La transformación y el queue

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La transformación y el queue

Queue (se pronuncia “kiu”) es un vocablo francés que procede del latín cōda que es la cola de un animal. En español se usa cola para referirse a la cola de un animal y para una fila. En inglés, la palabra queue se refiere solo a la fila, serie de personas colocadas una tras otra en una línea. Las filas son una realidad cotidiana y existen teorías y estudios complejos para su manejo y optimización, en el entendido de que es imposible vivir sin filas. El diseño y manejo de filas es una disciplina muy cotizada en el mundo y se aplica a filas comunes (en un banco o aeropuerto), o en situaciones complejas (sistemas de comunicaciones, informáticos o programación de robots). Dicen por ahí que, si usted odia las filas, más le vale formarse en la fila porque somos muchos los que las odiamos. A principios del siglo 20, A. K. Erlang, un ingeniero y matemático danés, entró a trabajar a la compañía telefónica de Copenhague donde estudió y analizó patrones de las llamadas telefónicas y las probabilidades relacionadas con el tráfico de llamadas, su duración y la capacidad del sistema de manejar llamadas al mismo tiempo. A Erlang se le atribuye gran parte de la formulación de la teoría de colas (queueing theory) y que influenció temas e industrias tan variadas como el diseño del internet hace unas décadas.

Vino a mi mente el tema a raíz del arranque de la Fase 2 de la campaña de vacunación que tiene como objetivo (en palabras del presidente) vacunar (una dosis) a más de 15 millones de adultos mayores de 60 años para mediados de abril, ahora que ya se ha restablecido el flujo de vacunas. Para esto es necesario que a partir del lunes 15 de febrero se apliquen no menos de 250 mil dosis diarias, los siete días de la semana, por unos 60 días. No vamos a hablar aquí de si tuvimos tiempo de preparar esta fase para un arranque más eficiente y evitar los problemas que se vieron en los primeros días. Tampoco vamos a profundizar mucho en el hecho de que, a casi una semana del arranque de esta fase, vamos muy por debajo del promedio diario necesario. Esperamos que los detalles de implementación sigan resolviéndose y el número de dosis aplicadas sobrepase los 170 mil/día, promedio que se ha observado en los primeros cinco días, y se pueda sostener el ritmo de más de 300 mil del 18 de febrero.

Vivimos filas obvias todos los días: En el semáforo, en el banco, en la estación del metro, en la caseta de cuota, en el supermercado, en el aeropuerto, en hospitales, en migración y aduanas, en servicios de (des) atención telefónica, en un restaurante, en trámites de gobierno de todos colores, niveles y tipos, en la oficina del doctor y sí, en la campaña de vacunación que ahora parece ya tener más y mejor forma. Cuando se anunció el portal para el registro de ciudadanos para la vacunación, se saturó el sistema (mal diseño de filas) y el sistema se cayó. No es claro si hubo alguien detrás de la definición del sistema que haya tenido en mente las teorías del ingeniero Erlang, pero sabemos que ese sistema no pudo absorber los picos de demanda. Como en casi cualquier tema reciente, inmediatamente saltaron los polos opuestos (pro y anti 4T) a echar en cara y a racionalizar, cada uno con su sesgo, lo que a todas luces era una falla previsible, pero también fácilmente corregible relacionada a una situación de emergencia. Esa guerra de tuits duró unos días, eventualmente la fila en el portal se redujo, el sistema se ajustó y se acabó el ruido. Un par de semanas después, durante el primer día de la vacunación de adultos mayores, empezó la crítica al gobierno por las filas de hasta seis horas que los ciudadanos tenían que navegar para obtener su vacuna. El gobierno tuvo casi un año para analizar el problema que vendría y debió conseguir un par de matemáticos con experiencia en teoría de filas. No parece haberlo hecho. Se habló de 10 mil cuadrillas y ahora se habla de poco más de mil. Cuadrillas de 12 personas, de las cuales dos son personal médico. No hay claridad en las metas de dichas cuadrillas ni si tienen un número mágico de dosis por hora por aplicar (con base en algún cálculo estadístico de baja complejidad). Aun así, quienes ciegamente defienden a la 4T y las acciones del Presidente salieron a vender la idea de que quienes se quejan por las filas no entienden que la transformación de este gobierno es una donde todos hagan filas. ¿Se darán cuenta de lo ridículos que suenan? Nadie pide que desaparezcan las filas, pero todos debemos esperar que las filas necesarias e inevitables tengan dos neuronas atrás de su diseño. No señores, más y más largas filas no es transformar a México. Por favor quítense eso de la cabeza.