La vida en todo: la mirada chichimeca
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La vida en todo: la mirada chichimeca
Estos territorios desérticos fueron espacios marcados por la oralidad antes de la llegada de poblaciones humanas que compartían criterios de sedentarización: los europeos y trlaxcalecas, por ejemplo.
Debido al caracter oral, lo que ocurre es la interpretación de los vestigios de estos grupos nómadas. Huesos intervenidos, tejidos, herramientas y símbolos, han sido sujetos a interpretaciones de arqueólogos, lingüistas, expertos y viajeros que suman sus disquisiciones a las claves que dan los restos de fauna y flora en estas latitudes.
Aquí las guerras y los tratados de paz arrojaron datos registrados en documentos históricos. En comparaciòn a los alteros documentales, poco sabemos de viva voz de las naciones nómadas y seminómadas que aquí habitaron, las que fueron expuestas a la exterminación a través de políticas de Estado (envenenamiento de aguajes, desplazamientos forzados o destierro, entre otras).
Tuve la fortuna de encontrarme con Amauta García, artista mexicana que realiza intervenciones en sitio, como parte de su universo creativo. Mostró imágenes de un paisaje actual en Guanajuato, que mucho comparte en coloración, vegetación (mezquites), signos y rocas con el paisaje coahuilense. Me compartió algo de su investigación y trabajo en la misión de Arnedo, en el municipio de Victoria. Ella recupera textos de expertos, que muestran cómo los grupos chichimecas llegaban hasta esas tierras. Entre ellos, se encontraban también los guachichiles, además de mascorros, guamares, samúes, janambres, pisambres o copuces.
En la actualidad, en Victoria, hay pobladores que proceden de las naciones chichimecas, y si bien es difícil decír exactamente de qué grupo o nación derivan, se denominan jonaces.
Lo interesante es la mirada que estos pobladores tienen sobre la naturaleza que ahora es sometida a la operación racional del pensamiento en forma general.
Para los jonaces, la naturaleza está viva: el viento, las piedras, las nubes: todo. Y tienen por sitios de gran valor, los espacios abiertos del desierto a donde acuden a constatar cada vez, que es cierta y tangible su manera de estar en el mundo. Desde su forma de hablar -refiere Amauta-, hay uina diferencia con respecto a nosotros. Su lengua es úza’ y su construcción sintáctica es diferente: no dicen “camino sobre la tierra”, sino “camino junto a la tierra”. Éste es uno de tantos ejemplos que muestran cómo se enlazan de forma distinta a la biodiversidad.
En este sentido, podríamos practicar un ejercicio integrador de esta forma de estar en del mundo. La mirada racional ha llevado a una separación, a una mirada dicotómica entre Naturaleza y ser humano, como bien lo refiere Amauta. Y esta mirada tiene sus resultados en formas económicas, políticas y sociales que se basan en un modelo neoliberal de extracción y tasación que poco abona a la conservación y comprensión de los procesos naturales a los cuales pertenecemos.