Por fin. Empiezan a tomar fuerza las expresiones de apoyo a las poblaciones de Oaxaca y Chiapas, afectadas por los bloqueos de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE). 

Ésa es la postura que han manifestado los coordinadores en el Senado, del PRI, Emilio Gamboa Patrón, y del PRD, Miguel Barbosa Huerta, así como el presidente de la Cámara Alta, Roberto Gil Zuarth, del PAN. 

Faltó esa determinación política hace tres años, cuando la misma expresión disidente del magisterio puso en jaque al Congreso y ambas cámaras tuvieron que trasladar al Hipódromo de las Américas, a varios kilómetros de distancia de sus sedes legislativas, sus trabajos de deliberación y votación de la reforma educativa. 

Hoy la situación es diferente. Han muerto ocho personas por arma de fuego y decenas más resienten las heridas de bala y otros objetos, en una situación oscura a la que falta el esclarecimiento de investigaciones. 

Dos líderes de la Sección 22, el secretario general, Rubén Núñez, y de Organización, Francisco Villalobos, están detenidos con acusaciones graves, pero el partido del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), los retoma como “presos políticos”, en su mitin más concurrido desde 2012, luego de que en las buenas, la disidencia magisterial desdeñó al mismo Andrés Manuel López Obrador. 

Esta vez, la economía de Oaxaca está semiparalizada. No se diga las clases a las que tiene derecho los niños, que están suspendidas. Empiezan las fuerzas políticas a invocar la razón en el conflicto magisterial disidente, algo que fue invisible desde hace más de tres décadas. Nunca es tarde para empezar, y sobre la normalidad del imperio de la ley deben tener espacio las expresiones de los maestros por una mejor educación de los niños…