La reseña: Ser gay y punk a golpes
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La reseña: Ser gay y punk a golpes
Por: NAZUL ARAMAYO
Hipólito berrea desesperado para que un australiano lo penetre y lo infecte de VIH. Así empieza “Bareback juke-box”, novela de Wenceslao Bruciaga (Torreón, Coah., 1977). Un arranque poderoso que anticipa el camino de autodestrucción que recorrerá Hip después de que Fernando lo abandonó sin decir nada.
Por despecho, por dignidad o por reivindicar a la comunidad gay, Hip decide entrenar box para partirle la madre Fernando. Esa es la anécdota que desencadenará una serie de encuentros sexuales a pelo, sin protección y sin compromiso, noches de ebriedad y drogas; es decir, la vida normal con todos sus matices, porque Wenceslao muestra a un personaje cabrón, pero sensible, que experimenta el gozo y el dolor del enculamiento, emocional y físico.
Es una novela punk porque cuestiona, golpea, incomoda; es un manifiesto homosexual contra la comodidad del gay mexicano que parece que se quiere volver mascota de los bugas; es un compendio de buena música y un catálogo de los bares y centros nocturnos gays de la CDMX.
Otros personajes como el papá de Hip, amigos bugas y un desfile de la comunidad LGBTTTI –no tan diversa– revelan el machismo mexicano, la hipocresía y, en algunos casos, la lealtad ajena a la preferencia sexual.
"Bareback juke-box"
Wenceslao Bruciaga
Editorial Moho
México, 2017