La universidad pública. El crecimiento de la UAdeC en el campo de la investigación

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La universidad pública. El crecimiento de la UAdeC en el campo de la investigación

ALEJANDRO MEDINA

Hablaré de la Universidad en que trabajo, no porque sienta la obligación de elogiarla sino porque han sucedido cosas que indican que algunas de sus escuelas dieron un salto hacia delante. He sido testigo de cambios que no se advertirían sin tomar una sana distancia. En un artículo lejano mencioné mi llegada a la UAdeC y mi incorporación a la dirección de postgrado, que estaba en manos del doctor Jesús García Delgado, doctorado en química por la Universidad de Texas. Me propuso hacer un recuento de avances: qué se investigaba y quién lo hacía. Aún no existía la categoría maestro-investigador, pero sí había quienes recibían apoyo económico para llevar a cabo esa tarea: se les nombraba “horas de investigación” y casi todas estaban en manos de abogados. Escribí una carta a cada uno pidiéndole informara el estado en que estaba su investigación. Muy pocos respondieron: uno de la Facultad de Química, otro de Medicina Torreón, uno de Comunicación y otro de Matemáticas Torreón; ningún abogado. Por decirlo de alguna manera, el 15 por ciento de los que recibían dinero trabajaba, el ochenta y cinco cobraba. Era la realidad en 1988.

Todo cambió desde el centro: el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología empezó a crear plazas de “maestro-investigador de tiempo completo” y, puesto que ellos pagaban, ellos mandaban. Se te pedía información de tus logros que debían ser comprobados con artículos científicos, libros publicados, ponencias en congresos especializados y reconocimientos. ¡Nada de rollos!

El cambio fue posible puesto que así como apoyaban así exigían. Echaron fuera a muchos y llegaron nuevos. En la universidad había muy pocos maestros con postgrado, y poquísimos con doctorado; y a los doctores se les pagaba más. Dio inicio la lucha por cursar un doctorado. ¿Uno cualquiera?, no, evidentemente no, puesto que existían bastantes universidades públicas y privadas, incluso europeas, que impartían “doctorados patito”. El proceso llevó años. Hubo, sin duda, engaños, trucos, pero en donde no se podía mentir era en la producción y productividad científica (aunque, siendo mexicanos, siempre alguien se ingeniaba para falsear datos).

Recientemente apareció en el sitio QS Top Universities que realiza un ranking para dar a conocer las mejores universidades del mundo, que una de las mejores 17 de México era la de la UAdeC. Este dato llamó mi atención y me puse a pensar que en realidad teníamos otra universidad distinta a la que conocí aquel año mencionado. Preguntando supe que esa y otras facultades elevaron su prestigio a partir del producto principal: los graduados. Además de esa escuela también se hace investigación biomédica de alto nivel en la Facultad de Medicina Torreón. En la Facultad de Ciencias Biológicas de Torreón gozan de profesores inscritos en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), tienen un posgrado de excelencia y están creciendo. Desde luego que la facultad que ha sido orgullo de la universidad es la de Química de Saltillo, con una gran cantidad de doctorados y muchos productos.

Hay que considerar a la Facultad de Ingeniería Metalúrgica, en la Unidad Norte, Monclova, que ha mostrado un gran avance, que se puede demostrar porque tiene diez investigadores en el SNI.

Una vieja escuela ha tenido un avance meteórico no sospechado hace pocos años: se trata de la hoy Facultad de Psicología Campus Saltillo. Bajo la dirección de Karla Valdés se consolidó la investigación, aumentaron sensiblemente las publicaciones, se contrataron maestros con doctorado y se creó una facultad que pronto fue reconocida por el Conacyt dentro de los postgrados de calidad. Es mencionada en las facultades de México como una de las mejores del País.

Finalmente me referiré a la de Ciencias Sociales, que es una de las más nuevas y la más pequeñita, que en poco tiempo se ha consolidado: ha sido certificada y se encuentra en un proceso de acreditación especializada. Ahora tiene ya una maestría, lo que la transformó en facultad: acaba de ingresar a los postgrados de excelencia y su nombre será Facultad de Historia. Se distingue por contar con siete maestros con doctorado, todos en el SNI, dos a punto de doctorarse en la UNAM y cuatro con maestría. Es una de las más productivas de la universidad.