Las batallas en el desierto: 40 años

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Las batallas en el desierto: 40 años

La primera edición, con portada de Vicente Rojo. / Foto: Especial.
Fueron las páginas de un suplemento cultural donde del siete de junio de 1980 se publicó por primera vez este clásico de las letras mexicanas: en el “Sábado”, del periódico Unomásuno -entonces dirigido por Fernando Benítez- con ilustraciones de Vicente Rojo

En las extraordinarias prosas de su libro “La viga en el ojo”(Conaculta, 2002) el poeta Alfredo García Valdez consigna: “La adolescencia es un desajuste orgánico de una gravedad tal que sólo puede comparársele con la vejez, con la lenta destrucción de todas las potencias del cuerpo humano. Esta explosión de vida que comienza a los trece años tiene su otra cara fúnebre, una llama simultánea que puede hacer cenizas el alma.”

Reflexión que podría sintetizar en más de un sentido la crisis interior de Carlitos, el protagonista de esta drama, aunado al brutal retrato desmitificador de una época y del ideal de la infancia: contrarréplica al triunfal eslogan del “milagro mexicano” y la entrada en la modernidad del alemanismo.

Autores actuales que toman distancia del catastrofismo y la aparente sensiblería en la obra de Pacheco, pierden de vista varias cuestiones: como lo dijo ya Poniatowska: a todos los que desde la generación del Medio Siglo les aparecía siempre su poética como exagerada y alarmista, el futuro le dio la razón: la rapacidad, la contaminación, la sobrepoblación, la inseguridad,  el progreso y hasta la propia naturaleza fueron destruyendo aquella ciudad de la memoria. El mismo autor, azorado ya por los atisbos de ese futuro, ante el pasmo por la muerte de la amada, encarnado en el narrador-protagonista, lo ve:

“Vi la muerte por todas partes; en los pedazos de animales a punto de convertirse en tortas y tacos. Animales vivos como los árboles que acababan de talarle a Insurgentes. Vi la muerte en los refrescos: Mission Orange, Spur, Ferroquina.”

Rita Hayworth fue la modelo para Mariana.

El origen

Más de una vez Pacheco refirió el origen de una de sus obras más celebradas en la colaboración temprana con el artista Vicente Rojo. Primero, en los textos titulados “Jardín de niños”, con que acompañara ilustraciones del autor catalán en alguna exposición. Y una frase del novelista británico Graham Greene: “Los auténticos amores desdichados son los amores de los niños y de los ancianos, porque no tienen ninguna esperanza.”

La historia es conocida. Luego de la primera edición en el Sábado, donde Benítez la presentó como “un cuento”, y a propósito del 20 aniversario de la Editorial Era, ésta publicó su primera edición en formato libro, que se convirtió en un éxito inmediato. La ilustración de portada, a cargo de Vicente Rojo, se volvió una insignia en sus múltiples reediciones de auténtico best seller: un gráfico en alto contraste a partir de una fotografía de Rita Hayworth, que es así como el escritor había imaginado a Mariana.

Además, en alguna conferencia Pacheco detalló la intención de su texto: a partir de  la idea de la unidad de impresión propuesta por Poe. Una novela corta que apostara por la concisión y la contundencia, a la manera de clásicos como Otra vuelta de tuerca, El apando o La muerte de Iván Ilich.

La primera aparición de texto en el suplemento Sábado. Junio de 1980.

Otras voces, otros ámbitos

Sin embargo, otros autores -más allá de las conocidas revisiones de Marco Antonio Campos, Xavier Quirarte, Serge I. Zaitzeff o Rafael Pérez Gay- como el historiador Antonio Saborit, han concluido otros orígenes: revisando el maniático carácter reescritural del autor mexicano, cree detectar un considerable cambio de la primera versión publicada en el Sábado a la publicada por Era: el interés -formal y temático- de Pacheco por la historia de la ciudad es aún más temprana; desde sus prólogo al libro “La vida en México en los periodos presidenciales de Cárdenas, Ávila Camacho y Alemán”, de Salvador Novo y a su trabajo en el Departamento de Investigaciones Históricas del INAH, a principios de los 70.

Pieza intertextual, como casi todas, yo agregaría otra evidente glosa al Gran Gatsby:

Dice Nick Carraway, el narrador de la novela de Fitzgerald:

“Cuando sientas deseos de criticar a alguien -fueron sus palabras- recuerda que no todo el mundo ha tenido las mismas oportunidades que tú tuviste.”

Al final del capítulo IV (Lugar de en medio) el padre de Carlitos lo reprende luego de una pelea donde llamara como “indio” y “pelado” a un compañero de escuela:

“Mi padre me señaló que nadie tiene la culpa de estar en la miseria, y antes de juzgar mal a alguien debía pensar si tuvo las mismas oportunidades que yo.”

Elizabeth Aguilar como Mariana en la desafortunada adaptación fílmica de Alberto Isaac. 1987.

Pero, volviendo a Saborit,  éste señala la enorme influencia de varios libros, traducidos al español por aquellos años: “Gloria y ensueño” de William Manchester, y principalmente las novelas “Ragtime”, de E. L. Doctorow y “The Go-Between”, del autor británico L. P. Hartley,  de la que incluso Pacheco tomara la frase que abre el libro como epígrafe y clave de navegación para sus “Batallas”:

The past is a foreign country: they do things differently there.

 

Finalmente, las Batallas en el desierto nunca perderá  su rabiosa actualidad, inmerso nuestro país en resucitados triunfalismos y pugnas, inéditos horrores y siempre nuevas demoliciones:

“Demolieron la escuela, demolieron el edificio de Mariana, demolieron mi casa, demolieron la colonia Roma. Se acabó esa ciudad. Terminó aquel país. No hay memoria del México de aquellos años. Y a nadie le importa: de ese horror quién puede tener nostalgia.”


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