La violencia, mecanismo de control social

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La violencia, mecanismo de control social

La historia de la violencia se inició en el tiempo, analógicamente con Caín y Abel, figuras que ejemplifican lo que Hobbes afirma en el “Leviatán” sobre la ambición natural del ser humano. Así fue y así ha sido, nada nuevo hay bajo el sol, diría el Cohelet.

Por estos días, con los acontecimientos de Reynosa Tamaulipas, las constantes desapariciones en la carretera a Nuevo Laredo y en otras vías, los asesinatos que ocurren en las grandes ciudades hablan de como la barbarie se ha convertido en una costumbre, donde la realidad rebasó a la ficción. La violencia sigue presente como un recurso para forzar, someter y controlar.

Enmarcados en una lógica donde los valores que rigen nuestra sociedad son los económicos, saberes y acciones se han convertido en moneda de cambio y las personas un recurso que utilizan los fuertes para conseguir sus fines. Ahí está la base de la violencia como mecanismo de control social.

Sume la desvinculación de los seres humanos, el poco sentido de formar y vivir en comunidad y un individualismo donde tiene importancia solamente lo mío; la violencia se ha constituido como un elemento cotidiano, que no le complica la vida a nadie, donde no se tiene ni el más mínimo signo de indolencia haciendo a un lado la sensibilización y la empatía que debemos de tener como partners que somos en el camino de la vida.

Lo público es un reflejo de lo privado en todos los órdenes. Lo que se ha vivido en la sociedad heteropatriarcal de la que somos parte, hace ver como normal que haya fuertes y débiles y hasta que lo celebremos por todos lados. Hay familias –las más– donde la demostración de poder y de dominio, donde las amenazas, los insultos, las agresiones físicas y sexuales son el pan nuestro de cada día. Las cifras de violencia intrafamiliar en nuestro País son escandalosas. Le invito a ver el Reporte 2021 de INEGI.

Lo público es un espejo de lo privado, Antonio Gramsci nos lo explica de forma magistral en su Teoría de la Reproducción Social. Por eso lo que ocurre en nuestros hogares, luego se magnifica en lo sociedad a través de la divisiones y discriminaciones, violencia de género, prácticas injustas en ambientes económicos y laborales, la posición que tenemos frente a las personas vulnerables o frente a minorías que no toleramos, incluyendo el fenómeno de la migración, paradójicamente en un mundo global.

¿Y la dignidad humana? Ah bueno, creemos firmemente en la idea de que todos los seres humanos somos dignos, pero operativamente no nos reconocemos como tales o la reconocemos sólo en quienes forman parte de nuestros grupos.

En ese sentido, la violencia como instrumento de control opera en el ámbito sociopolítico y se refleja a través de desapariciones forzadas, secuestros, tráfico de personas, detenciones arbitrarias ¿O cree usted que los asesinatos masivos de Reynosa fueron fortuitos y que las cosas pasan casualmente? O no me diga que también lo que pasa en las empresas, a saber, los abusos de autoridad, las cargas de trabajo, el acoso laboral, sexual, la inseguridad, la salud, las jornadas excesivas, entre otras tantas formas, son sólo para explotar a los trabajadores.

Opera también de forma epistemológica. Lo que acabamos de vivir en las elecciones es una forma de violencia epistemológica, y los medios –que viven del dinero– son los mejores cómplices de la misma. Series, telenovelas, películas, videojuegos, noticiarios y el discurso que manejan muchos actores políticos, fake news, la forma en cómo se insulta a las minorías, la ley del más fuerte en las familias mexicanas y si quiere el grito homofóbico en los estadios son un ejemplo de este tipo de violencia.

Sin lugar a duda hay una responsabilidad inobjetable del Estado Mexicano, de las autoridades estatales y municipales, de las organizaciones y las empresas y particularmente de las familias que han educado inconscientemente para la violencia. Luego, el miedo y el terror han sido los mejores aliados de quienes a través de la violencia buscan el poder y el dinero a toda costa.

La violencia no surgió de la nada, ni nos la sembraron los comunistas ni los alienígenas, nosotros la hemos cultivado desde hace tiempo y, lo peor, nos hemos regodeado de cómo la usamos. En este tema y en otros, hay una responsabilidad compartida. Unos por omisión y otros por acción.

Seguimos sin entender que educar para la paz, la solidaridad y la democracia debe de estar por encima de la formación mercantilista, competitiva, pragmática y lucrativa a la que le apuestan la mayoría de las familias y las universidades mexicanas. Lo que pasó en Reynosa no enluta al País, enluta al ser humano. Así las cosas.