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"La vida es una frustración": Alejandro Calva en ‘Una Mujer Sin Filtro’
De ‘marido huevón’, es el personaje que el actor originario de la Ciudad de México interpreta en la cinta que se puede ver en los cines de Saltillo. Fotos: Especial
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El actor del filme ‘Una Mujer Sin Filtro’ platicó con VANGUARDIA de las cosas que no puede decir en un mundo de máscaras sociales
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'Una Mujer sin Filtro'
¿Dónde?: Cinemex y Cinépolis Saltillo
Sus obras permanecen en su estudio, donde se la pasa inspirado, dando brochazos a los lienzos que nadie ve, nadie expone y nadie más que él aplaude. Él piensa que es un gran artista, pero para Alejandro Calva, el actor que lo interpreta, no es más que “un marido huevón”. Este es el personaje que hace en la cinta “Una Mujer Sin Filtro”, donde comparte créditos con Fernanda Castillo, quien interpreta a una mujer que, cansada de aparentar y ser buena en la sociedad, explota para decirle a todos los que la rodean sus verdades. Esto incluye al marido parásito interpretado por Calva, que con el pretexto de la inspiración vive a costa de su mujer.
En plática con VANGUARDIA, Calva cuenta que en la vida real hay una máscara social todavía peor que la que tiene la protagonista de la película. Se llama Facebook, Instagram o Twitter, lugares donde tienes que dar una cierta imagen que no es la verdadera. Pero esta no es la única frustración que Calva tiene. Aquí nos habla sin filtros.
¿Cómo fue trabajar con Fernanda Castillo?
“Padrísimo, fíjate que no me había tocado el gusto de trabajar con ella, pero sí tenemos similitudes en cómo abordamos el personaje. Es muy rigurosa, muy chambeadora, se avienta, hay peligro cuando ella está arriba del set y eso me encanta. Lo disfruté mucho aunque me tocó ser un marido huevón, me la pasé muy bien”.
Tu personaje es como una parodia de los artistas que supuestamente se inspiran y están absorbidos por su aparente “arte”. ¿Te ha tocado ver algo así en la industria de la actuación?
“No tanto en la industria porque la mayoría de las personas que son así no hacen industria, hacen una exposición en algún momento de la vida, qué sé yo, tienen en su casa cuadros pero nunca exponen. Habla de un ser humano incomprendido, que tiene una idea de lo que él debería de ser, una imagen idealizada de que él tendría que ser ‘el gran pintor’ y que nunca… Pero es una cosa muy humana, ¿no? ¿No te ha tocado así que te digan ‘yo debería estar ganándome el Pulitzer, pero todos mis compañeros me han hecho para abajo, yo soy un chingón, pero todo mundo me cierra el camino’? Es muy común que alguien se sienta incomprendido en esta sociedad en general. ‘No me siento comprendido, siento que no está padre el lugar que me tocó en este sistema. El planeta, me tocó Plutón, ni siquiera es planeta, yo quisiera estar más cerca del sol’. Esa es la sensación que creo que tiene este personaje”.
¿Crees que como actor se deba interpretar el papel “de actor” en la vida misma?
“Ahora que las redes sociales existen, sí hay una máscara social ahí extra. Antes yo no tenía esa bronca, yo era actor y afuera del escenario no era actor, era yo, era como soy. Hay algunos compañeros que siempre han tenido como una máscara de lo que debe ser un actor, cómo debe hacer. Se han gastado toda su lana en comprarse un chofer, un asistente, llegar en camionetas de último modelo. Ese tipo de cosas a mí me parece que no valen la pena, ¿construirse un personaje para acceder a qué? No sé, nunca le he encontrado el sentido a eso. Pero ahora que tienes que compartir una parte de tu vida que no es la profesional, que no es solamente tu trabajo arriba del escenario, sino este rollo como, por ejemplo, ahorita, ‘ay, una selfie con mi amigo Carlos’. Pues no eres tú, es otra máscara, es algo que no te representa pero sí. Esa máscara sí la tengo, sí tengo redes sociales y sí las comparto. A veces me cuesta mucho trabajo, se me olvida, ahorita debería estar haciendo Instagram Stories, transmitiendo en vivo, pero se me va el avión, caón, se me va horrible el avión”.
La película también se burla un poco de las redes sociales, ¿tú cómo las vives?
