La sucesión de Miguel Riquelme

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La sucesión de Miguel Riquelme

Miguel Riquelme, desde que tomó a su cargo la gubernatura del estado, ha navegado en aguas que la supremacía priista, y con ella el Ejecutivo estatal de entonces, lo empujaron y le imprimieron un ritmo que manejaba el anterior régimen cuya decisión le favoreció, pues la opacidad de ese tiempo continuó durante los primeros años en el desempeño del cargo de manera que fuera un juego de ganar ganar.

Esa decisión se tenía que tomar en forma forzada y forzosa, pues los trabajos gubernamentales de esa época, surgida de la concatenación de sexenios, dejó como herencia un periodo que se manchó por una ambición apabullante de recursos económicos que tenían que confundirlos como si fuera un desgarrón de niebla, pues  los ingresos ocultos son de procedencia ilícita.

La presente administración riquelmista cabalga en el cuarto año de seis que se deberán cumplir, y en honor a la verdad, van transcurriendo con algunas demostraciones de obras derivadas de una mengua de recursos, conduciéndolos dentro de un moderado avance.

Sin embargo este régimen ha ido caminando cuidando de no contaminarse con bacterias que solo con dinero mal habido se manchan, pues al menos hasta esta fecha no se ha sabido de hurtos escandalosos. Con lo anterior quiero decir que de seguir así, no habrá necesidad de sentar al próximo gobernador con la consigna de difuminar los malos manejos.

La erradicación de las imposiciones de los candidatos abona  a una democracia en la que el pueblo recobre la confianza y la libertad de escoger a los aspirantes a los puestos de elección popular, que sean componentes de una probidad sin duda con la demostración de una honorabilidad pecuniaria proveniente de un trabajo decente y técnicamente bien hecho, y si estos emanan de la esfera política, que sean viables revestidos de fama pública.

En poco menos de dos años ya sabremos quién será el sucesor del señor Riquelme, que de seguir así  el ambiente político estatal, no se deberá quebrar mucho la cabeza para señalar, a través de su partido, quién será el pretendiente que se convierta en el elegido, sustentado éste en un trabajo político de primera a fin de que, al revisar sus cartas credenciales, reflejen antecedentes de reconocido administrador público a fin de que pueda pelear el puesto con certeza de triunfo.

Mientras esto suceda el gobernador deberá enfocarse a ganar las presidencias municipales y las diputaciones federales de junio, de manera que con los caminos que conduzcan al triunfo de su partido, le sea más fácil llevar al candidato a la gubernatura de la misma forma, para que Coahuila contribuya a desplazar la fuerza de Morena en el Congreso federal, cuyos integrantes como fieles vasallos del Presidente, han traído más dificultades que beneficios a la nación, llevándola por vías de incertidumbre y caos.

Pasadas las elecciones de junio los vientos palaciegos de la sucesión gubernamental se acrecentarán por los pasillos de la sede del Ejecutivo estatal y formarán una masa que rebotará en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) que empezará a fabricar la estructura que construirá al candidato que enfrente la elección a mitad de 2023 y sea conducido al lugar principal del mando del estado.

Llegada la fecha de la selección del jugador ¿se escucharán voces del pasado reciente? ¿El gobernador hará uso del derecho de designar a su sucesor? ¿Sabrá capitalizar las opiniones procedentes de sus antecesores en pláticas subyacentes cuya consulta es válida? La experiencia de los exgobernadores es una riqueza que debe aprovecharse, pues tratar de adivinar a quién lanzar a la candidatura tomando como base la amistad, es impregnarlo con tintes de derrota.

Con un cuidado profesional en dos meses más se deberá empezar la desinfección del ambiente político electoral, e ir despejando poco a poco el camino que conducirá a la selección del que será el próximo gobernador del estado.

Se lo digo EN SERIO. 

franciscoaguirreperales@gmail.com

@aguirreperalesf