La visión de los vencidos
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La visión de los vencidos
Ha muerto Miguel León Portilla, quizá el indigenista y estudioso de la vida de los aztecas más destacado. A lo largo de su vida describió, cómo se desarrolló el acontecimiento histórico que denominamos La conquista.
Su legado se sustenta en la traducción e interpretación de códices indígenas, entre ellos el Códice Florentino y otro denominado la Historia de Tlaxcala, que fue escrito a mediados del siglo 16 por Diego Muñoz, así como en relatos de la época.
Su obra titulada "La visión de los vencidos" nos describe la historia desde la perspectiva indígena, ya que lo que tradicionalmente ha sido la versión oficial se deriva de crónicas españolas, como la de Bernal Díaz del Castillo. Sin embargo, no hemos reconocido algo fundamental: seguimos interpretando la conquista como el resultado de la invasión española, sin reconocer que la caída de Tenochtitlán y la derrota del imperio azteca fue lograda, no por un puñado de españoles, que no eran más de 500, sino por sus aliados, que fueron miles de cempoaltecas y otras tribus totonacas, los cholultecas y además otras etnias, todos ellos vasallos de Tenochtitlán. Fundamental, fue la participación de los guerreros tlaxcaltecas, que sin ser vasallos del imperio, eran enemigos de Tenochtitlán.
Negarles a ellos el reconocimiento a la victoria es una injusticia. Estos otros pueblos, que también son parte de México, se sublevaron en contra de sus opresores y fueron los que realmente derrotaron a los aztecas. A final de cuentas lucharon por un ideal de libertad.
La visión histórica oficial desde siempre ha sido centralista e identifica a los aztecas como el símbolo del mundo indígena, sin reconocer el carácter multiétnico y multicultural de nuestro territorio. Es urgente reinterpretar nuestra historia.
¿Cuándo se desvirtuó el significado de lo que fue ese proceso histórico que denominamos conquista? En los libros donde todos estudiamos la historia de México se consigna que un día llegó a las costas de nuestro territorio un conquistador llamado Hernán Cortés, apoyado por un gran ejército y que como un superhéroe fue dominando a cuanto pueblo indígena se encontró hasta llegar a Tenochtitlán, la cual conquistó después crueles batallas.
Esa es la versión simplificada que prevalece en la mente de todos los mexicanos, la cual tiene un fuerte impacto emocional hoy día, dejando la sensación de que este país nació a partir de una vergonzosa derrota.
Sin embargo, ¿cómo un grupo tan pequeño de españoles podrían derrotar a un gran imperio guerrero?
No más de 500 españoles, que traían solo 16 caballos y 16 cañones ¿podrían haber enfrentado a los defensores de Tenochtitlán?, ciudad resguardada por un ejército compuesto por entre 70 mil y 100 mil guerreros aztecas.
Entender que nuestro territorio estaba dominado por el pueblo mexica y los pueblos originarios que los enfrentaron estaban sojuzgados por ellos, siendo obligados a pagar tributo con alimentos, productos varios y gente que sería sacrificada en las festividades religiosas, podría cambiar el significado emocional de este acontecimiento histórico.
Lo que sucedió después de la caída de Tenochtitlán respondió al talento político de Cortés, quien capitalizó la derrota del imperio azteca para tomar control a favor del rey Carlos I de España y anexar nuestro territorio a la naciente corona española.
Es muy importante replantear los significados del tema indigenista, pues es de alto impacto emocional para los mexicanos.
Simplemente retirar el significado de la derrota bélica de los mexicas por parte de una potencia extranjera, para replantearla como un acontecimiento interno, podría tener un efecto emocional positivo en el ánimo colectivo.
Este acervo informativo que han dejado estudiosos del mundo indígena precolombino como lo es el legado de Miguel León Portilla, nos da la oportunidad de reinterpretar y replantear, no sólo los orígenes de la mexicanidad, sino también de formar una visión de futuro sustentada en la conciliación, cerrando heridas crónicas que aún hoy están latentes en la memoria colectiva, convertidas hoy en paradigmas.
¿Usted cómo lo ve?