La siguiente revolución

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La siguiente revolución

Visita a México Mike Pompeo, director de la CIA y se reúne con el presidente actual y con el presidente electo, por separado. Viene también la encargada de la seguridad interna estadounidense.

La sensibilidad del mexicano aflora cuando ve cualquier señal de intervención. Desde que Estados Unidos se quedó con la mitad del territorio, hay un sentimiento de rencor y desconfianza que aflora en estas circunstancias.

La delegación discutirá las formas de combatir las organizaciones delictivas transnacionales, la epidemia de opioides en las tensiones comerciales de los Estados Unidos y la migración sin autorización legal.

Me pregunto si en su agenda oculta vengan a revisar si la revolución que propone AMLO es pacífica. La situación del país es tan mala, que en otros lugares se produciría una revuelta.

“No sé si todo eso se debe al miedo o a la famosa letargia. A lo mejor es que el momento no ha llegado todavía, quizá porque la gente sabe que estallaría el infierno. Si esto sucediera, los americanos tendrían otras cosas en las que pensar que en la pobre Nicaragua. Los mexicanos son sus verdaderos vecinos.” Escribió Nooteboom cuando el holandés visitó México.

Espero que la revolución propuesta no se convierta en una lucha de clases. Hay indicios de esa lucha: ricos contra pobres, chairos contra derecha, capitalismo contra izquierda. Morenos contra blancos. 

Nuestra historia está escrita con sangre. Espero no se repita “la historia”, esa mezcla de errores y violencia, como la definió Goethe.

También escribió Nooteboom: “La gran Revolución mexicana llegó antes que la rusa, que resultó un fracaso, pero para la mayoría de los mexicanos no ha llegado todavía.… Los mexicanos son quienes describen todo esto mucho mejor que yo.

Hablan de cifras y cuentan historias de escándalos, asesinatos y corrupción, de sindicatos vendidos al Gobierno a cambio de privilegios, de la impotencia de la oposición.

“Hablar desde luego sí saben”, dice un corresponsal extranjero en tono injurioso. “Lo que tú llamas una situación explosiva ya era así hace diez o veinte años.

El deseo es el padre del pensamiento. Pero jamás sucede nada. O, mejor dicho, sucede de todo, pero no sirve de nada. De una manera u otra todo desemboca siempre en una vía muerta. También la famosa reforma agraria.

En 1950 ya se habían repartido entre la gente sin tierra sesenta y tres millones de acres en ejidos, pero todos esos pequeños campesinos producían de una manera que no resolvía el problema de la escasez de víveres. La reforma había satisfecho su sentimiento de justicia y al menos no padecían hambre, pero, como política agraria, aquello no iba a ninguna parte.

Fíjate si no en los funcionarios, la policía y el poder judicial. Está muy bien eso de criticar la corrupción, pero, cuando se les concede a los trabajadores una subida salarial, esta es de inmediato devorada por una inflación incontrolable, con lo que ganan aún menos que antes, ¿qué hacer entonces?

La mayoría de los mexicanos con los que hablas se sienten presos en su propio país, porque con ese peso cada vez más devaluado no pueden dar un paso fuera de sus fronteras. Por muy noble que uno sea, si no posee un par de dólares, está perdido. Y ahora que el precio del petróleo está descendiendo, el desastre es ya incalculable.

¿Por qué crees tú que la gente trata de escapar del país saltando las alambradas para alcanzar California o Texas? Aunque hubiera minas tratarían de escapar. Viajan encerrados en vagones de tren como pasajeros clandestinos y si el tren se detiene demasiado tiempo se mueren de sed. Y un largo etcétera. 

Este pueblo está muy acostumbrado al sufrimiento, la verdad.” ¿Cambiaran algún día las cosas para nuestro pobre México, hay esperanza?