La última camada de barberos de la vieja escuela, jóvenes imponen moda

Primero fueron las estéticas ‘unisex’ (en los años 80), ahora las Barber Shop ponen en riesgo de desaparecer a los peluqueros tradicionales
Prestigio. Fidel Bustos tiene más de 60 años en el oficio; entre sus clientes figuraron Braulio Fernández Aguirre y Óscar Flores Tapia. JORDI SIFUENTES

Para llegar a ser barbero (peluquero, como se les conocía hace décadas) primero tenías que limpiar zapatos. Así, poco a poco te ganarías la silla en donde te dedicarías a rasurar y cortar el cabello.  Así era el oficio. Hoy, ha tomado un giro totalmente distinto.

Aún quedan hombres quienes siguen viviendo de lo aprendido y han presenciado la transformación de la ciudad junto con las modas y la cultura. También llevan años fungiendo como confesores de sus clientes

Ninguno de los tres entrevistados tiene nada en contra de los nuevos estilos de barberías: “Cada quién hace la lucha que puede”, dicen.  

Confianza. Además de cortar el pelo, los peluqueros se convieten en confidentes de sus clientes. JORDI SIFUENTES

CALLE JUÁREZ

El local de don José de la Cruz es el más pequeño de los que visitamos. Un espejo, una silla antigua de barbero y una cajonera en donde guarda tijeras y cuelga máquinas, son sus instrumentos de trabajo.

El papá de José trabajaba como minero en Real de Catorce, San Luis Potosí, hace más de un siglo. Allá logró conseguir una máquina con la que cortaba el cabello a sus compañeros.

Fuera de su casa, en aquel pueblo, era común ver una fila larga de hombres llenos de carbón. Cobraba unos pesos extras por estilizar a sus colegas.

Además de aprender de su papá, trabajó varios años en Monterrey en una barbería. Cuando lo despidieron por el cierre del negocio, le regalaron la silla con la que ahora trabaja.  

MANOS EXPERTAS. De acuerdo con los entrevistados, quedan únicamente cinco barberos en todo Saltillo. La calle de Victoria era en donde había más salones de belleza y barberías hace décadas. JORDI SIFUENTES

Lleva más de 40 años en la calle Juárez, metros antes de llegar a la calle Matamoros. Todos los vecinos de la zona conocen a don Pepe. Corta el cabello y rasura la barba y el bigote.

“Tengo 50 años dedicándome a esto. Empecé en Monterrey a los 21. Me vine para acá. Aquí tengo 46 años”, recuerda.

“Papá me enseñó, en mi pueblo él cortaba el pelo. Un día  vio una escuela de barbería y me metió; antes no podías decirle que no a los papás. Existía mucho respeto”, señaló don Pepe, quien ahora tiene dificultades para escuchar, a sus 84 años de edad.   

JORDI SIFUENTES

Datos

De acuerdo con los entrevistados, en Saltillo quedan alrededor de 5 barberos de la “vieja escuela”.

La mayoría rondando los 80 años de edad.

La calle Victoria fue la vialidad con más barberías y peluquerías.

A mediados del siglo 20, los hombres y las mujeres no podían acudir al mismo lugar a cortarse el cabello por cuestiones culturales.

Ahora, con las Barber Shop se está volviendo a lo mismo.

Estilista. Juan Farías afirma que a su barbería acudieron los Moreira; ha cortado el cabello a políticos y hasta a sacerdotes. JORDI SIFUENTES

LAS BARBER SHOP ‘MARCAN’ TERRITORIO; MODAS Y GUSTOS QUE SEPARAN A SALTILLENSES

Encontrar una peluquería en Saltillo es como buscar una aguja en un pajar. Es más fácil llegar a una “barber shop”; de esas llegan a haber hasta cuatro en una cuadra.

OBREGÓN

En la década de los 80, los hombres y las mujeres no podían acudir al mismo lugar por cuestiones culturales. Hubo un momento en donde comenzaron a existir las estéticas “unisex” y ahora, otra vez está ocurriendo la división.  

“Hoy se está seccionando. La separación de la estética ambisex es como si le estuvieras dando para atrás a la cinta. Ahora los mujeres y los hombres otra vez están acudiendo a lugares distintos”, dijo Juan Farías, de 56 años de edad, que tiene su local en Obregón antes de llegar a la calle Pérez Treviño.

Reliquias. El clásico sillón que se utilizó desde los años 40, aún se puede ver en las peluquerías tradicionales JORDI SIFUENTES

Al entrar a su local se pueden ver muebles con estilos de hace 40 años. En las paredes hay decenas de fotografías que muestran cortes ochenteros. El blanco y el azul son los colores que predominan. Desde políticos y sacerdotes, nadie se salva de un corte. 

“A los Moreira yo los conocí. Aquí vinieron. Hasta sacerdotes se han sentado en esta silla. Que se portaron mal, yo no los juzgo. Nadie se salva de un corte de pelo”, dice.

“No te puedo decir qué me contaban porque me meto en problemas y te puedo meter en problemas a ti, pero sí terminan platicando muchas cosas. Por eso es lo peligros. Esto es muy parecido al confesionario”, agrega.

“He arreglado a personas muy ricas. Que si esto. que si lo otro. Que si son traficantes o son aquello o lo otro, ¿a mí qué? (…)”, platica.

“Yo estoy agradecido con mi oficio. Me ha dado para lo que yo he querido: coche, familia. Saqué a tres hijos adelante… ahora son ingenieros”, dice orgulloso.

Peluquería. El equipo es el mismo; lo que varía es la manera de cortar el cabello. JORDI SIFUENTES

ACUÑA

Los colores azul y rojo se utilizan en una barbería, pues en Francia así de distinguían los lugares en donde podías acudir por un corte de cabello, y hasta encontrar quién te sacara una muela.

“Esos colores vienen de Francia, porque antes se sacaban muelas. Lo peluqueros antes también eran médicos y de todo. El peluquero hacía todo, por eso pusieron esos colores”, señaló Fidel Bustos, quien tiene 63 años de barbero y 85 años de edad.

Él es el mayor que queda en la ciudad. Sigue cortando el pelo en el local ubicado en la calle Acuña  esquina con Mariano Jiménez en el número 165 en una casona antigua del Centro Histórico.

La barbería en donde trabaja don Fidel es de las más amplias. Tiene dos espejos: en uno trabaja él y en el otro su compañera, una mujer más joven.

De los techos cuelgan dos ventiladores rojos. Decenas de utensilios y cabello recién cortado había en los muebles y en el piso.

Modas. Hace décadas los cortes de cabello eran muy distintos a los actuales; los hombres eran prioridad. JORDI SIFUENTES

Al menos en Saltillo, para llegar a ser barbero primero tenías que ser bolero y después podías ser barbero, cuenta don Fidel.  

“Yo empecé de bolero. Para llegar a peluquero o barbero primero tenías que ser bolero. Empecé en la calle de Múzquiz y Centenario.

Yo le corté el pelo a don Braulio Fernández, a Óscar Flores Tapia, a los Gutiérrez. A muchos personajes grandes”, recuerda.

“Ahora hay muchas ‘Barber Shop’. Cada quién hace su lucha. Yo a los jóvenes les recomiendo que se porten bien con los clientes, que los traten bien para nunca perder clientes”, finalizó.