La torcedura hermenéutica
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La torcedura hermenéutica
Es un hecho que los libros sagrados, y otros que no lo son, pueden o debieran leerse desde una perspectiva simbólica y no literal. Interpretarlos textualmente podría depararnos una lectura errática, incluso disparatada. Pero pretender que esa interpretación es “infinita” resulta una exageración.
He recorrido con esmero los dos primeros ensayos del libro “Hermenéutica Analógica y Literaria”, de Caleb Olvera Romero: “Lilith y La Crítica al Falocentrismo Divino” y “Job y El Límite de la Congruencia. La Hermenéutica Analógica y el Libro de las Lamentaciones de Job”.
Es Mauricio Beuchot –Torreón, Coahuila, 1950- quien escribe el Prólogo de este libro, publicado por la Universidad Autónoma de Aguascalientes en coordinación con Laberinto Ediciones, el año 2016 (segunda edición). Beuchot es el inventor y el impulsor de lo que él ha llamado “hermenéutica analógica”:
“Una hermenéutica analógica tiene la ventaja de evitar dos posturas extremas como son las de la hermenéutica univocista y la hermenéutica equivocista. La hermenéutica univocista pretende una interpretación única de cada texto, sin dejar lugar para las otras, que descienden al rango de completamente falsas. En cambio, la hermenéutica equivocista pretende que la mayoría de las interpretaciones de un texto (y a veces todas) sean válidas, con lo cual la interpretación misma se trivializa y la hermenéutica se vuelve imposible por inútil…” (M. Beuchot. Exposición sucinta de la Hermenéutica Analógica.
La lectura y la interpretación que Olvera Romero emprende de estos textos sagrados pero excluidos del canon eclesiástico es el producto de la aplicación de las ideas que, a lo largo de los años, Beuchot ha construido en sus tratados sobre su denominada “hermenéutica analógica”.
Sin embargo, tal aplicación no es tan rigurosa y exhaustiva como se quisiera en este libro de Olvera Romero. Ambos ensayos ocupan casi todo el espacio disponible con la yuxtaposición de narraciones extraídas de diversas fuentes para concluir con un párrafo donde, como una suerte de corolario, se interpreta “analógicamente” el total de los relatos o fragmentos narrativos consignados.
Cierta ambigüedad se origina desde la transcripción de sus citas, directas o indirectas, pues la tipografía nos confunde: nunca sabemos a ciencia cierta quién escribió estos o aquellos fragmentos narrativos, si Olvera Romero o los autores originales.
Pero aunque el análisis “hermenéutico analógico” parezca deficiente, los temas de estos ensayos son apasionantes.
Lilith y Job, personajes bíblicos, nos remiten a un pasado casi mitológico y controversial. La primera apenas es mencionada en la Biblia; al segundo se dedica todo un libro en este volumen sagrado.
Es necesario subrayar que para acceder a la lectura de estos ensayos necesitamos dejar fuera cualquier sombra de fanatismo religioso, pues lo expuesto en sus páginas poco o nada tiene que ver con lo que acostumbramos leer o interpretar en la Biblia.
Si nuestra formación es convencionalmente religiosa la lectura de estos textos nos parecerá, tal vez, herética, si no es que diabólica, para decirlo pronto. ¿Lilith y Adán copulando con bestias…? Del otro personaje, el autor escribe: “El libro de Job es la narración de un proceso que en su mayoría se parece a los procesos kafkianos, donde una culpa recae sobre un hombre sin haber cometido falta alguna.” (sic., p. 53).
Olvera Romero cita a un tal Goodoski –“En un lugar del olvido”- cuando narra: “Adán gustaba en sus fantasías de hacer el amor con su Señor, a quien encontraba en el rostro de Lilith.”
Confieso haber buscado por un largo rato a este Goodoski, pero no di ni con alguna información sobre él ni con algún indicio de sus obras. Es posible que su hermetismo sea tal que impida el acceso a un profano cualquiera, como el que escribe estas líneas.
Interesantísimas versiones estas que el canon excluye de sus límites. Cuidado con su lectura y su interpretación: ni la hermenéutica de Schleiermacher, ni la de Gadamer, ni la analógica nos salvarían de la torcedura de sentido que podemos provocar, especialmente si se trata de textos sagrados.