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Las caras de la maternidad: sin importar cómo se hicieron madres
La experiencia de la maternidad es única para cada mujer, pues aunque coinciden en la transformación interior que se produce al tener hijos, sin importar la forma en que se hayan convertido en madres, ser madre tiene muchos rostros.
RELATO DE UNA MAMÁ ADOPTIVA
Para Daniela Montes, la vida le permitió vivir la maternidad desde dos aristas sin que esto represente mayor o menor dedicación, amor o esfuerzo hacia sus hijas: la de ser madre biológica y adoptiva.
“Agradezco a la madre biológica de mi hija por la oportunidad que nos dio de ser su otra mamá pero también a la fortaleza que me demostró que tenía a mi hija biológica”, expresó Daniela.
Su historia comienza desde pequeña, cuando soñaba con ser mamá y cuidar de alguien. Conoció a una familia que adoptó y se adentró al tema con la apasionada idea de que todos los niños y niñas deben formar parte de una familia, poco después fue voluntaria y hacer su servicio social en el Albergue del DIF Casa Cuna, donde fue testigo la necesidad de vivir en familia.
“Mi anhelo siempre fue ese, cuando me comprometí con mi esposo platicamos sobre nuestros deseos de formar una familia y sobre la posibilidad de postularnos para brindar un hogar a un menor que lo requiriera, y así convertirnos en papás”, cuenta Daniela.
Al casaron buscamos la información en una casa hogar de otro estado pero no cumplíamos con el requisito del tiempo de casados, por lo que decidimos esperar, agregó, y durante la espera resulté embarazada, por lo que decidimos posponer nuestros planes de ser familia por esta vía.
Pero mi parto fue complicado, tuve preclamsia, e incluso tres abortos espontáneos, y mi esposo y yo decidimos no ampliar nuestra familia por la vía biológica, aunque después mi hija comenzó a crecer y era cada vez mayor el deseo de un compañero o compañera de juegos, entonces reiniciamos la búsqueda de otro bebé mediante la adopción.
“Empezamos a buscar en foros, casas hogar particulares y demás, buscamos en cuanto lugar nos decían, hasta que iniciamos nuestro proceso en Pronnif, hicimos las evaluaciones y finalmente nos comentaron que éramos una familia idónea e ingresaríamos a la lista de espera”, recuerda.
Sin embargo, continuaron en ese inter buscando una adopción directa, recibiendo comentarios sobre que ya eran padres y hasta comentarios de que no tenían derecho de quitarle la oportunidad de adoptar a una familia sin hijos.
“Y es que en realidad es que nos falta mucha cultura en el tema, finalmente conocieron a una chica que buscaba una familia para entregar a su bebé, después de platicar y conocernos como familia, ella misma decidió que nuestra familia sería la indicada para cuidar y educar a ese pequeño ser que daría a luz”, comenta Daniela.
Al nacer la pequeña se realizaron todos los tramites de forma legal e inicio su proceso para convertirse en sus padres definitivos, viviendo la maternidad desde la forma en que muchas más mujeres lo hacen pero también a través de la adopción, para lo cual, asegura, es el mismo proceso interno en el que las madres aman.
RELATO DE UNA MAMI ADOLESCENTE
Para Marissa la maternidad llegó apenas hace 14 años cuando ella todavía cursaba la secundaria pero decidió salir adelante pese a los muchos señalamientos que le hicieron siendo una jovencita, ahora una madre de ahora 29 años.
“Claro que quería ser madre como muchas mujeres pero no a esa edad, fue un mero descuido, aunque todavía me pregunto por qué nadie me habló de sexualidad en mi adolescencia, es algo que ahora yo hago con mi hija y que aconsejo a las madres”, confiesa la joven mamá, quien pese a su embarazo concluyó sus estudios hasta graduarse de la universidad con ayuda de sus padres.
Sin embargo, está segura que de no comprar pañales o biberones, habría logrado irse de intercambio, comprarse un auto o hacer otras cosas en sus veintitantos, pues años atrás no existían apoyos como los de ahora hacia las madres adolescentes, una razón importante por la que a menudo charla con su hija para evitar que también sea madre a tan corta edad.
