarquía o el extranjero.
@victorsanval