A la vuelta del tiempo

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A la vuelta del tiempo

En esta época de barbarie y violencia no caben las reflexiones sino los instantes de la convivencia familiar y amistosa a fin de sopesar las tragedias.

Braulio Cárdenas, mi hermano, me llevó precisamente a esa estadía del pensamiento, hará un par de días, refiriéndome que hace falta despertar a lo que conlleva emprender a través del ejercicio del pensamiento y en ello se empeña el ser humano normalmente sin lograrlo.

Esencia de formas y productos, de actitudes y gozos, de satisfacciones y compromisos, la creatividad invade el mundo en un estilo singular, en son de asalto positivo, verdadero y enaltecedor, para mejorar las cosas y hacerlas nacer o renacer con nuevo estilo.

Ser creativo no sólo es una actitud demandante de esta realidad viviente, sino que también es una cuota necesaria para entrar al capó del avance, del desarrollo y la fortaleza.

Acostumbrados a repetir las cosas, nuestro miedo se basa en la comodidad de la situación actual y el temor de lo que pueda suceder.

Es entonces el momento en el que la creatividad salva, porque al decidirnos a crear cambiamos sin saberlo.

La mayoría de los avances de la humanidad se debe en igual forma a los inventos como a la creatividad de sus líderes.

Educados en el nivel de ser empleados en algo, nos falta dar el paso de educarnos a ser emprendedores en algo.

Ser empresario es lograr, con la ayuda de una brújula bien ajustada, llegar a cualquier lugar sin perdernos.

La modernidad de las cosas no nace de la magia, sino de resolvernos en ser cada día más creativos, extendiendo las potencialidades de nuestro intelecto.

Quien vive sin objetivos está desperdiciando oportunidades, valores y existencia. Valorando nuestra esencia y existencia al agregarle una razón de ser, una vía, se traduce en entusiasmo, energía interna y crecimiento.

El ser emprendedor conlleva elementos como: anhelo de independencia, deseo casi obsesivo de superación, alta capacidad de riesgo y apertura activa a lo inesperado.

La complejidad de decisiones de este mundo no es nueva; durante la historia de la humanidad la creatividad ha acompañado al ser humano en sus actividades y avances.

Debemos a este aspecto el elemento motriz de lo que se hace, no de lo que deja de hacerse. El compromiso de hacer más que de recibir queda latente en ella.

En la sociedad tiene cabida permanente el ser creativo; el ser que invoca nuevas maneras a antiguas formas, que por lo repetitivo, aburre y cansa.

El tedio no aconseja al fin de cuentas y evoca detenimientos que se anteponen a la libertad de expresar nuestras ideas y difundirlas.

La acción y la creación definen un modo de reflejarnos como nos quiere ver la divinidad; potentes, ágiles, diversos, creadores y sobre todo auténticos.

Al verso del poeta Nicolás Guillén: “Haz que tu vida sea / campana que repique / tierra en que fructifique / el Árbol de la Idea”, refrendaríamos el elemento de ser creativo como la energía necesaria a efecto de dar sabor a nuestras vidas.

La idea refiere juicio, el juicio pensamiento, y el pensamiento impulsa a crear las cosas; defendamos esta capacidad y rindámosle homenaje, poniéndola a trabajar, puede que esto sea al fin nuestra tarea. Un año misericorde y creativo para todos, con los mejores deseos entonces.