La peste y sus estragos

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La peste y sus estragos

Habitamos una tierra empobrecida por los políticos. Depredada palmo a palmo por los políticos de poca monta, sean estos del partido que sea. El ejemplo en los azules, el partido que huele a incienso, mirra y mortaje, el PAN, son las dos desastrosas administraciones federales con Vicente Fox y Felipe Calderón al frente de un país el cual les quedó grande. A nivel vecindario, la peor administración la cual aún no recibe castigo penal alguno, es la de Isidro López Villarreal, el inefable “Chilote”, al cual mandaron a deshacer a la Alcaldía de mi ciudad Saltillo, para que no hiciera daño alguno en las empresas familiares.

En el “Partido de los Vividores”, el PRI, pues; de tantos ejemplos a la mano, nos faltan dedos y espacio para enumerarlos. Baste decir la docena trágica encabezada por los tristemente célebres hermanos, el clan Moreira, Humberto y Rubén. El primero soportó por días las frías paredes de una mazmorra española. Hoy navega en el mar del olvido político. No puede ir a España, imagino ni le quedaron ganas. Menos a Estados Unidos. Su cárcel es México. Se dedica a sus “negocios” y a disfrutar su “pensión” de maestro jubilado. El segundo, Rubén, como siempre, se ha encimado a otra posición plurinominal en las elecciones recién celebradas. Una afrenta al priismo sencillo, entrón y fuerte que aún queda de pie.

Pero hoy México sufre una depredación y una lumpenización de la vida cotidiana la cual sólo es comparable a vivir en Cuba y Venezuela. Sí, son los ejemplos a seguir en el gobierno de mano dura del soberano del País, Andrés Manuel López Obrador y sus claques. Habitamos una tierra empobrecida por los políticos. La vida en el País se ha empequeñecido, se ha empobrecido, se ha disminuido a grados insospechados. La vida aquí, ya es miserable, como en Cuba o Venezuela. Los ejemplos sobran a la vista, sobran; pero lo peor, se padecen. 

Muchos lectores me hablan para comentarme de mi timed, mi sentido de la oportunidad al respecto, mi tiempo y oportunidad de prever en el ambiente, lo que se avecinaba y sí, se ha cumplido para desgracia de todos. Cuando no nos llueve, nos llovizna, dice el refrán. Si lo ajustamos a tiempos de Semana Santa, sería lo siguiente: no hay para carne y cuando hay… ya es vigilia. La tierra y nosotros con ella, envejece a pasos de gigante. Para decirlo con el sabio Octavio Paz en uno de sus bien medidos versos, “Sabe la tierra a tierra envejecida”. En este mismo texto, luego espetaría: “¿Y todo ha de parar en este chapoteo de aguas muertas?”.

El agua limpia, pero estancada, también se pudre. Se convierte como dice el poeta Paz, en aguas negras, aguas muertas. Esto y no otra cosa es lo que sucede hoy en el País con el gobierno de López Obrador: nuestra agua, nuestro potencial es mucho, diverso, con mares y manantiales de aguas limpias y cristalinas. Pero, con su mano ciega y con la otra usando bastón punitivo (politiquería barata), todo se está pudriendo.

ESQUINA-BAJAN

Andamos literalmente sin agua, sin gas y sin luz. No hay café caliente para entibiar el alma. Los megapagones en el País se sucedieron por la incapacidad, la indolencia, la irresponsabilidad y la ignorancia del Gobierno Federal. Los estragos de la peste se hacen sentir con fiereza y dolor. Pero uno ya no sabe cual de las dos sopas es peor: la peste bíblica desatada por el COVID-19 o el accionar cotidiano del “Rey Peste”, AMLO. Las afectaciones son brutales al día de hoy y en todos los órdenes del quehacer humano.

AMLO ha presumido la compra de la refinería Deer Park de Houston, Texas. El pago fue por el orden de los 596 millones de dólares. Usted lo sabe, antes de la compra de acciones, México era el otro socio y dueño de la empresa, por el orden de otros 596 mdd (50 por ciento de la empresa). Analistas y partidos políticos dicen lo siguiente: el inventario de crudo y petrolíferos vale alrededor de 106 millones de dólares. Es decir, hay un despilfarro por mil 500 millones de dólares (VANGUARDIA, 30 de mayo).

Simplemente en materia de hidrocarburos y combustibles, no damos una. Como en cualquier otro terreno de la gobernabilidad mexicana. La energía eléctrica sigue siendo un punto neurológico el cual no se ha solucionado ni se va a solucionar pronto en el País. Los cortes de racionamiento se siguen sucediendo, un poco menos a los sucedidos a finales del años pasado y principios de éste, pero siguen presentándose en el País. El calor es sofocante y la CFE no da para más.

Las palabras salen sobrando. Los hechos hablan y acusan con dedo flamígero a los culpables: AMLO y Manuel Bartlett. Todos los días, poco a poco, migaja tras migaja, nuestra vida se va pareciendo más a la vida cotidiana de los cubanos y venezolanos: cortes de energía, racionamiento de  ciertos productos, no hay vacunas  de enfermedades otrora controladas para los niños, no hay medicinas para los enfermos, no ha medicinas contra el cáncer, no hay agua porque no hay energía eléctrica, la gasolina de nuevo es cara…

Esto es lo que usted y yo padecemos estando vivos. Bueno, tal vez más muertos que vivos. Pero respiramos. Algo que ya no pueden hacer los muertos, miles de muertos por la indolencia del Gobierno Federal. Pero respiramos. ¿Cuándo terminará todo esto? ¿Al terminar, nosotros estaremos sanos de alma, espíritu y cuerpo? Según la reciente encuesta de Equide, el índice de depresión de los mexicanos aumentó de 5 a 30 por ciento tras la pandemia.

LETRAS MINÚSCULAS

52 suicidios en la región. Uno cada 2.9 días. Tal vez es necesario pasar de esta “Agenda política” a una “Agenda social”. Dolor sin fin en esta tierra.