La religiosidad popular

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La religiosidad popular

La religiosidad popular es “la manera en que el cristianismo se encarna en las diversas culturas y estados étnicos, y es vivido y se manifiesta en el pueblo”. Así la definió el Cardenal Pironio; la religiosidad popular se expresa en las formas en las que el pueblo exterioriza su fe, de forma imaginativa, intuitiva, simbólica, festiva y comunitaria. En buena medida es el culto en las calles. 

Ayer comenzó una devoción popular que se conoce como “Los 46 rosarios”. ¿Por qué este número? La explicación es que representa el número de estrellas que se encuentran impresas en el manto de la Virgen de Guadalupe. En realidad es una forma piadosa de preparación a la festividad del 12 de Diciembre. 

En gran parte del territorio de Coahuila se celebran los 46 rosarios. La gente se organiza con anticipación y se reúnen en los barrios, van recorriendo los domicilios, rezan el rosario y al terminar los anfitriones ofrecen una merienda, así que, en adelante, la entidad se llena de oraciones.

No se trata de reuniones frívolas. Hay casos en los que son los hombres, el padre de familia, el abuelo o el hermano mayor el que encabeza el rito con toda devoción y seriedad, y señalo este hecho porque suele pensarse que esto es cosa de mujeres; en verdad no es así. 

Un hecho también muy vinculado a la religiosidad popular es el de la devoción a san Judas Tadeo, que precisamente se celebra hoy. “San Juditas” lo llaman muchos, con verdadero cariño, y psicológicamente representa la confianza y la seguridad del ser humano de que cuando no existe una salida racional desde el punto de vista material, siempre existe la posibilidad de que ocurra un milagro, y desde el punto de vista histórico es un fenómeno muy especial, porque nos hace ver cómo la humanidad puede rescatar a un personaje que había permanecido olvidado durante 19 siglos, que ahora es visto como una espiritualidad ecuménica.

San Judas también representa al feminismo, porque fue el único apóstol de Cristo que actúo siempre con su esposa, resaltando la figura de la mujer, por lo que es un santo muy apropiado para nuestros tiempos, y a pesar de tener un nombre que no era precisamente muy conveniente -por llamarse Judas-, trascendió esa limitación y ha adquirido una popularidad planetaria que es excepcional. 

Como fenómeno social, la veneración a Judas Tadeo surge en Chicago, en 1929, tras la gran depresión económica en la que la población experimenta la falta de trabajo, de salud, de alimento...; ahí surge este culto que pasa a diversos países de América Latina.

En México tiene un gran impacto por la necesidad económica. Se le llama “el santo de las causas perdidas” o “imposibles”, porque recurren a él las clases muy marginadas. Los migrantes que cruzan el desierto en su ruta van poniendo estampas del santo y botellas de agua para los que van detrás; los presos, los enfermos terminales; también entre los jóvenes es muy popular y representa la esperanza de un futuro mejor; es visto como un amigo que apoya y que acompaña en el dolor. 

Hoy el País se llena de testimonios de los milagros que muchos han experimentado gracias a Judas Tadeo, las peregrinaciones se multiplican, de manera que el perfil de los devotos es, en su mayoría, el de personas excluidas, pertenecientes a una sociedad disfuncional.

En la crisis humanitaria que actualmente se vive, un santo como Judas Tadeo resulta muy apropiado para los dramas humanos que se multiplican. 

Estos fenómenos de religiosidad popular tienen una enorme energía que mueve masas sociales que quieren expresar sus aspiraciones, desesperanzas y esperanzas, en un mundo que tiene muy poco o nada que ofrecerles.