La "partidocracia" tiembla y se defiende
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La "partidocracia" tiembla y se defiende
La “partidocracia” tiembla ante el poder ciudadano y no puede ocultar su temor. El hartazgo ciudadano está dando nuevo impulso a la democracia en México. Si bien ese impulso parece fresco y reforzado a partir del triunfo del primer Gobernador independiente de Nuevo León, está claro que la lucha no será fácil. La partidocracia se defenderá y no es para menos, están en juego miles de millones de pesos y su misma supervivencia.
Parece normal que la partidocracia tiemble y parezca doblegarse cada vez que la ciudadanía se alza con una causa. En ello radica su juego perverso: aparenta doblegarse, concede un triunfo al ciudadano, pero desde el momento que se festeja el triunfo, los que detentan y monopolizan el poder ya están haciendo de las suyas. Aprovechan las etapas del proceso legislativo, aprueban una reforma constitucional, quitan candados, y al momento de reglamentar los cambios, sabotean el objetivo mismo de la reforma constitucional aprobada. Mañas de leguleyo.
Después de una lucha iniciada en 2003 por Jorge G. Castañeda, lucha que llegó hasta la Corte Interamericana de Derechos Humanos, eso es lo que está pasando con las recién estrenadas candidaturas independientes. Aprobadas a nivel federal, mediante reforma constitucional, la partidocracia las reconoció y hasta las festejó con los ciudadanos. Para, acto seguido, ponerle obstáculos y más obstáculos.
Es probable que pensaran que no tendrían futuro y le dieron por su lado al ciudadano. Pero el triunfo de Jaime Rodríguez Calderón en Nuevo León y de Manuel J. Clouthier en un distrito de Sinaloa, los puso en alerta. Los Congresos estatales empezaron a legislar ante la nueva realidad, a establecer reglas del juego que reflejan su evidente temor, así empezaron a surgir obstáculos, algunos francamente ridículos.
En Puebla, por ejemplo. Feudo del nuevo accionista mayoritario del PAN que por las mañanas funge como Gobernador. Ahí se exige a los candidatos independientes contar con las firmas de, al menos, un 3 por ciento del listado nominal de electores. Si esa norma operara para Coahuila, el resultado sería absurdo y vergonzoso.
El padrón de Coahuila suma cerca de 2 millones de electores con derecho a voto. Si se aplicara la regla del 3 por ciento, como se está haciendo en otras entidades, un candidato independiente tendría que recabar, cuando menos, 60 mil firmas de ciudadanos y anexar copia de sus credenciales de elector. Eso equivale a diez veces el número de militantes del PAN en Coahuila, que no llega a los 6 mil militantes.
En Coahuila, sin embargo, estamos peor. Aquí ni siquiera dan paso a legislar lo que ya mandata la Constitución. Una más del neoautoritarismo coahuilense.
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