La Presea Saltillo

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La Presea Saltillo

Las preseas, premios y reconocimientos han perdido mucho de su sentido por el abuso en su entrega, porque no es raro que se otorguen a personas con determinados ejes políticos, de parentesco o para pagar favores. Se ha abusado porque en vez de otorgar una distinción que sea excepcional, y singular se convierte en un reparto casi cercano a los tinacos, varillas, botes de pintura o sacos de cemento que entregan los candidatos a alcalde o gobernador cuando están en campaña; ¡claro!, con un toque elegante porque se hace en ceremonia pública.

Nunca olvidaré que cuando me entregaron la Presea Saltillo por votación unánime del Cabildo, el Gobernador montó en cólera. No era yo su candidato. Olvidó que la otorga el Municipio y no el Estado. Pero no se rindió: en la ceremonia, a la que no era más que un invitado, él empezó a entregar preseas y lo hizo nada menos que a 17 ciudadanos. Éstos ni siquiera tenían conciencia de a qué los habían invitado. Recuerdo que dos de los que recibieron esa “presea” la apreciaron en muy poco. Don Emilo Arizpe me dijo que la presea válida era la mía, y doña Graciela Garza Arocha expresó en voz alta que las de ellos eran de relleno. Enrique Martínez me golpeó para golpear al Alcalde porque no le pidió opinión al respecto.

Este 25 de julio se entregaron tres medallas: una a persona viva, otra post mortem y una más a un colectivo. La primera se le dio a la Hermana Lupita Argüeyo, una mujer que ha entregado una buena parte de su vida a los migrantes. Trabaja y vive en “Belén, Casa del Migrante”. Ahí ha cedido sus días y noches a personas a quienes desconoce. Si llegan hondureños en la madrugada ella se levanta, les prepara café y algún pan, les ofrece un colchón y los cita a desayunar con los demás.

En la ceremonia de entrega de la Presea, cuando se le nombró hubo una ovación de varios minutos. Toda la gente de pie aplaudía, había gritos, bravos y porras. Todo mundo reconocía a una mujer generosa que no había dado a los demás lo que le sobraba (dinero, ropa usada, comida…) sino lo único que es suyo: su cuerpo, su vida entera. Lupita tomó el micrófono para decir que la Presea era para muchos, no para sí misma. Mencionó a los estudiantes que hacen ahí su servicio social, a los extranjeros que han venido a servir, a los que aportan comida “que no siempre es muy buena pero que nunca ha faltado”. Dijo que no cambiaría esa vida por otra.

Evidentemente el padre Pantoja había llevado a la ceremonia a no menos de 30 migrantes de varios países. Algunos de éstos se refirieron a Lupita como una mamá. Uno dijo que era la primera persona de quien recibía cariño gratuito. Pues nada, que Lupita ganó la más merecida Presea Saltillo.

La Presea Post Mortem se le entregó a la familia de César Cantú Benavides. Y tampoco hubo la menor de las dudas de que era merecida desde donde se le viera. César llegó a Saltillo desde Tamaulipas en su adolescencia y acá hizo su vida. Estudió en la Narro, se graduó, creó la Rondalla, que fue la que desató el furor de las rondallas en Saltillo y otros lugares. Luego inició la fabricación de productos bioquímicos para combatir plagas o para fertilizar los cultivos de manera que no los envenenaran. Tuvo éxito, tanto que produjo en África, vendió en Sudamérica, ingresó en mercados difíciles dominados por los Estados Unidos y consolidó una industria poderosa.

César fue dueño de una característica única: su generosidad no tenía (casi) límites. Apoyó todo lo que estuvo en sus manos, incluso no faltaron quienes abusaron de su nobleza. Pero él no pareció darse cuenta: dar y no preguntar fue su lema. Lo mismo ayudó a alumnos pobres con becas que al festival de ópera que se organiza en la ciudad, a orfanatos y migrantes. Para recibir la Presea, su hijo hizo una alocución muy emotiva cuando pasaron a recibirla su viuda, la hija y él mismo.

La tercera Presea se entregó al Club Rotario De Valle Arizpe, que se ha dedicado a construir o restaurar escuelas de barrios pobres o de clase media. Club de varones, no aparecieron las mujeres ni en el escenario ni en las fotos exhibidas, pero la gente les aplaudió.