La problemática de la contaminación: Urge salvar nuestro planeta (1)
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La problemática de la contaminación: Urge salvar nuestro planeta (1)
UN POCO DE HISTORIA
En 1992 el Director del Instituto Tecnológico de Saltillo (ITS) me invito a dar una conferencia magistral en la apertura de la 14 Semana de Ciencia y Tecnología. Con gusto acepté. Mi conferencia versó sobre: “La Problemática de la Contaminación ambiental: Urge salvar a nuestro planeta”. En la ceremonia mencionada se encontraban en el presídium, además del Director del ITS, rectores, directores y funcionarios de diferentes instituciones educativas locales. El maestro de ceremonia los mencionó uno por uno y fueron muy aplaudidos los asistentes en un gimnasio abarrotado hasta el tope. El Director del ITS dirigió unas palabras, así como uno o dos de los invitados especiales.
Después de lo anterior, el maestro de ceremonias mencionó que las autoridades presentes tenían que retirarse debido a sus múltiples ocupaciones. Luego de que las autoridades se retiraron se inició una desbandada de asistentes, como si les hubieran dado un grito de fuego, fuego.
Aquel lugar quedo casi totalmente vacío. Solamente ocho personas dispersas en el lugar se mantuvieron en sus lugares.
El maestro de ceremonia volteó hacia mí y me preguntó que si se suspendía la conferencia. Por supuesto que no, le contesté. Acto seguido me acerqué al pódium, tomé el micrófono y dicté la conferencia. Al terminar, estuve más de una hora intercambiando preguntas y respuestas con los asistentes.
Posteriormente me dirigí –bastante molesto– a la oficina del Director y le hice ver que, más que el desaire de maestros y estudiantes, me inquietaba su nulo interés por conocer un poco del tema que se impartiría. Muy apenado se disculpó por lo que había pasado y trató de justificarlos aduciendo que ese tema estaba muy lejos de las materias e intereses de maestros y alumnos. “Qué grave”, le contesté. “El planeta y lo que le suceda debe ser interés de todos los que lo habitamos. Y por eso deben de enterarse de lo que sucede”.
Conversamos largo rato y me pidió que diera la misma conferencia el año siguiente, comprometiéndose a que no volvería a suceder lo que acababa de ocurrir. Para aceptar nuevamente la invitación le propuse dos puntos: primero que al término de la inauguración no sólo no se fueran las autoridades, sino que las invitara a que se sentaran en primera fila, y segundo que tuviéramos una serie de conversaciones durante el año con el personal académico, con el propósito de que se estableciera en la institución la especialidad de Ingeniería Ambiental.
Durante los siguientes meses nos reunimos diferentes personas del ITS e invitados de otras instituciones para discutir sobre el tema que nos ocupaba. Y en la 15 Semana de Ciencia y Tecnología todo sucedió como lo habíamos planeado: yo dicté mi conferencia con un gimnasio abarrotado hasta el techo.
Como producto de las pláticas durante el año, se acordó iniciar con la especialidad de Ingeniería Ambiental, la cual no sólo se ha consolidado sino que se rompió con la apatía de maestros y alumnos de estar enterados sobre los problemas que nosotros mismos provocamos en el planeta y lo que podemos hacer para resolverlos.
Dado que el tema del planeta ha vuelto a estar en la palestra –afortunadamente– dedicaré algunas colaboraciones domingueras a comentarles extractos de la conferencia magistral que impartí en el ITS en 1992-3. En el espacio que me resta, daré una introducción al tema
En los albores de la cultura, el hombre primitivo se encontraba ligado a su mundo natural, a su tierra, a su agua y a su aire, al círculo del sol, al universo de las sombras, a la humedad del ambiente, a los vientos característicos que anunciaban la lluvia, al ciclo del día y de la noche, al cambio de las estaciones y al ritmo de la vegetación. Esta situación persistió durante muchos siglos.
Sin embargo, al iniciarse el desarrollo industrial, el hombre urbano se distanció de su íntimo intercambio con el medio, y mientras más se va alejando de la naturaleza su interacción con ella se reprime cada vez; no se da cuenta de que interactúa con el medio y que sigue teniendo el poder de controlarlo, someterlo y explotarlo. Por otro lado, el hombre que vive en contacto con la tierra, principalmente como campesino, sabe que ésta no es infinita y está consciente de que el mal cuidado puede ser de graves consecuencias.
Paralelo al desarrollo industrial, se manifestó un descenso notable en las tasas de mortalidad, principalmente de infantes y un incremento en la expectativa de vida; todo esto como consecuencia de los adelantos de la medicina y cuidados de la salud. Y como resultado, la población mundial se incrementó vertiginosamente. Para dar una idea de este crecimiento, tengamos en cuenta que en tiempos del descubrimiento de América vivían en la tierra aproximadamente 250 millones de personas; 150 años después, en 1650, la población se había duplicado; y en otros 300 años, en 1950, se había multiplicado por cinco, llegando a 2 mil 600 millones de personas; para 1999, la población mundial fue de 6 mil millones y para 2011 ya éramos casi 7 mil millones de humanos. Lo que resulta aterrador es que para el año 2030 se estima que la población mundial alcanzará 8 mil 500 millones de personas; y en 2050 serán casi 10 mil millones.