La sabiduría de la maternidad

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La sabiduría de la maternidad

Todas las madres son originantes de la vida. Hoy también son originales.

Por más que se escriba y describa su manera de ser madre, no hay una idéntica a la otra, ni siquiera la hija es idéntica a su madre. Más aún, muchas madres tratan de ser diferentes a la manera de como fueron sus madres en el trato a sus hijos y dicen: “Yo no voy a ser como mi mamá”. Si su madre las castigaba con un chanclazo o un pellizco, ellas castigan con la negación de un permiso, si su madre era austera en proporcionar caricias, ellas son melosas y dulzonas hasta la saciedad, si su madre era obediente y sumisa a los criterios de la abuela, ellas tratan de ser independientes de los consejos y  correcciones, -aunque solicitan constantemente orientaciones de  con las amigas, comadres, libros, artículos, series y telenovelas-.

Esta cultura de ser madre de manera diferente, no es un intento de originalidad, ni una preocupación de ser innovadoras. Es una necesidad creada por el contexto social, religioso y cultural que a diferencia del siglo pasado es tan vertiginoso en sus cambios, tan veloz en la multiplicación de la información global, tan  impetuosa en proporcionar nuevos modelos maternales de conducta, de relación y de creencias educativas, que genera una incertidumbre en cada madre que siente la responsabilidad de educar a un hijo/a y desarrollar al máximo el potencial inherente al espíritu humano.

Las madres de hoy son diferentes a sus madres, no porque  lo pretendan, sino porque las recetas o los postulados de la generación anterior son fórmulas que no funcionan en el contexto actual. La programación educativa de la generación anterior funcionaba en una sociedad con una estructura social, moral y religiosa definida claramente de principio a fin, desde la cuna hasta el funeral. Los papeles de papá y mamá estaban claramente especificados. Cada uno sabía sus tareas y obligaciones, y las consecuencias si fallaban en alguna. Las madres además eran el cimiento de los valores, los padres eran proveedores y ejecutores emergentes de los castigos.

Las madres de hoy no tienen libreto que les ilumine el camino educativo (aunque sobran los libretos que enseñan las múltiples maneras de concebir o solamente disfrutar el camino biológico).

Sin libreto, las madres de hoy recurren a su sabiduría interior que no nace solamente del instinto de conservación de la especie, sino de su alma, espíritu, conciencia personal –llámela Ud. como quiera-. Ilumina su camino en cada recodo, adversidad o conflicto, de manera inesperada para los que la rodean y muchas veces contradictoria con las costumbres y tradiciones femeninas o maternales.

Esta sabiduría silenciosa no radica en la razón, tiene sus raíces en lo profundo de su corazón. Posee una fuerza y una pasión que nunca claudica, una adhesión a los valores trascendentes hasta el heroísmo,- tan frecuente y tan cotidiano que no se percibe como algo extraordinario-. Son las madres que estén donde estén, tengan la edad que tengan, siempre tienen presentes a sus hijos/as como su prioridad, como la esencia de su razón de ser: su maternidad.

Si los cataclismos del cambio, respetan esa sabiduría cordial y le dan la primacía a la maternidad, fuente de la vida del hombre, descubriremos el camino sólido de la unidad y de la paz.