La sin razón de los payasos

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La sin razón de los payasos

La llegada de Donald Trump al poder de EU representa una situación crítica para los latinoamericanos

El oficio de payaso no siempre ha tenido la poca aceptación que tiene en la actualidad por aquello de los delincuentes que utilizan un disfraz de clown para realizar sus fechorías.

Es larga la historia de este rol cuasi mágico que desde el Medioevo los bufones divertían a las cortes de los reyes europeos. Los tlatoanis mexicas tenían entre su séquito a enanos que cumplían una función de entretenimiento.

Cuando Joseph Grimaldi, a principios del siglo XIX, creó un personaje como réplica del Pierrot que había surgido en 1665 gracias a Giuseppe Giratoni, se empezó a construir un oficio que llegó a las televisoras del mundo en el siglo XXI; el payaso Bozo es el mejor ejemplo de esto en la Unión Americana. En nuestro país, el regiomontano Ricardo González, de profesión odontólogo, caracterizó a Cepillín, un payaso de la televisión.

El poema “Reír llorando” del autor Juan de Dios Peza (1852-1910), inspirado en el actor británico David Garrick, describe la historia de un hombre que sufre de tedio y a quien el médico recomienda ver al payaso Garrick para aliviarse, el hombre le contesta: “Yo soy Garrick, cambiadme la receta”.  En la ópera “Pagliacci” del compositor italiano Ruggero Leoncavallo, estrenada en 1892 y que ha sido protagonizada por cantantes como Plácido Domingo y Luciano Pavarotti, un payaso sufre por la infidelidad de su amada y, sin embargo, tiene que reír ante el público.

Debemos entender, ante la llegada de Donald Trump al poder de EU, que se presenta una situación crítica para los latinoamericanos que, aunque no será permanente, tendrá repercusiones en el corto y mediano plazo.

Durante su campaña rumbo a la presidencia, Trump montó shows, verdaderos circos mediáticos en los que él fue un protagonista al estilo de la venta de sueños y el sube y baja de emociones que se ofrece en Disney World, con todo y juegos artificiales. Aún así ganó las elecciones frente a una candidata que fue cuestionada por el FBI.

Será difícil que Donald Trump se eleve a la categoría de estadista, como difícil es que la población estadounidense tenga un interés genuino por el resto de la humanidad. Pero la misma reacción inusitada de los electores que lo encumbraron se ha vivido en otras latitudes del mundo, lo que ha fortalecido a líderes de ultraderecha disfrazados de personajes que parecen genuinos y solidarios con los más vulnerables, pero que sólo son políticos que buscan su enriquecimiento tras una máscara.

En España, el partido más corrupto regresó al poder de la mano de Mariano Rajoy. Mientras que Vladimir Putin, presidente de la Federación Rusa, se ha eternizado en su mandato, ignorando a sus conciudadanos.

¿Qué ocurrió en las elecciones de los Estados Unidos? La gobernanza estaba en el límite de su factibilidad, los ciudadanos de sectores alejados a los muestreos de opinión pública y de las grandes urbes no sentían corresponsabilidad e involucramiento para con su Gobierno. Más bien estaban cansados de seguir atestiguando cómo su poder adquisitivo se empequeñecía durante las gestiones de los presidentes demócratas.

Es una falacia pensar que las candidatas para puestos de elección popular son apoyadas por las mujeres. El 52 por ciento de las mujeres que emitieron su voto lo hicieron a favor de Trump. Otra lección aprendida es que las declaraciones polémicas posicionan a los candidatos sin importar su ética ni su probidad moral.

El payaso Vagabundo, tipo tramp, es el que representa al marginado social. De este personaje hizo toda una creación Charles Chaplin. No sé lo que pasará en México ante los acontecimientos políticos que están sucediendo en los Estados Unidos, pero el magnate Donald Trump, que ha mostrado su racismo a ultranza, me resulta indescifrable. Aunque algunos mexicanos comentan que: “ya nos cargó el payaso”.