La teoría del equilibrio

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La teoría del equilibrio

Lo contrario de un conflicto es la solución de problemas. Un conflicto termina por lo general en una pérdida. La solución de problemas, en cambio, tiene su fin en el logro satisfactorio de las necesidades de las facciones que entran en juego.

Emprender la solución de problemas y cambiar las situaciones conflictivas en situaciones resueltas dependen, más que todo, de un ego sano con alto estándar de actitud personal, que se vuelve efecto multiplicador cuando el líder es un ejemplo consistente de esa cualidad.

El ego debe calibrarse con precisión en cada llanta de un auto. Si se infla de más se convierte en alto riesgo para la estabilidad de la unidad y el conductor puede accidentarse por pérdida de control, si se infla de menos acaba por poncharse y dejar a todos los ocupantes “tirados en el camino”.

Las actitudes y los sentimientos de las personas constituyen el factor clave, a través del cual la información relativa a las condiciones en que se encuentra un asunto en ocasiones es procesada deformada y frecuentemente encapsulada en los prejuicios de él o los que tienen un ego desequilibrado.

El lenguaje del conflicto se caracteriza por amenazas personales, juicios y dinámica defensiva en todo momento; el lenguaje de la solución de problemas, por otra parte, no es amenazador sino descriptivo, fáctico que detecta y admite siempre lo que concuerda con los hechos porque esa es la característica de la verdad.

La habilidad de observación aporta la ventaja de acertar en “leer a las personas” con base en su comportamiento. La experiencia nos dice que los conflictos están, por lo regular, distribuidos a lo largo de una continuidad; entre los competitivos y los perturbadores. Los perturbadores causan destrucción y casi nunca asumen la responsabilidad de sus actos.

Un competidor aporta análisis y argumentos sólidos, cambia su comportamiento de avance correcto al perseguir racionalmente una estrategia para ganar, en vez irse en contra con un acto de agresión irracional. Hay que estar atento para descubrir si estás frente a un competitivo o perturbador. Éste último es tóxico para todo el que se cruce en su camino, ya que tiene frustración acumulada, ira acumulada, resentimiento acumulado, carencias acumuladas.

La actitud lo es todo. No tiene madurez el que tiene más años de edad, sino el que siempre se empeña en derrotar al problema en lugar de a otras personas. Necesitamos tener claro que nada es bueno o malo en absoluto, sino sólo cuando se compara con una norma. Las mejores prácticas siempre provienen de personas de mente abierta y razonamiento perfilado al logro consecutivo de metas dignas de valor.

¡Decídete a ser feliz hoy!

 

@_A_lfonsina