La vida entre costuras; el arte de vestir bien

Luego de ver su oficio casi muerto,esta pareja logra resurgir con hilo,aguja y corazón

POR: Karla Guadarrama

FOTOS: Roberto Armocida

El telón se abrió al ritmo de los aplausos. Noche de gala, era el 50 aniversario de la Rondalla de Saltillo. Cada uno de los veinte trajes dorados iluminados sobre el escenario se confeccionó a mano y tuvo detrás a dos artífices. Un par de agentes de cambio que cambian vidas a base de puntadas.

Pero estos grandes de la costura no la han tenido siempre fácil. Años atrás, Saltillo “la plaza difícil”, cerró las puertas a uno de los pocos sastres que aún le sobreviven. Un año y medio bastó para que los ahorros de José desaparecieran, la fe en el único oficio aprendido se fue apagando.

El talento para cortar telas para trajes de forma perfecta de nada sirve sin una sola oportunidad para mostrar su capacidad, así que tomó la pasión por la sastrería y la guardó.

No fue sino hasta que una maestra del Tecnológico de Saltillo se topó con José, que éste volvió a respirar con tranquilidad.

En tiempos donde no había tarjeta de presentación, la gente llegaba a los negocios preguntando. . Foto: Roberto Armocida/Vanguardia

Alejado de todo lo relacionado con trajes para hombres, José se refugió en arreglar vestidos para dama y fue así llegó la maestra a enmendar su esperanza.

“¿Cómo es posible que me queje de un año y medio cuando llevo más de 20 años en esta carrera?” declaró.

Ella compró mi primer carro, dijo José. Las cuentas se comenzaron a dar desde su primera visita, el trabajo fluyó de la mejor forma: de boca en boca. La maestra le aconsejó hacer una lista de todos los clientes que llegaron al lugar desde que ella se fue, todo comenzó a cuadrar, solo así José se animó a regresar a su pasión.

“Empezamos a recibir ropa de caballero y nos saturamos. Anuncios de 15, 20 días hasta los de “Ya no recibimos trabajos”, empezamos a exigirle al caballero a que pagara puntual, empezó a cambiar todo” compartió el sastre, desde su negocio en la calle de Hidalgo 811.

José y Victoria; la pareja que hace con la máquina de coser, algo que es más que ropa. Foto: Roberto Armocida/Vanguardia
Me pusieron a barrer, limpiar vidrios, acomodar casimires. Mi primer dinero fue maravilloso”.
José, sastre.

UN MAESTRO DEL CORTE
La capacidad de hacer un traje de gala en dos horas tiene años de experiencia en el camino. José confeccionó saco y pantalón para la boda de su hija el mismo día del evento. Confió en sus aptitudes, tanto como los primeros clientes dudaron de su capacidad.

El papá de José se confesó con sus hijos desde que tenían corta edad. No habría dinero para asegurar sus estudios, pero sí suficiente disposición para asegurar el aprendizaje de un oficio que los sacara adelante. Nueve de los doce hermanos aprendieron a valerse por sí mismos en diferentes trabajos.

¿Qué es eso de la sastrería?
El monclovense ignoraba de qué se trataba el oficio, lo fue descubriendo junto a los estigmas que le rodean. Una vez que lo dominó, dejó de trabajar, se enamoró de este y desde entonces es su pasión. A este oficio ha vivido ligado desde su juventud, en él encontró el significado de la felicidad, del trabajo y la prosperidad.

Un sastre cortador se identifica porque sabe a simple vista dónde está el desperfecto y conoce exactamente dónde se va corregir. Tan simple como decir si hay reparación o no. Foto: Roberto Armocida/Vanguardia
Empecé a los 16 por alguien que me invitó, no sabía que existía”.

'Con un buen traje les cambias la vida’

Victoria ayuda a su esposo en todo, hasta a sujetar la segunda cinta de medir cuando el tamaño de la cintura supera la medida. No, no es novedad, siempre ha existido este tipo de mercado. De hecho, en Víctor y Victoria hay para todos, últimamente han confeccionado más trajes sastres para bodas lésbicas o diseños especiales para bodas gais.

“Somos de mente abierta y a todo cliente se le trata igual, es negocio, todo es negocio” compartió Victoria.

Sin alardear, el matrimonio acepta que ha cambiado vidas, desde niños hasta adultos, de todos tamaños y formas. Entre sus clientes se cuenta un niño de ocho meses con traje hecho a la medida con un simple vistazo, hasta un profesionista de 2.20 metros de altura quien comenzó llevando un solo traje y ahora viste cinco conjuntos más.

“Yo les digo: vas a llegar a este examen seguro, nuestros trajes te van hacer llegar a exponer seguro y sucede” aseguró José y la ciencia lo respalda, al menos augurando una buena proyección. Una postura de seguridad y confort con uno mismo va ligada con la expresión corporal y tal como lo publicó el portal científico EpJournal: los hombres se ven mejor si posan con el mentón alto, de acuerdo a un estudio realizado en el 2007.

José a sus 21 años se presentaba como “sastre cortador”, porque como él mismo lo señaló, no todo sastre sabe cortar, ni corregir y los cortadores sí.. Foto: Roberto Armocida/Vanguardia

Niños de primaria con sobrepeso salen sonriendo del lugar al por fin sentir una prenda que se sujeta a su medida, porque hay muchos que sufren al no encontrar uniformes a su tamaño.

“Vienen niños bien gorditos, que nunca les vas a encontrar uniforme, buscamos su tela y le hacemos el uniforme para que le quede el encuarte, salen felices, les cambias la vida”, aseguró José. En su experiencia, al ajustar estas medidas, muchos de los menores sienten por primera vez en su vida lo que es un pantalón a medida.

SALVANDO EL BOLSILLO
Ropa hecha a la medida y comodidad de quien la usa es sinónimo de clientes felices. Tal como han salvado la seguridad de algunos, estarían por salvar la economía de futuros consumidores de todas clases sociales.

“Si ahorita tienes cinco trajes abandonados, no tienes dinero pero necesitas uno, aquí tienes una solución, nosotros actualizamos prendas” aseguró José. 

De acuerdo a la filosofía que impera en el negocio, en la sastrería puedes resolverle problemas al cliente, ellos se van contentos encontrando algo que creyeron nunca iban a conseguir. Historias de prendas con valor afectivo como chamarras regaladas por algún familiar que fueron rescatadas por manos del equipo imperan en el lugar.

Foto: Roberto Armocida/Vanguardia

AMOR AL ARTE
El día del pedido de un traje especial para 20 personas de diferentes medidas, Víctor y Victoria
no titubearon. 

El trabajo en equipo que los ha caracterizado durante los 20 años de experiencia los hizo coordinarse y hacer guardias para cumplir con el pedido en un trabajo de día y de noche, fue así que la rondalla de Saltillo vistió sacos dorados y pantalón negro el 13 de noviembre del 2016, el día de su aniversario celebrado en el Teatro de la Ciudad. 

El mismo recinto que ha albergado público de todas clases sociales, seguramente contó entre sus asistentes desde aquellas personas que ajustaron su bastilla por 30 pesos, hasta miembros de la clase alta, asiduos clientes de la pareja que suelen acudir para rescatar pantalones de 7 mil pesos.