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Larga vida al “Rey”, Kohei Uchimura se despide de Tokio 2020
Durante una década, Kohei Uchimura redefinió el estándar de la excelencia en la gimnasia masculina. La combinación de gracia y precisión del doble campeón olímpico, junto a una humildad que trata de restar importancia a su descomunal talento, lo convirtió en una superestrella en Japón y en alguien venerado en el resto del mundo.
El hombre al que llaman "Rey Kohei” no necesitaba participar en los Juegos de Tokio. Pero lo hizo, volviendo a entrenar pasados los 30 años en busca de un nuevo destello de brillantez ante un país donde, desde hace años, el suyo es un nombre conocido.
Sin embargo, las cosas nunca parecieron estar del todo bien. La pandemia retrasó los Juegos un año. Las lesiones acumuladas tras un cuarto de siglo, llevando su cuerpo al límite, seguían apareciendo. Pero logró un puesto individual en el equipo japonés, defendiéndose del desafío de atletas más jóvenes que crecieron idolatrándolo.
La gloriosa despedida, por contra, nunca se materializó. Las gradas del Centro de Gimnasia Ariake estaban casi vacías cuando Uchimura saludó a los jueces antes de su ejercicio de barra fija durante la calificación el sábado. Durante 30 segundos, su ejercicio en su disciplina favorita fue una máquina del tiempo: ejecutó una serie de complicadas piruetas con su característica confianza.
Pero en un instante, todo cambió. Primero, su mano derecha se salió de la barra. Luego la izquierda. De pronto, estaba sobre el tapiz. La pequeña reunión de entrenadores, funcionarios y dignatarios que pasaron a verlo dejó escapar un pequeño grito. Lentamente, Uchimura se levantó, se recompuso y saltó a la barra para su posible último ejercicio.
Su puntuación, 13,866, no estuvo siquiera cerca de las ocho mejores, el corte para avanzar a la final de la disciplina.
Mientras el equipo japonés pasaba de la barra al suelo, Uchimura empacó su bolsa en silencio, se puso la chaqueta y se marchó.
Esta por ver si esta es su última competición. Los mundiales se disputan en Japón en octubre. En solo tres meses. Y él ha dicho tendrá que pensarlo.