La Sociedad Manuel Acuña

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La Sociedad Manuel Acuña

Sometido su edificio, al parecer, a un proceso de transformación no muy claro, la Sociedad Manuel Acuña agregó esta semana un conflicto más a los problemas jurídicos y legales que ha venido enfrentando en los últimos años a causa de una profunda escisión entre sus socios.

El edificio en cuestión fue adquirido por la agrupación hace 99 años, y la versión que circuló insistía en que se estaba demoliendo, a lo que Desarrollo Urbano intervino para parar la obra porque sólo había emitido un permiso de remodelación y la delegación del INAH aclaró no haber concedido permiso alguno para intervenirlo. El asunto levantó serias protestas y reclamos de muchos saltillenses para que se conserve un edificio que en otros tiempos contribuyó de manera importante a la comunidad social, educativa, deportiva, turística y cultural.

La Sociedad Círculo Proteccionista y Recreativo de Empleados “Manuel Acuña” se fundó hace casi 115 años a iniciativa de Francisco Fuentes Fragoso, y se le dio carácter mutualista y recreativo y el lema “Amistad y Adelanto”. Firmaron el acta de fundación, entre otros muchos socios, Tomás Flores Luna, Florentino de Valle y Rubén Moreira Cobos. Después cambió su nombre a “Sociedad Manuel Acuña”. La agrupación supo adaptarse y ampliar su primer fin, el mutualismo, a otras actividades con las que prestó grandes servicios a la comunidad y ganó sólido prestigio en Saltillo y fuera de él.

Durante muchos años sostuvo una escuela primaria nocturna a la que asistían en promedio 80 niños de extracción humilde que trabajaban durante el día. Tuvo un Teatro anexo muy activo, y de 1917 a 1920 publicó una revista mensual de interés general con el objetivo de llevar a los hogares de los socios textos educativos y de cultura útil para toda la familia. Para 1931 contaba con una biblioteca de varios miles de volúmenes donados por los socios y otras sociedades afines y por particulares simpatizantes. Por muchos años tuvo salón de billar, de boliche y varios para jugar damas, ajedrez y dominó, y convocaba frecuentemente a torneos. El aspecto deportivo lo cubría una cancha de básquetbol y una de tenis en el patio, y un maestro de deportes impartía clases y entrenaba equipos y participaban en muchos eventos de esa naturaleza.

En el aspecto social organizaba grandes fiestas patrias en el mes de septiembre y prestaba sus instalaciones para festivales escolares. El Patio Español tenía un escenario en alto y era sede de convenciones, festejos y congresos. Un tiempo funcionó como una gran pista de patinaje. También organizaba bailes públicos en sus instalaciones o las alquilaba a quienes los organizaban. Fueron famosísimos sus bailes rancheros amenizados por grandes orquestas de la época.

El original Salón de Actos con su escenario se convirtió en gimnasio con graderías de madera plegables y una magnífica cancha de básquetbol donde se dieron aguerridos encuentros entre los equipos del Ateneo, la Narro y otras instituciones, y siguió acogiendo festivales escolares, concursos y otros espectáculos de talla internacional. La famosa “bailaora” Carmen Amaya presentó ahí la magia de su danza gitana como lo había hecho en otros escenarios ante monarcas y altas personalidades del mundo, y su actuación removió la sangre andaluza de muchos saltillenses que presenciaron esa especie de exorcismo que sacaba de sus entrañas el demonio del baile flamenco.

Todo tiene su momento. Al parecer, esa sociedad, en otro tiempo tan útil a la comunidad saltillense, cumplió ya sus días. Hoy otras asociaciones, también con fines recreativos y deportivos, y algunas de asistencia social, realizan actividades similares. Si ese es el caso, la Sociedad Manuel Acuña debiera brindar una explicación a la sociedad saltillense y entregar sus archivos a alguna institución oficial para su conservación y resguardo, asegurando de esa manera su merecido lugar en la historia de Saltillo.