La UANE de tres hombres

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La UANE de tres hombres

La Universidad Autónoma del Noreste ha caminado a través de cuatro décadas por caminos inusuales. Hoy, en la cumbre de su propio proyecto, aparece como lo que es, la universidad privada más importante de Coahuila. Pero en sus inicios tuvo que pasar por no pocas carencias e incertidumbres.

Hace poco más de 40 años, un grupo de jóvenes altruistas de un movimiento católico se propusieron crear una institución que atendiera a las personas que no habían podido terminar sus carreras, se habían casado, o que sin haber empezado una, deseaban tener un título. En Saltillo no existía ninguna alternativa para estudiar por las noches. La Universidad de Coahuila no tenía ni siquiera un bachillerato nocturno. Así que crearon una universidad que funcionara por las noches. Militaban en Jornadas de Vida Cristiana, movimiento venido de España vía los Hermanos Maristas de Chile. Ellos eran Higinio González Calderón, Lourdes Dávila Sota, María de Lourdes González Rodríguez, María Luisa Mendoza Oyarzabal y Raúl García Elizondo.  

La UANE arrancó en una casa particular que fue transformada en lo posible: recámaras hechas salones, algún closet como oficina, en el sótano se impartía un curso de tronco común: matemáticas. El inicio fue de mucho entusiasmo, generosidad (varios maestros no cobraban) y un tanto rodeada de un halo de afectividad.
No hay duda que el líder del proyecto fue Higinio. Inició con 176 alumnos en pocas carreras. La constante era que los alumnos eran, casi todos, trabajadores. Por ejemplo, en Ciencias de la Educación se inscribieron 22, de los cuales 21 trabajaban y sólo una muchacha era estudiante de tiempo completo. Esa fue la opción que inició la UANE.

Pero el entusiasmo no paga nóminas, ni renta, ni luz, agua o pizarrones. Los problemas económicos aparecieron muy pronto. Escaseaba casi todo. Y fue el momento en que apareció un personaje que empezó a solucionar las carencias. Daniel González Rodríguez pidió préstamos en los bancos para poder pagar gasto corriente y adquirir mobiliario escolar, equipo secretarial y demás. Esto no lo hizo una vez sino muchas y durante los primeros 11 años él puso sus bienes personales y familiares al servicio de la universidad (hipotecó casas). Dejó de hacerlo cuando la UANE creció suficientemente en Saltillo y fundó campus en Torreón, Monclova, Piedras Negras y Reynosa.

Desde sus inicios esta nueva institución creció sin tregua lo que hizo saber que era imposible seguir rentando casas. Plantearon el problema al gobernador Óscar Flores Tapia y éste no tardó en verle futuro y ofreció su apoyo: les daría un terreno amplio y dinero para construir, pero condicionado. La UANE había nacido con dinero de varios socios y se registró como Sociedad Anónima. Don Óscar les pidió transformarse en Asociación Civil sin lo cual ni se asomaran por Palacio: el gobierno no ayudaría a hacer ricos a unos cuantos. 

Los socios aceptaron el lance y renunciaron a repartirse dinero. El Gobernador les entregó un gran terreno, algo de dinero y retó a los dos grandes capitales de Saltillo a que apoyaran, cosa que tardaron en hacer (de ahí el papel de Daniel).

Yo creo que hubo una conjunción de causas y de personalidades en esos inicios. Las relaciones entre tres personajes que muy poco tenían en común dieron por resultado una universidad que vino a resolver carencias enormes en la oferta educativa, quiero decir en las posibilidades de estudiar para miles de coahuilenses.

En la Asociación Civil hay 33 socios. Algunos de ellos desearían regresar a la Sociedad Anónima y lo manifiestan “sotto voce” pero no hay regreso: la mayoría ha ratificado su apoyo a la gratuidad y solidaridad. Es la institución superior que otorga más becas en el Estado y tiene ofertas desde bachillerato hasta doctorado (uno). Así debe seguir si pretende seguir el espíritu de sus fundadores y bienhechores.

Higinio, Daniel y don Óscar son los tres hombres que pusieron la mesa para muchos. Ahora la UANE tiene 10 mil alumnos en seis campus y un buen futuro.