Aunque asegura que ella no habría abortado a su hija, se pronuncia a favor del aborto pues asegura que la maternidad debe estar acompañada de un deseo real, entrega y de cierta madurez que muchas jovencitas menores de edad no logran tener, por eso ven como un sacrificio todo lo que hacen por sus hijos, aunque es algo que cualquier madre habría por ellos.
“Eso me pasó a mí, que luego veía como muchas migas salían de fiesta pero a mí me tocaba cuidar a mi nena, entendí las cosas mejor cuando tomé terapia porque prácticamente era una niña cuidando a otra, pero ahora sé que de todos modos fui muy valiente en decidir ser mamá y todo lo que conlleva.
Pero estoy segura de que si más niñas están cuidado niñas es porque nos hace mucha falta educación sexual y apertura del tema, y ojalá ellas tuvieran la opción de elegir o no, ser madres”, agregó Marissa quien actualmente prepara la fiesta de quince años que ella no tuvo.
RELATO DE UNA MADRE POR INSEMINACIÓN ARTIFICIAL
Tras casi cinco años de intentar tener un hijo con su esposo, Elena buscó desesperadamente algún médico que pudiera dar respuesta al impedimento en su cuerpo o la razón que le negaba la ilusión con la que se casó: la de ampliar su familia.
Un año después de informarse sobre la posibilidad de tener un hijo a través de la inseminación artificial con los espermas de su esposo, ambos decidieron intentarlo, quienes obtuvieron como respuesta el nacimiento de dos gemelos.
“Al principio siempre es difícil porque tu cuerpo reacciona a todos los tratamientos previos y también hay una ilusión tan grande que de no lograrse te deprimes, pero tuvimos fe y confiamos, para nosotros, nuestros hijos fueron hechos con el mismo amor e incluso más que el resto de los niños”, comentó Elena
Quien años después, continúa agradeciendo los avances de la ciencia y se pronuncia a favor de libre maternidad, ya sea a través de la adopción, pues también la consideró en su momento, así como el concebir a un hijo de forma natural.
“Ahora los veo y sé que todo es posible cuando se tiene la convicción de lograr algo que anhelas con tanta fuerza y sobre todo de que en la actualidad es posible ser madre pese a que nuestros cuerpos presenten alguna complicación, eso sí, siempre y cuando tengamos salud”, comentó la madre.
Elena, confiesa que pese a las condiciones económicas en que se encontraban, debido al costo que implicaba el tratamiento, no se arrepintió ni un momento, pues sólo pensaba, desde aquel día en que salió de ese consultorio con un tríptico de información, en el “poderoso deseo de lograr ser madre”.
RELATO DE UNA ABUELA MADRE
“Cuando pensé que había dejado atrás eso de lidiar con tareas o preocupaciones, tuve que reiniciar una segunda ronda como mamá”, asegura Ana María, de 56 años, quien volvió a convertirse en madre de una adolescente tras el fallecimiento en manos de un cáncer de su hija Adriana.
Desde hace casi tres años, Ana María se hace cargo de su nieta, de ahora 13 años, quien la respeta y ama como a su madre, llamándola “Tita” y en ocasiones “mami”, pues para ella, Ana María, es su actual madre y protectora.
“Sé que mi hija estaría orgullosa de ella, es una adolescente muy buena y aunque yo no sea su mamá, la trato como a una hija, Adriana no pudo dejarla en mejores manos, pues aunque tiene a su papá, yo me hago cargo de ella en todo”, comentó la abuela y madre.
Quien confiesa que ser madre de una adolescente “en estos tiempos” sí es complicado, pues su nieta ha demostrado ser muy lista y defensora de sus ideas, que en muchas ocasiones, se contrapone al modo en que ella fue educada e incluso educó a su hija Adriana.
“Volví a ser mamá, siempre me va a doler perder a mi hija pero mi nieta me rejuveneció, porque sigo manejando, trabajando, me arreglo y de todo, como una mamá y no como una abuela que espera ver a sus nietos los fines de semana”, comenta Ana María.
Somos sus padres, nos hacemos cargo de ella, ambos somos padres de nuevo, admite, dejamos atrás eso de dejarnos las canas, de tomar café o de usar zapatos de abuelitos, dice la señora con una sonrisa, convencida de que esta no sólo es una oportunidad de volver a ser madre sino mejorar o disfrutar las cosas que en su momento dejó pasar con su verdadera hija.