“Al principio me encantaron. Cuando empezaron a funcionar, yo era el más activo en Facebook. Tengo mi cuenta de Instagram desde 2011, creo que fue de las primeras que hubo en México. Estaba muy, muy activo en el asunto. Pero poco a poco me empezaron a hartar, hartar, hartar, hasta que las desinstalé de mi teléfono. Ya no quería porque era un elemento distractor y era un ‘stress reliever’ natural, en lugar de meditar o leer un libro o platicar con alguien… ver la vida de los demás (en redes). Entonces me pareció que no valía la pena y las quité. Ahora volví al Instagram, porque sí es algo que tengo que estar documentando, pero todo lo demás lo hago en la noche. Algunas las programo, pero ya no lo hago en vivo, ya no estoy posteando todo el tiempo. Me cuesta mucho trabajo, es una chamba más”.
¿Te pasó como a la protagonista de la película, encontraste el equilibrio entre saber cuándo y cuándo no decir lo que piensas?
“Totalmente, eso fue el asunto. Encontrar el equilibrio entre que no puedo vivir para las redes sociales, nada más tengo que usarlas para que me sirvan y no me destruyan”.
La protagonista vive frustrada por muchas cosas, ¿a ti qué te frustra de la industria del cine?
“(Suspiro) Pues sí tengo muchas frustraciones personales, me parece que no hay buenos mecanismos de producción. Que en el caso de estos proyectos que son apoyados por un estímulo fiscal tendría que ser un poco más riguroso, tendría que haber como un banco de patrocinadores o gente que dé dinero a la industria del cine en general y no el amigo que tiene la industria o el vínculo. Todas estas personas que participan como auspiciantes, como patrocinadores de la película, que saben qué película van a apoyar, no tendrían por qué tomar una decisión artística. Porque entonces casi casi que los parámetros artísticos tienen que ver con la gente que da el dinero. Habría que tener algo más regulado en ese sentido, me parece. Y me frustra eso, porque creo que hay muchos buenos proyectos en México que no son filmados porque no creen en ellos, no tienen el género, no llevan a los actores. Son películas que hacen pensar y la gente no quiere pensar. Son muchas frustraciones personales. A mí me encantaría vivir sólo del teatro, por ejemplo, hacer teatro y hacer proyectos padres pero no puedo vivir de eso, tengo que hacer tele y tengo que hacer otras cosas. Uno es frustradito de por sí en la vida. Llegar aquí en tráfico, ya soy un neurótico del tráfico, me gusta andar en bicicleta, pero sé que no puedo andar en bicicleta con saco y es un desastre. Toda la vida es una frustración grande”.
¿Qué opinas del boom de comedias románticas mexicanas recientes?
“Pues ya te lo dije. Me parece que tendría que haber un equilibrio más fuerte y que la gente que regulara eso tendría que ser como un poco más con influencias culturales, artísticas, para hacer más rica la industria. Es alucinante como los productores de todo matan a la gallina de los huevos de oro. ‘Ay, a la gente lo que le gusta son las narconovelas, hagamos 35 mil series sobre narcos’. Puta, ya todo el mundo está vomitando narcos. ‘Ah, biopics, todas las series van a ser sobre la vida de los famosos… ah… comedia romántica…’ Eso es como el impulso comercial de la gente que toma decisiones sobre las películas que se hacen en este país. Entonces bueno, creo que tendría que estar más equilibrado. Una comedia, luego un drama y la gente estaría educándose en sus gustos, para ver todo”.
¿Cómo ves el futuro del cine en el país?
“No sé. No sé si hay algo que esté regulando. Por ejemplo, ahorita estamos más preocupados por el Tratado de Libre Comercio y las condiciones en las que se tiene que hacer ese tratado a nivel cultural, para que se modifiquen muchas cosas y nosotros tengamos una industria sólida a nivel cinematográfico. Los contenidos ahorita no son tan importantes, porque ahorita hay un pleito más grande que ganar. Mis hijas estudian cine y no están en el país, estudian en Europa y no sé si se quieran regresar. Espero que se quieran regresar a México a hacer cine, me encantaría, pero sí tienen que cambiar las condiciones. Mi hija quiere escribir cine, pero dice, ‘los contenidos que se hacen en México no son los contenidos que yo quiero hacer, yo no quiero hacer comedias románticas, yo quiero hacer otro tipo de cine’ y pues aquí está muy difícil”.
¿Qué consejos les das?
“No pues que está bien que estén allá estudiando y que estén desarrollando otras maneras de hacer cine. Si en algún momento en este país se puede hacer otro tipo de cine, seguramente estarán aquí conmigo”.
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